viernes, julio 10, 2020

Que se acabe la “bulimia política”.


Girl having midnight feast : Foto de stock 
Por Marcelo Peralta.

El mundo es un ser viviente.
La Constitución Dominicana consagra la dignidad humana que en su artículo 38 mediante el cual expresa el derecho a la vida que es inviolable desde la concepción hasta la muerte”.
Desde los días de la campaña electoral prevalece una evidente sensación de hambre anormal y muy acusada.

Tras el fragor de la política vernácula hay personas que practican la bulimia.

Personas que no respetan la condición humana, sea hombre o mujer, ni la ética, el valor, la profesión, la vida ni la decencia.

El libertador latinoamericano nacido en México, Benito Juárez preocupado por la sobrevivencia humana escribió la frase: “Respetar a los demás es evidencia de paz”.

Agosto es el mes en que el poder se divide, unos van para sus casas y otros a ocupar cargos en el Estado.

Ojalá que los que entren al poder el 16 de agosto no se llenen de “bulimia”.

Tenemos derechos y deberes consagrados en la Constitución de la República, aquel pedazo de papel del día 6 de noviembre del año del 1844 seriamente vulnerado.

Esos que trabajaron en el poder no deben tratarse como estercoleros.

Rindieron una función y los más débiles pasarán por esa encrucijada, desprecios y cancelaciones.

Llegarán y los sacarán como es obvio en este país.

Las vacantes dejadas deberán colocar a los “lacayos”.

Pero, total, el pueblo fue que eligió a futuros gobernantes.

Justo sería respetar la ética y la vida por la supervivencia y la recreación humana.

Nada puede funcionar con eficacia en la Tierra sin solidaridad de las almas compasivas que salven al país sin ética y sin la acción social.

La ética abre la posibilidad de desconstruir la génesis de la moralidad.

Vivimos en un mundo donde es primordial el diálogo, la concertación, las ideas, los pensamientos, debates y la tecnología.

Hay que desatar el entretejido, esos nudos que atan al país, acabar con ese círculo cerrado del pensamiento, de las ideas y de la lógica ciega que traza la politiquería barata.

Se impone que todos, sin importar ideologías políticas, rompamos el cerco de la razón anquilosada y cristalizada y colocarnos en la realidad que vive el país, que requiere la real recuperación por los estragos que nos está causando el COVID19 con contagiados,  hospitalizados, muertes y deterioro de los estamentos productivos.

Ningún dominicano compró ni trajo el COVID19, por lo que debemos abocarnos a luchar por la racionalidad, los principios y el valor intrínseco de la vida humana.

El país, necesita de los dominicanos, para que Dios mediante acabemos con esta pandemia, porque como entró, “algún deberá salir”.

No se trata de anteponer al discurso teoría de los sentimientos partidaristas, sino de principios éticos que sean constitutivos de los derechos de las personas.

En las actuales circunstancias no debe haber colores partidarios, sino colaborar, aportar, crear para la sustentabilidad de un sentimiento y pensamiento solidario como se caracteriza el dominicano ideas y unirnos.
Si nos abocamos a enfrentar el COVID19 dejando atrás las cuestiones de la campaña electoral y centrarnos en la realidad que vivimos saldremos a “flote”.
Unirnos por el desarrollo sostenible que la cuestión impone como razón de fuerza mayor y salir de esta vorágine que nadie desea que continúe.
El COVID19 ha ocasionado al país una especie de “vacío”, que desvalorizar la vida queriendo demoler el sentido de nuestra existencia.
Jamás, debemos permitir que la efervescencia política y la pandemia nos impulsen a tomar sentimientos del dominio, llevarnos a límites de aumentar el desastre en que estamos, a la pobreza extrema y mucho menos a impulsarnos a la bulimia del ser humano.
Estamos en un gobierno de transición en esta situación en que debemos estar conscientes de que la ética y la conciencia se constituyeron en la historia en base a la deontología, a la vez como un deber hacia la vida.
Las religiones construyeron murallas para frenar el vértigo de la existencia y el salto hacia la muerte.
En aquella época, había que vivir, a pesar de los sufrimientos para alcanzar la paz.
Hoy día, estamos en otros tiempos, en que no debe haber muros de contención para echar el país adelante.
Porque haya cambio de partido no es necesario pasar a practicar la bulimia, a una vida vegetativa, ni fomentar la eutanasia.
Es tiempo de renovación de objetivos, de recambios de mentalidades, de la novedad para producir nuevos sentidos constitutivos, porque “no sólo de pan vive el hombre” y no sólo “muere de inanición”, pero, “tampoco permitirles a desfallecer de desesperanza”.
La ética de la vida, la historia moral, necesita renovarse; no para ganar el cielo, sino arraigarse en la Tierra; habitar mejor el país con seres humanos que valga la pena vivir y sonreír a la existencia y a la conciencia.
Insisto, en que hay que actuar con ética en todo lo que hacemos, por ser ella la creación de derechos como propiedad del género humano.
Basta que algunos “individuos embriagados de política y poder se interroguen en la sociedad y se impugnen como queriendo decir que el país es de “ellos”.
¿Y para qué el gobierno les cobra impuestos a los que no simpatiza por su partido?.
Sería necesario que los que los de mentes “retorcidas” que piensen mejor antes de actuar erróneamente.

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