Hospicio San Vicente de Paul 100 años en Santiago institución paradigmática.
Por: Ignacio Guerrero y Marcelo Peralta
Santiago, R.D.-El Hospicio San Vicente de Paúl, celebró 100 años de fundada.
Es fuente de luz y albergue de personas adultas que contribuye al cuidado, protección y asistencia humanitaria a envejecientes.
Institución sólida, columna de existencia a personas de
edades avanzadas que requieren de auxilio, atenciones en
salud, alimentación y la custodia permanente.
Su Eminencia Reverendísima, Monseñor Freddy Bretón, arzobispo de
Santiago y el obispo emérito de Barahona, Rafael Felipe
Núñez, acompañaron a varios sacerdotes, presidieron una
eucaristía con motivo del 100 aniversario del
orfelinato.
Para monseñor Freddy Bretón, la visión de los fundadores de
la entidad y el apoyo de la sociedad de Santiago, que ha permitido que la obra
permanezca, se inspiró en la fe, adoración a Dios y el
amor por los demás, vocación de servicio y el cristianismo.
Y proclamó: “Dios se sirve de cualquiera para hacer el bien”,
Eurides Lajam de Toribio, presidenta de la Sociedad San Vicente de Paúl,
destacó que “este centenario, nos llena de júbilo y nos compromete a continuar
con esta misión de cuidar y proteger a los mayores de la sociedad”.
Apertura del Hospicio:
Orígenes del Hospicio San Vicente de Paúl se remontan al 2 de mayo
de 1923, cuando el farmacéutico Emiliano Bergés, rescató de las calles de la
ciudad de Santiago a tres infelices ancianas, pobres de solemnidad, sin
protección ni albergue y obtuvo permiso de la sociedad La Caridad para
alojarlas en el edificio.
Los orígenes del Hospicio San Vicente de Paúl se remontan al 2 de mayo
de 1923, cuando el farmacéutico Emiliano Bergés rescató de las calles de la
ciudad de Santiago a tres infelices ancianas, pobres de solemnidad, sin
protección ni albergue.
Bergés, obtuvo permiso de la sociedad La Caridad para alojarlas en el
edificio ocupado antiguamente por el hospital San Rafael, construido por ella
en la calle 30 de marzo, próximo a la estación del Ferrocarril Central
Dominicano, sin tener que pagar alquiler.
El objeto era dar una mayor dimensión a su obra y crear un hospicio para
pobres, se constituyó una Junta de Beneficencia integrada por Amelia Julia
viuda Espaillat, presidente; Rosa Batlle de Tavares, vicepresidente; Aida
Franco de Julia, secretaria; María Grieser de Tavares, Herminia Bordas de
Bergés, Felicia Espaillat de Tavares, Mayún de Saleta, Claudina Moya de Grieser.
Otras, fueron Regina Silverio, Adela Stefani, Adela Franco, Virginia
Julia, Ulises Franco Bidó y R. César Tolentino, vocales, y el propio Emiliano
Bergés, director tesorero.
La sociedad La Caridad cedió el edificio del hospital para su
establecimiento y la sociedad San Vicente de Paúl, presidida por la educadora
Rosa Smester; Junta de Beneficencia, el 15 de junio de 1923 creó la “Rama San
Vicente de Paúl”, presidida por la maestra Rosa Smester.
El oficial del Distrito Sanitario de Santiago, Licenciado Guarionex
Llinás, que era miembro de la sociedad La Caridad, dirigió la pintura, limpieza
del local, pavimentación de sus pisos quedó habilitado para recibir hasta 30
asilados, 20 mujeres y 10 hombres.
El hospicio quedó instalado y bendecido el 8 de julio de 1923, después
que dos semanas antes, el 23 de junio, el periódico La Información llamara a la
sociedad santiaguera a cooperar y completar su ropero y mobiliario.
Doña Idalia González Nouel, esposa de Enrique J. Espaillat Julia, hizo
el primer donativo y el sector comercial con su espíritu caritativo, cada
sábado, el hospicio repartía alimentos a limosneros ingresados a su
establecimiento y asistencia, entre 25, 40 centavos y un peso.
Llegado el año 1926, el número de mendigos llegó a superar la cantidad
existente al momento de su creación.
En 1924, el gobierno le asignó por primera vez una subvención mensual y
en 1926, el ayuntamiento de Santiago donó a la Rama San Vicente de Paúl un
terreno en el barrio de Villa Belén – antes El Maco- en el espacio proyectado
para el denominado “Jardín Escolar” – nunca construido- en la parte norte de la
ciudad, para la construcción de un edificio propio.
Diseñado por la Dirección General de Obras Públicas, su construcción se
inició en ese mismo año, bajo la dirección del maestro de obras Federico
Villamil, quien construyó sus tres pabellones interiores.
Mientras el ingeniero Nicolás Cortina lo concluyó en 1929 y el edificio
fue inaugurado y bendecido el domingo 5 de enero de 1930, con la asistencia de
Monseñor Adolfo Alejandro Nouel, arzobispo de Santo Domingo en la presidencia
de la señora Regina Silverio.
Tuvo un costo de 20 mil pesos,
dimensiones de 138 pies de largo por 47 de ancho; el techo, como ahora, estaba
cubierto de zinc; pisos y galerías solados de mosaicos.
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