República Dominicana: Desigualdad en las políticas públicas Víctor Ramos.
Por Víctor Ramos
República Dominicana: Desigualdad en las políticas públicas.
Hay una impresión, que parece colectiva, de que las cosas no están bien en la República Dominicana, al decir de una importante firma encuestadora la delincuencia, desempleo, la inflación y la corrupción (Gallup, 2019), estos elementos repercuten en las condiciones y calidad de vida de las personas; y diversos indicadores revelan el nivel de incidencia en la población.
Los indicadores básicos de salud, como la mortalidad materna y la mortalidad infantil muestran resultados poco alentadores, lo mismo que la desnutrición infantil, y la alta prevalencia de enfermedades un 43%.
A nivel provincial, las estadísticas oficiales indican que en la provincia El Seibo, la mortalidad infantil fue de 3.4 por 1000 nacidos vivos, en tanto que en Santiago fue de 32.5 por 1000 nacidos vivos (Ministerio de Salud, 2020).
Si la delincuencia común y la de cuello blanco no se trabajan con firmeza las consecuencias son letales para el desarrollo social y empresarial.
A pesar de que la economía dominicana exhibe fortalezas para enfrentar las dificultades económicas internas y externas, “los logros en materia de crecimiento económico no son consistentes con los avances en los indicadores sociales que evidencian el desarrollo humano del país y que dejan ver que, empero la bonanza económica, prevalecen privaciones y brechas de acceso a servicios sociales que limitan las oportunidades de tener un adecuado nivel de bienestar” (PNUD, 2013).
Las mejores políticas públicas son aquellas que están orientadas y centradas en el crecimiento y desarrollo de las personas y en los medios establecidos para prevenir la distorsión que provoca la corrupción y la delincuencia.
La violencia, también está vinculada a un menor crecimiento económico. Puede reducir y distorsionar la inversión al generar incertidumbre sobre los derechos de propiedad, afectar la formación de capital humano y, por tanto, la productividad, y destruir el capital físico y natural (PNUD, 2021).
Se crean mecanismos para favorecer sectores económicos que afectan el bienestar de la mayoría y lastimosamente castigan a los que aportan el trabajo que incide en el desempeño de la empresa.
El sistema de salud, sugiere en función de sus resultados una urgente revisión. Indica el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas que coexisten junto a la baja calidad de la atención sanitaria, otros factores que requieren intervenciones impostergables, pues contribuyen a agravar esta problemática y que se vinculan entre sí, tales como las limitaciones de acceso a servicios de atención preventiva y especializada adecuada, la falta de acceso a educación de calidad, la exclusión social y de género en materia de oportunidades laborales, socioeconómicas y participativas (PNUD, 2021).
El Sistema de Indicadores Sociales de la República Dominicana (SISDOM, 2018 – 2019), señaló que existen amplias brechas de acceso entre las regiones de desarrollo del país.
En dos de las 10 regiones el acceso a la red pública de servicio de agua es inferior a 80 %; estas son, Yuma (73.4 % y Cibao Sur (77.7 %). Mientras que en tres regiones el nivel de acceso es superior a 95%: Ozama o metropolitana (98.1 %), Enriquillo (97.3 %) y Cibao Noroeste (96.5 %) (MEPyD, 2021).
Ahora, se retoma el siguiente aspecto: la República Dominicana, es un mundo de oportunidades. En el aspecto político “el 63% de la población tiene la percepción de que el país está gobernado en beneficio de los intereses de unos pocos” (PNUD, 2021).
Aunque parece una percepción alta, la República Dominicana ocupa el cuarto lugar y otros países alcanzan la percepción de 91% y 94% como lo es caso de Costa Rica y Paraguay respectivamente.
Es importante hacer notar que esa percepción está basada en los criterios de injusticia y desigualdad.
Si el nivel de estos criterios tiene un 63% basta con decir que hay una reprobación de las políticas públicas implementadas. Algunos analistas se sienten bien al saber que otros tienen pero nota que la República Dominicana.
Puede haber oportunidad para una persona con un sistema que promueve la desigualdad a gran escala, el empobrecimiento desmedido bajo el amparo publicitario y acciones de políticas públicas que tienen a contribuir más con los poseedores del poder económico y político que la población común.
Algunos ejemplos: La Ley 66 – 97 de Educación; Ley 87 – 01 que crea el Sistema de la Seguridad Social y la Ley General de Salud 42 -01 estas legislaciones requieren de una urgente reorientación.
Por ejemplo: el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas señala que “la tradicionalmente baja inversión pública en educación se ha traducido en una oferta educativa de baja calidad, acentuada por una precaria infraestructura física que se caracteriza por una escasa disponibilidad y condiciones deterioradas, que dificultan el proceso de aprendizaje de los alumnos” (PNUD, 2021).
La pobreza aleja la posibilidad de crecimiento y desarrollo, en una investigación realizada en el año 2018 se determinó que el 38% de las personas declararon no tener suficiente comida para alimentarse en República Dominicana (Informe Latinoamericano, 2018); esa situación antes de la pandemia es reveladora.
Ahora, la situación de no tener comida alcanza una dimensión escalofriante. En donde se revela que solo de transferencia de ayuda económica a la población el monto invertido por el gobierno central fue de RD$189,153 millones (MEPyD, 2021).
Se requiere de un modelo innovador e inclusivo que facilite los procesos para que el ciudadano común desarrolle su potencial y dependa menos de la caridad del Estado.
El autor es maestro investigador Director de la Carrera de Administración de Empresas UTESA – Recinto Mao
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