LA VIOLENCIA EN RD
A esto le llaman en República Dominicana intercambio de disparo
Por Juan Tomás Olivero
PUBLICADO EN ACENTO
Filósofo egresado de la Pontificia Universidad Católica Madre y
Maestra/Javeriana-SEPAVI,Colombia Profesor adjunto Universidad Autónoma
de Santo Domingo. Presentará tesis para optar como doctor en derecho en
la Universidad del País Vasco( España)con el título, Juan Bosch:
Dimensión Política,Filosófica y Jurídica/ "como razón sistémica"
La existencia de una policía, es un imperativo de la sociedad actual,
dada alta complejidad del mundo moderno. Una vida social, política y
económica, hoy, es inconcebible sin normas jurídicas, morales y medios
coercitivos que la hagan razoble, organizada y segura. La existencia de
instituciones políticas, judiciales y policiales, como mecanismos o
fuerzas de cohesión social es la expresión de la superación del estadio
humano y social de barbarie y salvajismo. La cultura de la norma borra
en las sociedades modernas la justicia primitiva de las sociedades
antigua que se apoyaba en la venganza colectiva de sangre o
linchamientos de las hordas. La principal característica de una sociedad
bárbara es la no existencia de normas, todo se opera por instinto y a
voluntad ; del ojo por ojo y diente por diente, expresión exclusiva de
la ley del Talión. La ley del Talión en el mundo antiguo a pesar de su
contenido salvaje, fue una superación de las sociedades primitivas,
con la misma se buscaba contralar la aplicación desproporcionada de
la justicia primitiva y su ley retributiva, o, la llamada venganza
colectiva de sangre. Con la ley del Talión, se logró establecer una
sanción proporcional a la falta cometida, de ahí, el origen del vocablo
en latín: "talis o tales", igual o idéntico, como forma de convivencia
regulada el talión predica la existencia de una norma, signo este de un
estadio de desarrollo superior al estadio de barbarie o justicia
retributiva donde no existía ninguna norma, en la que primaba la acción
del agredido para resarcir la sangre derramada de la tribu o de un
miembro a través de la venganza. Al retrotraerme en el tiempo y la
historia a la sociedad bárbara, la lógica no me alcanza para entender el
discurso violento y propio de sociedades atrapadas en la cultura y
mentalidad de épocas de barbarie y salvajismo, con el que se justifica
las ejecuciones extrajudiciales o las agresiones acometidas por la
Policía. En el pasado el desempeño exitoso de persecución del crimen
consistía lograr atrapar vivo al sospechoso; por lo que había que crear
una red de informante, dedicar horas por mil en vigilancias, una que
otra vez desatar persecuciones, saltar paredes, penetrar hasta moradas
privadas y, cuando un agente, de aquella época, época de la dignidad
policial, se veía en la imperiosa necesidad de tener que ultimar un
presumible delincuente, sufría un shock por haber fracasado al no
agarrar vivo el individuo. Hoy el mandato dado a las patrullas
policiales que reportan a la base y a su cuartel a través de una radio
comunicación un R8= (delincuente peligroso armado), supone no
aparecerse en el cuartel con un 28= (herido que habla), la orden es
convertirlo en un 29= (dado para bajo y boca cerrada). Este código de
muerte policial no tiene nada que envidiar al código de Hammurabi, a las
XXII Tablas de Roma y mucho menos a la ley del Talión, del ojo por
ojo y diente por diente; y, no puede ser lo contrario, cuando su propio
jefe establece que en su accionar la policía lo hará de acuerdo a las
circunstancias y devolverán golpe por golpe, discurso este que reinstala
en la mentalidad policial, la época de la barbarie y salvajismo, bajo
la filosofía y doctrina del Talión. El evangelio de Mateo (5:38-39),
en el sermón de Jesús en las colinas del Monte de Cafarnaúm dice: 38
»Oísteis que fue dicho: "Ojo por ojo y diente por diente." 39 Pero yo os
digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en
la mejilla derecha, vuélvele también la otra." Los intercambios de
disparos constituidos en la peor plaga contra la vida humana en la
sociedad dominicana actual , son linchamientos de mayor grado de vileza
que las ejecuciones populares; porque se hacen al amparo del uniforme y
en nombre de la autoridad. La policía ha hecho de esta práctica
anticristiana, un proceder legítimo de despojo del más alto y sagrado
derecho, la vida. Los intercambios de disparos son en esencia
linchamientos disfrazados de legitimidad, que empujan la sociedad
dominicana de regreso a la época de la barbarie y el salvajismo.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio