4% en Educación no se traduce en beneficio
La educación es considerada como el talón de Aquiles del desarrollo social y cultural dominicano, avanza a trompicones. Haber cumplido con el 4 % del producto interno bruto como presupuesto del sector, apenas todavía promete mejorías en un sistema plagado de ineficiencias.
En esa misma situación está la realización de actividades de capacitación y formación continua de “los agentes educativos profesionalizados y no profesionalizados”, y la promoción de la inclusión educativa, la permanencia y calidad educativa del egresado, que van de la mano con la meta, cuyo límite es el 2018, de reducir la repitencia a 3.40 %, la sobreedad a 21.94 % y el abandono del aula a 1.85%.
Dividido por temas, el informe del monitoreo aborda, como primera cuestión, el desarrollo curricular, la gestión del conocimiento y la evaluación de la calidad. Sin pretender buscar la quinta pata al gato, la interpretación de este ítem demuestra algo sabido: que los funcionarios son buenos para elaborar documentos, pero mucho menos para ejecutarlo.
En “ejecución normal” se encuentra la elaboración base del rediseño del actual currículo, previo análisis de la documentación disponible, que tiene como requisito, además del consenso, el enfoque por competencias y su validación nacional. “Algo retrasada” están su formulación concreta y el diseño del plan de formación, actualización y acompañamiento de docentes, directores de centros educativos y técnicos responsables de la aplicación del currículo.
La política de atención a la primera infancia está definida en un 60 %, pero falla la oferta, que es brindarles atención al 50 % de los niños y niñas de 0 a 5 años a través de estrategias institucionales apoyadas en la familia y la comunidad.
Carrera del docente
El docente, piedra angular del sistema y su eficacia, no ha sido precisamente el más beneficiado en este primer semestre de aplicación de la conquista del 4 %: cojea, ya se ha dicho, la inserción de los maestros principiantes, pero además están “algo retrasadas” las acciones de acreditar los programas de formación y optimizar el mecanismo de concurso para el ingreso a todos los cargos docentes del sistema.
En “ejecución normal” se encuentran el fortalecimiento del programa de habilitación profesional, la creación de un sistema automatizado de postulación, actualización y control para la certificación docente en el corto plazo, el estudio de las necesidades de formación, y la evaluación de la Escuela de Directores. Es decir, casi todas las que caen en el plano de la formulación teorética.
Primera infancia
El sistema educativo público no ha logrado hasta ahora ampliar de manera adecuada la formación preescolar, pese a la decisiva importancia que tiene en el desarrollo de las capacidades del futuro adulto. Este hándicap del sistema lo es también de los niños pobres, por cuanto los de sectores sociales no pobres asisten a centros educativos desde muy temprana edad donde adquieren destrezas intelectuales, motoras, físicas, afectivas y aptitudinales.
La política de atención a la primera infancia está definida en un 60 %, pero falla la oferta, que es brindarles atención al 50 % de los niños y niñas de 0 a 5 años a través de estrategias institucionales apoyadas en la familia y la comunidad. De ahí que se esté lejos de cumplir con el propósito de incorporar 32,706 niños y niñas de esa edad al nivel preprimario.
Los resultados del monitoreo del IDEC fueron presentados la pasada semana por el rector de la Universidad APEC, Radhamés Mejía. En su opinión, estos marcan un hito en la historia educativa del país porque dan cuenta del nivel de avance alcanzado en el sistema.
El catedrático manifestó que los miembros de la sociedad civil aprendieron de los errores y omisiones del primer Plan Decenal, por no mantener viva la vigilancia y el monitoreo de la ejecución de los compromisos asumidos en esa oportunidad.
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