Vivimkos en barbarie!.
Por Marcelo Peralta. mperiodista1958@hotmail.com
En el país hay
una crisis de valores, barbarie, niñas violadas por adultos, “podredumbre del
sistema judicial y policial”, inseguridad
social, exclusiones y falta de planes estatales, deficiencia en el nivel
enseñanza y aprendizaje.
La juventud sin oportunidades
obligada a coger las riendas de desecho y patrones anquilosados.
Presa de vicios,
delincuencia, tráfico, venta y consumo de drogas.
Esta vorágine los inclina arroparse
en “tela arañas”, sin presas del estercolero sistema democrático están vacíos de
alternativas que impide regenerarse.
Las actuales circunstancias, los
invoca asentarse poco sólido, donde no pueden readaptarse a la realidad,
salir de ese marasmo, afrontar, humanizarse y transformarse.
Los seres humanos son valores
inherentes, su esencia puede ayudarle a actuar de cómo debe ser la sociedad, tener
plataforma política, económica, social, cultural, organizacional, potencia que garantice
un mejor porvenir.
La crisis rampante que
afecta a la sociedad pone en juego la libertad, paz, respeto, sosiego, justicia,
amor, falta de solidaridad al prójimo, ausencia de orientación que conlleve afrontar
el desorden prevaleciente que inicia en la cima del poder y recae a los
sectores más vulnerables.
Se perdió la solvencia moral, el porvenir desapareció, la esperanza
fraguada por jóvenes valerosos, deterioro progresivo de la solvencia moral y lo
bueno que caracterizaba a la sociedad se extingue.
Las posturas extremas
divulgadas en valores se esfumaron, el retorno es amenazante, se acabaron las
esperanzas de transformar valores y nada que conduzcan del presente al porvenir
anhelado.
Vivimos en crisis,
moral, familiar, institucional, se perdió la capacidad de cultivar valores y la
esencial de rescate del motor que daba vidas.
El tiempo de cambio nunca ha
llegado para bien, hay profundización en valores éticos, morales,
trascendentales que configuran la sociedad, porque ni siquiera se pueden caminar
seguro por las calles a ninguna hora del día ni en las noches.
Estamos cimentado la realidad
en el tener, atender las necesidades básicas, seguridad y la supervivencia
estaban garantizadas, sino que no hay paz en los actuales momentos, ni siquiera
estando trancados en la casa.
Todo lo han adulterado, se ha
perdido la universalidad, sentido que son inherentes al ser humano, predomina el
individualismo desaforado, consumismo de lo superfluo y lo perjudicial.
Vivimos en un ambiente donde
debe generar niveles de violencia, desprecio por la persona, desenfreno de lo
material, aceptación de la mentira, engaño, la transculturación es lo que vale
porque se ha creado una masa uniforme fácil de manejar y que ha caído en el
relativismo moral.
Los valores se vapulean al
estilo de tendencias de moda, se propician cambios contradictorios, vale lo
falso y lo justifica diciendo que no quiere anquilosarse, que se moderniza, ya
no es como los tiempos pasados.
Abrimos las puertas al totalitarismo, a lo excluyente, nos manejan fácilmente por medio del miedo, mensajes propagandísticos, la tecnología convertida.
Vivimos en valores vacíos, forzados
y falsos bajo el pretexto de ser el progreso, evasión y la huida de la realidad
que nos rodea a granel, sin pensar el devenir del tiempo.
Nos impiden trazar metas,
sino el desorden con alcohol, violencia, drogas, sexo, ocio, tedio, vida sin
valores, excitaciones efímeras, vacías sin miramientos a edificar una nueva
sociedad.
Predomina un bombardeo de
información instantáneo que suplanta el análisis, sentido histórico, frivolidad,
alteran las bases de la educación, patrones de conducta, impiden promover la vida feliz, verdadera, cómoda, sin contaminación, sino
superficial y carezca de sentido.
Llenos de “cicuta” están los
ámbitos, se incrementa la especulación, hay más banca de lotería y juegos de
azar que aulas para estudiar, de roban los espacios públicos, las aceras,
contentes, áreas verdes, el sistema educativo es un “estercolero”.
Abundan los simuladores, transformadores
de lo nocivo para acabar de dañar la sociedad, se dejó de fomentar el sentido
crítico de la realidad educativa, la capacidad para decidir, debatir y se ha
abandonado la competitividad, honestidad, respeto, la moral y cívica desapreció.
La dignidad de las personas,
lo social, cultural, pensamiento ético, capacidad para discernir, por lo que
debemos mirar a tener una forma activa, espíritu solidario y necesidad un mejor
cambio en nuestro entorno, sin perder los orígenes de esa perspectiva, lo que nos
rodea la vida, el mundo físico y el mundo espiritual.
¡Ojalá reflexionemos a
tiempo!.
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