La docella sabanetera de Trujillo
Por Luís Amílkar Gómez
Era
principio de los años cincuenta. El desfile estaba en todo su
esplendor.
La calle Restauración estaba repleta de público y se dejaban
ver hombres fuertemente armados que controlaban cada movimiento de la
multitud.
El Batón Ballet de Sabaneta se
consideraba uno de los mejores del Cibao en ese tiempo.
Los muchachos tenían un uniforme muy lúcido y las muchachas, todas bellas, parecían princesas.
Los muchachos tenían un uniforme muy lúcido y las muchachas, todas bellas, parecían princesas.
De pronto, apareció ella montando un
brioso caballo blanco.
Su belleza y porte solamente eran comparadas con aquellas diosas mitológicas de la antigüedad.
Su belleza y porte solamente eran comparadas con aquellas diosas mitológicas de la antigüedad.
"¿Y quién es esa?", preguntó despreocupadamente el elegante hombre que no se perdía ni un detalle del gran acontecimiento.
"Es la hija de un campesino de Arroyo Blanco", contestó rápidamente el interpelado.
El generalísimo Rafael Leónidas Trujillo
Molina, en persona, observaba el desfile desde el pequeño balcón que
tenía la casa del gobernador provincial ubicada frente al parque (hoy es
la casa de Nenito Bourdier ó sus descendientes).
A su lado, Don Pedro Espinal se esmeraba
en responder las preguntas y curiosidades del dictador, al paso de la
marcha de los jóvenes batuteros y batuteras.
Al otro día temprano, se apersonaron dos militares en un jeep a la casa de Don Ismael.
"El Jefe quiere ver a su hija inmediatamente", ordenó uno de ellos.
"El Jefe quiere ver a su hija inmediatamente", ordenó uno de ellos.
Don Ismael sorprendido y sabiendo que
las disposiciones de El Jefe no se discutían, llamó a su hija Carla para
que se alistara y se la entregó a los uniformados.
La bella joven estuvo alrededor de un
mes, prácticamente secuestrada, en la famosa y tenebrosa Casa de Caoba
en las afueras de San Cristóbal.
Al cabo de ese tiempo, el tirano mandó a buscar a Don Ismael para que recogiera a Carla.
"¿Qué usted desea, qué usted quiere?",
preguntó el sátrapa como queriendo resarcir el "daño", a lo que Don
Ismael contestó inocentemente.
"Un puñal, Jefe, un puñal".
Al parecer, Don Ismael logró que le
engancharan dos de sus hijos a las milicias.
Uno de ellos murió en combate con los llamados "barbudos" en Maimón y el otro fue miembro de la Policía Nacional por muchos años.
Uno de ellos murió en combate con los llamados "barbudos" en Maimón y el otro fue miembro de la Policía Nacional por muchos años.
Carla llegó a ser funcionaria pública en Sabaneta por un buen tiempo y procreó un hijo con el médico maeño Fabiolo Peña.
En el pueblo no se sabía con exactitud si la criatura era hijo del galeno ó de Trujillo.
Por esa razón, el muchacho creció con la
incertidumbre de la paternidad ya que los demás niños con frecuencia le
gritaban "ahí va el hijo de Trujillo".
A pesar de que su madre le explicó
muchas veces quien era su padre, ya siendo un adulto, decidió hacerse la
prueba de paternidad y los resultados aclararon su dilema: su padre era
el doctor Fabiolo Peña.
El joven fue un estudiante brillante.
Hizo dos carreras universitarias en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduándose de Odontología y Derecho.
Hizo dos carreras universitarias en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduándose de Odontología y Derecho.
Lamentablemente, hace unos cuatro ó
cinco años murió en la flor de su juventud, después que se le
descubriera un tumor cerebral maligno.
Desde mi óptica, Carla fue una víctima
más de la oprobiosa dictadura que encabezó Rafael Trujillo, quien
disponía de las hijas, novias y esposas de los demás como simples
objetos de su desenfrenada vida sexual.
Lo que hizo Trujillo en Sabaneta lo repetía de pueblo en pueblo.
El familiar que se resistía a sus
pretensiones usualmente terminaba asesinado, o en el mejor de los casos,
preso sin límite de tiempo.
¿Cuántas muchachas como Carla vieron violadas sus inocencias a manos de este esquizofrénico dictador?
Ojalá que Carla se decida un día a
contar su historia para que nuestros jóvenes entiendan, el alto valor
que tiene en la vida de cualquier ser humano la libertad.
Por las futuras generaciones de sabaneteros y dominicanos.
Carla, cuenta tu historia.
¡No te la lleves a la tumba!
Postdata: Los
nombres de Carla y Don Ismael son ficticios.
No contaba con su autorización para escribir esta historia.
Ella todavía vive en Sabaneta y se le ve frecuentemente camino a la iglesia.
No contaba con su autorización para escribir esta historia.
Ella todavía vive en Sabaneta y se le ve frecuentemente camino a la iglesia.
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