107 años hace que EE.UU invadió a República Dominicana 1916
Antes de la llegada de los invasores a territorio dominicano, habían invadido a Colombia en 1903, Nicaragua en 1909, México en 1914, Haití en 1915 y mucho más atrás, a Cuba y Puerto Rico en 1898, este último convertido en colonial gringa y abandonada y olvidada por los yankees que quedó sumergido en el desosiego después del huracán María.
República
Dominicana rememora este 15 de mayo la primera invasión militar que sufrió por
parte de Estados Unidos en 1916, agresión que cumple 107 años.
Desde las 13 colonias que conformaron esa nación en 1776, comenzaría una
expansión hacia el oeste, arrebatando tierras a los nativos, comprando a muy
bajo costo Luisiana, Florida o Alaska, ocupando Texas e incitando a los
mexicanos a independizarse de España para luego arrebatarles buena parte de su
espacio vital.
El país norteamericano, en ese entonces, ya tenía definida su política
expansiva con el claro objetivo de construir un gran país, al precio que fuera.
Posteriormente, contando ya con un vasto territorio que se extendía hasta el
Pacífico y aún hasta las islas de Hawai, Guam o Filipinas, intervinieron
diferentes países asegurando su hegemonía económica y geopolítica.
Justificaban semejantes injerencias con doctrinas expansionistas como la de
James Monroe y su lema “América para los americanos”, la del supuesto Destino
Manifiesto, para argumentar que Dios quería que EE.UU. guiara los designios del
continente, o la del “Big Stick” (Gran Garrote) con la que Theodore Roosvelt
decía “Habla suave, pero enseña el garrote”.
A finales del siglo XIX y principios de XX, gobiernos irresponsables de la
República Dominicana endeudaban constantemente el país con empréstitos cuyos
intereses pagaban con nuevos préstamos que tomaban a empresas norteamericanas.
En mayo de 1916, el Gobierno estadounidense decidió que era el momento de
intervenir para cobrarse la deuda, y de paso organizar la producción de las
materias primas que comenzaban a escasear en Europa desde el estallido de la I
Guerra Mundial, dos años atrás.
Las tropas norteamericanas desembarcaron por dos lugares: Montecristi en el
norte recorriendo la distancia que les separaba de Santiago de los Caballeros,
segunda ciudad en importancia del país, y por el Puerto de Haina en el sur,
cercano a Santo Domingo, capital de la nación.
En ese momento el presidente dominicano era Francisco Henríquez y Carvajal,
quien solo pudo manifestar su indignación al norteamericano Woodrow Wilson.
La resistencia del pueblo dominicano, en desigual fuerza, solo se manifestó en
una batalla en La Barranquita, cerca de Santiago, que duró algunas horas, y en
ciertas acciones de grupos campesinos en el este del país que llamaron
“Gavilleros” increpando con algunas intervenciones por sorpresa a las tropas
norteamericanas.
Se puede mencionar a Gregorio Urbano Gilbert como hombre que encarnó la
resistencia y a Américo Lugo quien como intelectual creara textos denunciando
la intervención.
Los norteamericanos hicieron carreteras y puentes que optimizaron la conexión
de las distintas provincias, y optimizaron los ingenios azucareros para mejorar
su rentabilidad. También organizaron la Administración crearon un ejército: “La
Guardia Nacional” y fundaron el Sistema Torrent para la titulación de tierras
con el que muchos propietarios quedaron despojados por no poder cumplir con los
complicados requisitos que el nuevo sistema exigía; el gobierno estadounidense
se quedaba con infinidad de parcelas que utilizó para ampliar las plantaciones.
No es casualidad que también hubieran invadido a Haití desde 1915, ahora, con
los dos países controlados, traían sin problema la mano de obra barata para
trabajar la caña.
Terminada la I Guerra Mundial, los países europeos fueron poco a poco
normalizando sus producciones agrícolas, por lo que los EE.UU. fue bajando las
ventas.
De manera
que desde ese momento se fue negociando la salida de la República Dominicana.
Hubo
varias propuestas hasta que los dominicanos terminaron firmando el acuerdo
“Hugs-Peinado” para la salida de las tropas estadounidenses del país, no sin
antes reconocer la nueva deuda por la modernización de la nación, consentir una
dependencia política y aceptar unas relaciones comerciales ventajosas para los
que iban a desocupar el territorio dominicano.
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