Problema en la frontera
El
tren que va desde la polvorienta localidad boliviana de Puerto Suárez,
en la frontera con Brasil, hacia Santa Cruz, la capital económica de
Bolivia, parte cada vez con menos pasajeros.
BRASIL. El tren
que va desde la polvorienta localidad boliviana de Puerto Suárez, en la
frontera con Brasil, hacia Santa Cruz, la capital económica de Bolivia,
parte cada vez con menos pasajeros.
La ruta bioceánica que une el
Atlántico con el Pacífico, y conecta a Brasil, Bolivia, Perú y Chile a
través de 3.450 km asfaltados, redujo sensiblemente el tiempo de viaje
por carretera y se ha convertido en una opción ventajosa. Pero una
frontera acechada por el narcotráfico, el soborno, el contrabando de
autos y mercancías, además del flujo de mano de obra ilegal, avisa que
aquí no todo es progreso.
Con 3.400 km de frontera compartida,
Brasil y Bolivia, el país más rico y el más pobre de Sudamérica,
respectivamente, confluyen en varios puntos, pero quizá ninguno tan
activo y con tan nítidos contrastes y problemas como el que une a la
boliviana Puerto Suárez con la ciudad brasileña Corumbá, en Mato Grosso
do Sul, a 1.400 km de Brasilia.
Por aquí circulan a diario
camiones cargados de mercancías y habitantes de ambos lados de la
frontera, muchos en busca de un trabajo o de un descuido de la policía
para ingresar droga escondida en la ropa, en maletas con doble fondo e
inclusive en los genitales.
El año pasado fueron decomisados en
este punto fronterizo 980 kilos de cocaína. Según la ONU, Bolivia es el
tercer productor mundial de cocaína, y Brasil su principal destino.
"Pero
en los últimos meses las aprehensiones de droga cayeron drásticamente.
Este año no van ni 50 kilos. Algo está cambiando: o la ruta o el medio
de transporte" de los estupefacientes, afirma a la AFP Alexandre do
Nascimento, delegado de la policía federal en Corumbá.
Apenas
despunta el día y ya asoma una fila de personas que serpentea el puesto
de migración brasileña bajo un aguacero inclemente.
Juan Quispe,
de 25 años, y su esposa, Gabriela, de 22, junto a sus dos bebés, están
de regreso a Bolivia después de dos años sin visitar su país. Quispe
cuenta a la AFP que por cinco años trabajó ilegalmente en Sao Paulo en
una fábrica de ropa, pero que logró regularizar su situación después del
nacimiento de su primera hija, en Brasil, no sin antes pagar una multa.
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