No dejemos solo al Ministerio Público.
Articulista invitado: Por Roberto Rodríguez.
Entre
sorpresas y espantos el país ha venido presenciando las revelaciones y acciones
jurídicas que lleva a cabo el ministerio público en su misión sin precedentes
de perseguir y enjuiciar a aquellos malos dominicanos que históricamente han
hecho del Estado un botín que se han repartido a su antojo y conveniencia.
A
pesar de la seriedad de estos casos de corrupción, buena parte de la población
los sigue cual si se tratara de un circo romano de nuevos tiempos sin detenerse
a medir las consecuencias que los mismos podrían generar si en esta tarea se
deja solo a ese equipo del ministerio público que ha mostrado estar dispuesto a
escribir la historia de la decencia entre el antes y el después.
Es
momento de que los hombres y mujeres que con gallardía han decidido enfrentar a
esa caterva de indolentes que no han desperdiciado oportunidad para desangrar
las finanzas públicas reciban el apoyo de aquellos buenos dominicanos a los que
les duele el país y su futuro.
El
más reciente de ellos, tómese en cuenta el entramado conformado por la mayoría
de las instituciones públicas relacionadas con el manejo de las finanzas del
Estado, debe servir de alerta como para lanzar un movimiento nacional que en
todas sus manifestaciones alienten y apoyen las acciones de la justicia.
No
hacerlo ahora, podría dar lugar a que los mismos capitales sustraídos al Estado
sean utilizados para obstaculizar la labor de los fiscales mediante campañas de
descréditos ejecutadas por vándalos que como sicarios de los medios de
comunicación han estado y están dispuestos a vender sus mentiras y su silencio
en beneficio de sus mecenas.
Es
hora de volver a la Plaza de la Bandera, parques, plazoletas y todos los
escenarios posibles a nivel nacional para que el sentir de este pueblo se
manifieste sin reservas en apoyo a la gestión del ministerio público y exigir
justicia sin escamoteo.
No
olvidemos que el monto de dinero que en su conjunto involucran estos casos de
corrupción, tiene la capacidad para producir en el país una versión caribeña de
la Noche de los Cuchillos Largos, esta vez tratando de llevar a los magistrados
a un paredón moral cuyo muro sea levantado con infamias y degradaciones que
terminen confundiendo a la población.
La
advertencia está hecha, y aunque mi deseo es equivocarme, no sobraría una
ratificación nacional de los buenos dominicanos para que se escuche de nuevo su
grito de ¡basta ya de impunidad y corrupción!
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