El libre comercio

Resultado de imagen para fotos de sandino bisonoPOR: SANDINO BISONO
Defensor y líder de los consumidores dominicanos.Libre para las grandes naciones, imposición para los más débiles.
 El concepto de libre comercio, es un término aplicado con frecuencia para lograr cosas dentro del mercado en los países tercermundistas, que los duermen con esa quimera.
El Libre comercio fue una doctrina política surgida en el siglo XVIII en oposición al entonces reinante mercantilismo.
Su premisa básica es que las restricciones impuestas por los gobiernos al intercambio voluntario de bienes y servicios perjudican a la economía y disminuyen el volumen de comercio.

Sus defensores se dividían entre Utilitarios, que defendían el pragmatismo y las ventajas de incrementar el comercio, y los Manchesterianos (o liberales) que defendían el derecho fundamental de todo hombre a intercambiar libremente su propiedad con nacionales y extranjeros.Su mayor victoria fue la derogación de las Leyes de Cereales por parte de Robert Peel en 1846 tras una larga y célebre campaña por parte de Cobden y Bright.

Desde 1950, cuando Robert Schuman lanza la idea que lleva a la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), lo que constituye el inicio de la actual Unión Europea (UE), esta organización ha implementado distintas formas de libre comercio entre sus miembros mediante las zonas francas.

En 1994, los Estados Unidos iniciaron su primer ejercicio de libre comercio con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que incluye a México y Canadá.

Algunos de los acuerdos que han sido denominados de «libre comercio» por sus proponentes, pueden crear barreras al mercado libre. Los críticos de estos tratados los ven como una forma de protección de los intereses de las empresas multinacionales.

Otros más críticos aún como los mutualistas piensan que sencillamente la retórica del «libre comercio» o «libre mercado» ha sido cooptada por las élites económicas para favorecer el corporativismo.

Los partidarios del comercio justo reclaman que no haya intervenciones o subsidios que distorsionan, per se, los precios. 

Existe un debate permanente de si el libre comercio ayudará o no a las naciones del tercer mundo. Se cuestiona incluso si el libre comercio es conveniente o no para el mundo desarrollado.

Muchos economistas argumentan que el libre comercio mejora la calidad de vida a través de la teoría de la ventaja comparativa y de las economías de escala.

 Otros argumentan que el libre comercio permite a los Países desarrollados explotar a los países del tercer mundo, destruyendo la industria local de estos países. 

En contraposición se ha dicho que el libre comercio afecta al mundo desarrollado por la pérdida de empleos de estas naciones, los cuales se mueven a otros países, produciendo una carrera hacia el abismo que genera un deterioro general de los estándares de salud y seguridad.

Como argumento a favor, el libre comercio supone un estímulo a los países a dependerse económicamente entre sí, con lo cual se disminuyen las posibilidades de enfrentarse e ir a una guerra.

Algunas descripciones de la ventaja comparativa están basadas en la condición necesaria de «inmovilidad de capital». 

Si los recursos financieros se pueden mover libremente entre distintos países, la ventaja de la teoría comparativa se erosiona, y hay un dominio de quien tiene la ventaja absoluta.

Dada la apertura de flujos de capital que acompañó los acuerdos de libre comercio de la década de 1990, la condición de «inmovilidad de capital» no tiene ya validez. 

Como consecuencia, se puede argumentar que la teoría económica de la ventaja comparativa no puede utilizarse como soporte a la teoría de libre comercio.

Sin embargo, como lo ha expresado el economista Paul Krugman, el teórico económico del siglo XIX David Ricardo, quien formuló la doctrina de la ventaja comparativa, vivió él mismo un periodo de alta movilidad de capitales.

La implementación actual del libre comercio hoy ha sido muy criticada. Una queja común es que los países desarrollados tienden a presionar al tercer mundo para que abran sus mercados a los productos industriales y agrícolas de las naciones desarrolladas, a la vez que se oponen a abrir sus mercados a los productos agrícolas del tercer mundo.

Una razón indiscutible contra el libre comercio es que las barreras comerciales como cuotas de importación y subsidios agrícolas no permiten competir a los agricultores del tercer mundo en sus mercados locales y menos aún en el comercio mundial, incrementando así la pobreza en los países en vía de desarrollo.

Adicionalmente se ha resaltado que el concepto actual de libre comercio favorece el movimiento libre de productos y empresas, lo cual es favorable para los países desarrollados, pero esto no va a la par con el libre movimiento de trabajadores, lo cual favorecería a las naciones del tercer mundo.

Algunos sugieren que el libre comercio genera cambios demasiado rápidos en las condiciones de vida y en el mercado laboral profesional.

El Libre comercio, tal como suena no es más que unas relaciones de comercio unilateral y de imposición que solo funciona democráticamente cuando se trata de los intereses de la gran potencia económica que con frecuencias acuden a la Organización Mundial del Comercio para ratificar el logro de sus intereses apabullantes en contra de los más pobres. 

Para eso fue creada la OMC en el año 1995.De principio se tiene la sospecha de que la llamada economía de mercado es en el fondo una economía oligopólica de los grandes consorcios que imponen precios y condiciones, así como el comercio internacional llamado libre este mediatizado por un conjunto de reglas y relaciones de poder que lo hacen de todo menos libre. 

Acudir a la Organización Mundial del Comercio (OMC), para cualquier país en desarrollo, es prácticamente imposible por la cantidad de dificultades que hay que vencer, para encontrarse con que ese organismo mundial, solo ratifica, las ventajas de los poderosos.

Los efectos de los tratados de libre comercio lo comienzan a recibir los países pobres cuando ven la balanza comercial inclinarse poderosamente a favor de la gran economía en desmedro de la local.

Eso es lo que se ha comenzado a ver en la Republica Dominicana en los tratados firmados con Centro América 1998 y que entro en vigor en el 2002 y el DR-CAFTA con los Estados Unidos, firmado el 5 de agosto del 2004, que ya entrado en vigor y que para el 2025 habrá entrado a plenitud saltando todas las barreras arancelarias para los productos norteamericanos dejando a los industriales y productores criollos contra la pared porque no tienen formula de competir y aunque el consumidor se beneficia de mejor calidad y quizás mejores precios, no así los trabajadores que perderán sus empleos con los centros de producción cerrados o convertidos en simples distribuidores de productos terminados, lo que va en detrimento de la economía criolla con el consiguiente impacto negativo en  los más pobres, produciendo un aumento significativo de la pobreza.

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