jueves, abril 14, 2022

Obispos colombianos en el Sermón de las Siete Palabras condenan la violencia, guerra, odio y muerte de inocentes.

Comparten sus meditaciones en torno a las últimas palabras de Jesús en la cruz.

La Iglesia Católica anuncia trata de encausar alternativas con miras a busca fórmulas para superar las situaciones de muerte, violencia y odio que hay en el mundo.

Dice hay un plan para llevar a plenitud, a cabalidad hacia la sociedad tiene que caminar hacia allá, recuperar y trazan un horizonte, que es el de la vida.

Los conceptos fueron emitidos en el Sermón de las Siete Palabras, uno de los ritos de la Semana Santa es la lectura del Sermón de las Siete Palabras, en que se conmemora la muerte de Jesucristo en la Cruz.

Para esta fecha, cada año las iglesias católicas reflexión en torno a los acontecimientos actuales, con base en las últimas palabras pronunciadas por Cristo antes de morir.

Monseñor Héctor Fabio Henao, director de la Fundación Instituto para la Construcción de la Paz, de la Conferencia Episcopal Colombiana, dice que este sermón “nos brinda un recorrido por las expresiones de Jesús en la cruz, que es su trono de gloria y en el cual él derrota a la muerte y abre el paso hacia la resurrección.

El purpurado dice esa reflexión –señala monseñor– nos lleva a entender de qué manera podemos superar las situaciones de muerte, violencia y odio que hay en el mundo.

En que esta comienza con una palabra muy fuerte, que es la del perdón: ‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’.

Se nos abre un camino sanador, que es el perdón.

Son palabras de sanación, que nos ponen delante de las urgencias de optar por aquellos que sufren, por las víctimas más necesitados.

Señala la Conferencia Episcopal invita a reflexionar este Viernes Santo, porque hay urgencia de enfrentar el desafío de actuar de manera responsable con respecto al bien del país.

“Pensar en cómo requiere del esfuerzo y la competencia para responder al plan de Dios y defender la nación”.

Precisa es un plan en el cual el camino es el desarrollo humano y los integrantes de la sociedad.

Además, que la Semana Santa sea la opción a fondo, radical, plena por la vida plena y en abundancia.

En tanto Fabián Marulanda López, obispo emérito de Florencia como máxima autoridad colombiana dice Jesús quiso concluir su misión en la Tierra pronunciando la palabra que era la más querida de su corazón la del Padre.

Subraya la muerte marca a cada humano el fin de la existencia terrena, porque está decretado que todo hombre tiene que morir, pero tanto la vida como la muerte están en manos de Dios.

Nos entristece pensar en tantas personas que se sienten limitadas en sus vidas por la enfermedad, pobreza, sufrimiento y la soledad.

Colombia, cita, y en el mundo hay atentados contra la vida, se incrementa la guerra, violencia, muertes, sangre de hermanos, derramada injustamente, clama a Dios desde la Tierra.

La vida es sagrada desde el seno materno, nadie es dueño y señor de su propia vida, ni de la ajena, pero la historia de la humanidad es un drama en el que se enfrentan el amor de Dios con la locura y la insensatez del hombre”.

Obispos.

Los obispos de San José del Guaviare, Nelson Jaír Cardona Ramírez; de Buenaventura, Rubén Darío Jaramillo Montoya; de Cúcuta, José Libardo Garcés Monsalve; de Ocaña, Luis Gabriel Ramírez; los vicarios apostólicos de Guapi, Carlos Alberto Correa Martínez.

También, el obispo de Tierradentro, Óscar Augusto Múnera Ochoa, y el obispo emérito de Florencia, Fabián Marulanda López, comparten, en representación de la Iglesia católica de Colombia, sus meditaciones y reflexiones en torno al Sermón de las Siete Palabras.

1. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Apartes de la meditación de monseñor Nelson Jaír Cardona, obispo de San José de Guaviare, están las palabras que sellan el sublime magisterio de un hombre que había enarbolado las banderas del amor y del perdón, como la única posibilidad de lograr el cambio del ser humano y de las estructuras sociales. 

Cita su territorio desde hace décadas viene bañado por la sangre de muchos inocentes y por la explotación de muchos vulnerables.

Son víctimas de los múltiples conflictos que se reconfiguran, el daño a la Tierra y sus recursos naturales que son destruidos por la ambición del hombre, otros, involucrados en los conflictos, masacrando a víctimas inocentes.

El grito doloroso del justo en la cruz recoge el de los inocentes de toda la historia, que se une así al grito de la Tierra.

Hoy el inocente inmolado invita con la suavidad de su ejemplo a los sobrevivientes de la guerra y la injusticia a considerar el perdón como acontecimiento fundante de la reconciliación; el odio y la venganza perpetúan los conflictos”.

2. “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Apartes de la meditación de monseñor Rubén Darío Jaramillo, obispo de Buenaventura:

“La segunda palabra de Jesús en la cruz es una respuesta de un hombre que está crucificado a otro que está a su lado y que pasa por el mismo suplicio; a él lo llamamos el buen ladrón.

En ese sentido, dice el religioso, Jesús responde a este hombre que le dice: ‘Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino’.

Este hombre representa la maldad en el mundo.

¿Cuántas personas que han incurrido en situaciones terribles con sus hermanos piensan que ya no tienen salvación?.

Y cita, para Jesús nadie está perdido, ya que tienen las posibilidades de restaurar la existencia en Jesús.

Es solo reconoce las faltas, acojamos a su amor, a su infinita misericordia, participar así como él en el sacrificio de la cruz, un día en su reino, el reino de la paz y del amor. I

Insta a las personas que van por el mal camino a que se renueven en Cristo, que se reconcilien en pueblos de este Pacífico colombiano.

