viernes, julio 14, 2023

Hospicio San Vicente de Paul 100 años en Santiago institución paradigmática.

Por: Ignacio Guerrero y Marcelo Peralta

Santiago, R.D.-El Hospicio San Vicente de Paúl, celebró 100 años de fundada. 

Es fuente de luz  y  albergue de  personas adultas que contribuye al cuidado, protección  y  asistencia   humanitaria  a envejecientes.

Institución sólida, columna de  existencia  a personas de edades avanzadas que requieren  de auxilio,  atenciones  en salud, alimentación  y  la custodia  permanente.

 

Su Eminencia Reverendísima, Monseñor Freddy Bretón, arzobispo de Santiago y el obispo emérito  de Barahona,    Rafael Felipe Núñez, acompañaron a  varios sacerdotes, presidieron  una  eucaristía  con motivo  del 100  aniversario  del  orfelinato.

 

Para   monseñor Freddy Bretón, la visión de los fundadores de la entidad y el apoyo de la sociedad de Santiago, que ha permitido que la obra permanezca, se inspiró en la fe, adoración a Dios y el amor por los demás, vocación de servicio y el cristianismo.

Y proclamó: “Dios se sirve de cualquiera para hacer el bien”, 

Eurides Lajam de Toribio, presidenta de la Sociedad San Vicente de Paúl, destacó que “este centenario, nos llena de júbilo y nos compromete a continuar con esta misión de cuidar y proteger a los mayores de la sociedad”.

 

Apertura del Hospicio:

Orígenes del Hospicio San Vicente de Paúl se remontan al 2 de mayo de 1923, cuando el farmacéutico Emiliano Bergés, rescató de las calles de la ciudad de Santiago a tres infelices ancianas, pobres de solemnidad, sin protección ni albergue y obtuvo permiso de la sociedad La Caridad para alojarlas en el edificio.

 

Los orígenes del Hospicio San Vicente de Paúl se remontan al 2 de mayo de 1923, cuando el farmacéutico Emiliano Bergés rescató de las calles de la ciudad de Santiago a tres infelices ancianas, pobres de solemnidad, sin protección ni albergue.

 

Bergés, obtuvo permiso de la sociedad La Caridad para alojarlas en el edificio ocupado antiguamente por el hospital San Rafael, construido por ella en la calle 30 de marzo, próximo a la estación del Ferrocarril Central Dominicano, sin tener que pagar alquiler.

 

El objeto era dar una mayor dimensión a su obra y crear un hospicio para pobres, se constituyó una Junta de Beneficencia integrada por Amelia Julia viuda Espaillat, presidente; Rosa Batlle de Tavares, vicepresidente; Aida Franco de Julia, secretaria; María Grieser de Tavares, Herminia Bordas de Bergés, Felicia Espaillat de Tavares, Mayún de Saleta, Claudina Moya de Grieser.

 

Otras, fueron Regina Silverio, Adela Stefani, Adela Franco, Virginia Julia, Ulises Franco Bidó y R. César Tolentino, vocales, y el propio Emiliano Bergés, director tesorero.

 

La sociedad La Caridad cedió el edificio del hospital para su establecimiento y la sociedad San Vicente de Paúl, presidida por la educadora Rosa Smester; Junta de Beneficencia, el 15 de junio de 1923 creó la “Rama San Vicente de Paúl”, presidida por la maestra Rosa Smester.

 

El oficial del Distrito Sanitario de Santiago, Licenciado Guarionex Llinás, que era miembro de la sociedad La Caridad, dirigió la pintura, limpieza del local, pavimentación de sus pisos quedó habilitado para recibir hasta 30 asilados, 20 mujeres y 10 hombres.

 

El hospicio quedó instalado y bendecido el 8 de julio de 1923, después que dos semanas antes, el 23 de junio, el periódico La Información llamara a la sociedad santiaguera a cooperar y completar su ropero y mobiliario.

 

Doña Idalia González Nouel, esposa de Enrique J. Espaillat Julia, hizo el primer donativo y el sector comercial con su espíritu caritativo, cada sábado, el hospicio repartía alimentos a limosneros ingresados a su establecimiento y asistencia, entre 25, 40 centavos y un peso.

 

Llegado el año 1926, el número de mendigos llegó a superar la cantidad existente al momento de su creación.

En 1924, el gobierno le asignó por primera vez una subvención mensual y en 1926, el ayuntamiento de Santiago donó a la Rama San Vicente de Paúl un terreno en el barrio de Villa Belén – antes El Maco- en el espacio proyectado para el denominado “Jardín Escolar” – nunca construido- en la parte norte de la ciudad, para la construcción de un edificio propio.

 

Diseñado por la Dirección General de Obras Públicas, su construcción se inició en ese mismo año, bajo la dirección del maestro de obras Federico Villamil, quien construyó sus tres pabellones interiores.

 

Mientras el ingeniero Nicolás Cortina lo concluyó en 1929 y el edificio fue inaugurado y bendecido el domingo 5 de enero de 1930, con la asistencia de Monseñor Adolfo Alejandro Nouel, arzobispo de Santo Domingo en la presidencia de la señora Regina Silverio.

Tuvo un costo de 20 mil pesos, dimensiones de 138 pies de largo por 47 de ancho; el techo, como ahora, estaba cubierto de zinc; pisos y galerías solados de mosaicos.

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