jueves, mayo 05, 2022

Vivimkos en barbarie!.

Por Marcelo Peralta.  mperiodista1958@hotmail.com

En el país hay una crisis de valores, barbarie, niñas violadas por adultos, “podredumbre del sistema judicial y policial”,  inseguridad social, exclusiones y falta de planes estatales, deficiencia en el nivel enseñanza y aprendizaje.

La juventud sin oportunidades obligada a coger las riendas de desecho y patrones anquilosados.

Presa de vicios, delincuencia, tráfico, venta y consumo de drogas.

Esta vorágine los inclina arroparse en “tela arañas”, sin presas del estercolero sistema democrático están vacíos de alternativas que impide regenerarse.

Las actuales circunstancias, los invoca asentarse poco sólido, donde no pueden readaptarse a la realidad, salir de ese marasmo, afrontar, humanizarse y transformarse.

Los seres humanos son valores inherentes, su esencia puede ayudarle a actuar de cómo debe ser la sociedad, tener plataforma política, económica, social, cultural, organizacional, potencia que garantice un mejor porvenir.

La crisis rampante que afecta a la sociedad pone en juego la libertad, paz, respeto, sosiego, justicia, amor, falta de solidaridad al prójimo, ausencia de orientación que conlleve afrontar el desorden prevaleciente que inicia en la cima del poder y recae a los sectores más vulnerables.

Se perdió la solvencia  moral, el porvenir desapareció, la esperanza fraguada por jóvenes valerosos, deterioro progresivo de la solvencia moral y lo bueno que caracterizaba a la sociedad se extingue.

Las posturas extremas divulgadas en valores se esfumaron, el retorno es amenazante, se acabaron las esperanzas de transformar valores y nada que conduzcan del presente al porvenir anhelado.

Vivimos en crisis, moral, familiar, institucional, se perdió la capacidad de cultivar valores y la esencial de rescate del motor que daba vidas.

El tiempo de cambio nunca ha llegado para bien, hay profundización en valores éticos, morales, trascendentales que configuran la sociedad, porque ni siquiera se pueden caminar seguro por las calles a ninguna hora del día ni en las noches.

Estamos cimentado la realidad en el tener, atender las necesidades básicas, seguridad y la supervivencia estaban garantizadas, sino que no hay paz en los actuales momentos, ni siquiera estando trancados en la casa.

Todo lo han adulterado, se ha perdido la universalidad, sentido que son inherentes al ser humano, predomina el individualismo desaforado, consumismo de lo superfluo y lo perjudicial.

Vivimos en un ambiente donde debe generar niveles de violencia, desprecio por la persona, desenfreno de lo material, aceptación de la mentira, engaño, la transculturación es lo que vale porque se ha creado una masa uniforme fácil de manejar y que ha caído en el relativismo moral.

Los valores se vapulean al estilo de tendencias de moda, se propician cambios contradictorios, vale lo falso y lo justifica diciendo que no quiere anquilosarse, que se moderniza, ya no es como los tiempos pasados.

Abrimos las puertas al totalitarismo, a lo excluyente, nos manejan fácilmente por medio del miedo, mensajes propagandísticos, la tecnología convertida. 

Vivimos en valores vacíos, forzados y falsos bajo el pretexto de ser el progreso, evasión y la huida de la realidad que nos rodea a granel, sin pensar el devenir del tiempo.

Nos impiden trazar metas, sino el desorden con alcohol, violencia, drogas, sexo, ocio, tedio, vida sin valores, excitaciones efímeras, vacías sin miramientos a edificar una nueva sociedad.

Predomina un bombardeo de información instantáneo que suplanta el análisis, sentido histórico, frivolidad, alteran las bases de la educación, patrones de conducta,  impiden promover la vida feliz,  verdadera, cómoda, sin contaminación, sino superficial y carezca de sentido.

Llenos de “cicuta” están los ámbitos, se incrementa la especulación, hay más banca de lotería y juegos de azar que aulas para estudiar, de roban los espacios públicos, las aceras, contentes, áreas verdes, el sistema educativo es un “estercolero”.

Abundan los simuladores, transformadores de lo nocivo para acabar de dañar la sociedad, se dejó de fomentar el sentido crítico de la realidad educativa, la capacidad para decidir, debatir y se ha abandonado la competitividad, honestidad, respeto, la moral y cívica desapreció.

La dignidad de las personas, lo social, cultural, pensamiento ético, capacidad para discernir, por lo que debemos mirar a tener una forma activa, espíritu solidario y necesidad un mejor cambio en nuestro entorno, sin perder los orígenes de esa perspectiva, lo que nos rodea la vida, el mundo físico y el mundo espiritual.

¡Ojalá reflexionemos a tiempo!.

 

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