3. “Mujer, he ahí a tu hijo. He ahí a tu madre”.

Apartes de la meditación de monseñor Carlos Alberto Correa, vicario apostólico de Guapi:

“Ante su muerte por la salvación del mundo, Jesús ve con esperanza la figura de María, y al mismo tiempo con preocupación.

Afirma el drama de familias en las regiones colombianas en el Pacífico donde hay madres e hijos reunidos a la hora de la muerte y están en desesperanza.

María es la madre que nos habla de estas madres, que viven el dolor de ver a sus hijos reclutados, desplazados, torturados, asesinados. ¿Quién podrá consolar a la virgen madre y a todas las madres colombianas?.

Jesús, desde la cruz, ve el sí de esta madre, el sí de María, la más favorecida entre todas las mujeres, porque ha sido elegida para ser madre de Dios.

Su misión no se agota en el calvario, como la de ninguna madre.

Su hijo le confía el cuidado de la humanidad.

Y que el discípulo la acoge en su casa a la hora del dolor de la muerte y la pasión de Jesús acogemos a esta madre”.

4. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

Imagen de Jesús de La Merced durante la procesión de La Reseña, un Martes Santo, en Ciudad de Guatemala.

Apartes de la meditación de monseñor José Libardo Garcés Monsalve, obispo de Cúcuta:

“Estas palabras cargadas de soledad, pronunciadas en medio de la oscuridad del Gólgota, a la vez han servido de consuelo a los seres humanos que en su existencia han llegado a vivir intensamente la tristeza del desamparo, del abandono y la soledad.

Cuando el hombre descubre que está solo, que no tiene a nadie, se angustia y llega al desamparo supremo.

Jesús tiene conciencia de estar abandonado por su padre, ¿pero realmente lo está?.

Y añade, en ningún momento Dios padre nunca abandonó a Jesús.

Esta es la palabra de quienes afirman: ‘Dios mío, ¿dónde estás?’.

Agrega en la vida muchos están callados, pero ahí está Dios, porque no abandona a nadie que permanece fiel, él es la esperanza.

En labios de Jesús esas palabras no son un reproche sino la voz con que el hijo llama al padre, en quien tiene filial confianza.

Cristo en la cruz expía los pecados de la humanidad; sufrió este abandono para revelar lo terrible que es la vida sin Dios”.

5. "Tengo sed".

Apartes de la meditación de monseñor Luis Gabriel Ramírez, obispo de Ocaña:

“La gran efusión de sangre le causa a Cristo una sed mortal. Pero mayor era la sed que tenía de padecer por nosotros y esa gran sed era mostrarnos su infinito amor”.

El dolor que acepta la ayuda de los demás, ese rostro humano de Cristo, pobre hombre sediento, como dice el salmo 42, podemos oír estas palabras del señor: ‘Como tierra reseca, tengo sed de ti’.

Cristo necesita nuestra agua, aquel ‘dame de beber’ que dijo a la samaritana se ha convertido en la súplica de un pobre hombre sediento.

Cristo necesita nuestra agua, como en el misterio del agua de Caná y a nos toca únicamente llenar de agua hasta arriba nuestras vasijas, para que Cristo nos convierta en vino nuevo, el vino que da vida.

El agua viva, Cristo, tiene sed de cada uno de nosotros, sed de nuestra salvación, de que nos dejemos amar y perdonar por él, de que volvamos a la casa del padre, sed de que estemos también nosotros, como el buen ladrón, en el paraíso”.

6. "Todo está cumplido"

Apartes de la meditación de Óscar Augusto Múnera Ochoa, vicario apostólico de Tierradentro:

“Es un grito fuerte, de triunfo en el Calvario en que todo está hecho, Dios no falla, triunfa y no es derrotado”.

Manifiesta la cruz, instrumento de muerte, de tortura y asesinato, se ha convertido en salvación, ya que su instrumento es vencido por Cristo; vence a la muerte en la cruz, y allí dona su vida, nadie se la quita, la da por amor.

Cristo resucita, ha venido a perdonar los pecados y a enseñar el camino a la eternidad, que hay que morir, necesitamos un proyecto de vida que cumplir en esta tierra.

A seguidas, afirma, pidámosle a Dios que a la hora de la muerte podamos hacer un balance positivo y expresar “‘Todo lo he hecho”, porque es la tarea que nos encomendó Dios la cumplí como hombre, mujer, padre, madre, joven y niño.

Al partir a la eternidad podamos dar gracias porque pudimos cumplir. Todos tenemos que dar cuenta de nuestra existencia”.

7. “Padre: en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Apartes de la meditación de Fabián Marulanda López, obispo emérito de Florencia:

La máxima autoridad colombiana dice Jesús quiso concluir su misión en la Tierra pronunciando la palabra que era la más querida de su corazón la del Padre.

Subraya la muerte marca a cada humano el fin de la existencia terrena, porque está decretado que todo hombre tiene que morir, pero tanto la vida como la muerte están en manos de Dios.

Nos entristece pensar en tantas personas que se sienten limitadas en sus vidas por la enfermedad, pobreza, sufrimiento y la soledad.

Colombia, cita, y en el mundo hay atentados contra la vida, se incrementa la guerra, violencia, muertes, sangre de hermanos, derramada injustamente, clama a Dios desde la Tierra.

La vida es sagrada desde el seno materno, nadie es dueño y señor de su propia vida, ni de la ajena, pero la historia de la humanidad es un drama en el que se enfrentan el amor de Dios con la locura y la insensatez del hombre”.

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