QUE TRISTEZA PERDER AL AMIGO
Mi testimonio.
Se fue un ángel, un
amigo, mi Monseñor Tomás Abreu
Por Marcelo Peralta
Se nos fue un ángel y un astro con luz propia.
Fuí testigo en innúmeras ocasiones del tipo de
persona de
Monseñor Jerónimo Tomás Abreu Herrera.
Creo que murió como nació. En paz.
La partida física de nuestro pastor llena de
luto a la
colectividad noroestana.
Mi cuerpo, y estoy seguro que el de muchos
noroestanos
impactó tan fuerte que cuando el reportegráfico Rafael Pujols me llamó
me quedé
sin respiración por unos instante y mudo a la vez.
Se despide una de las figuras, sin lugar a
dudas,
religiosa más querida que había en el Noroeste.
Era un hombre que se entregaba de forma total a
la labor
pastoral y a la vez, al servicio a favor del desarrollo de las
provincias
Santiago Rodríguez, Valverde, Dajabón y Montecristi, las cuales recorrió
durante 28 años.
Su trabajo religioso y social sienta un hito en
cada una
de las provincias del Noroeste.
No era su tierra de nacimiento, sin embargo, la
hizo suya
y se ganó el respeto y el corazón de cada uno de los habitantes de la
agreste Línea
Noroeste.
Demostró una entrega sin límites por cada uno
de sus
moradores reclamando con insistencia la solución de los problemas que
los
afectan y los afectan en la actualidad, ya que muchos de esos males
están
latentes.
A través de su labor dejó plasmada huellas que
durarán
siglos para que otro ser humano como él la supere.
Sus iniciativas no tenían rivales y mucho menos
cuestionamientos.
De sus 57 años como sacerdote, de los 82 de
edad que tenía
a la hora de su muerte, 28 de ellos los dedicó a la Línea Noroeste y se
convirtió así en el religioso que más tiempo dura en un lugar en la
historia de
República Dominicana.
Hay que emular el ejemplo de entrega de este
mensajero de
Dios que se nos fue a destiempo.
Con la ausencia física de este prelado, porque
en el
corazón de cada uno de los norestanos sensatos late su nombre y sus
hazañas.
Laboró con ahínco, donde prevaleció la decisión
y
voluntad de servicios, la solidaridad, la paz, la hermandad, el trato
afable,
humano, la fe, la espiritualidad, el entendimiento, la comprensión, la
reconciliación y cariñoso con todos los que conocía.
Antes de tomar decisiones, ponía de relieve los
valores y
por eso deja en el Noroeste un sello indeleble en el sentimiento de cada
familia que conforman las provincias Santiago Rodríguez, Dajabón,
Montecristi y
Valverde donde tenía la sede de la Catedral Santa Cruz, siendo el primer
obispo
que tuvo esta tierra bendita.
Aunque nació en la comunidad Quinar Quemado,
del
municipio de Jarabacoa provincia La Vega Real, sin embargo, amaba tanto
la Línea
Noroeste que prefirió morir en la comunidad Cacique, municipio de
Monción,
provincia Santiago Rodríguez, donde sus familiares más cercanos tuvieron
que
venir a verlos enfermo y hasta separarse de la tierra e irse al lado de
Dios.
Era un pastor de Almas que nos abandonó
físicamente, porque
así lo decidió el Señor Todopoderoso, pero que nos deja muchos ejemplos
muy
sanos por cierto.
Los pobladores agradecidos por sus enseñanzas y
los que
dios dio en vida, le dieron excelente manifestación de duelo por los
logros
obtenidos en las gestiones como presidente del Instituto para el
Desarrollo del
Noroeste/INDENOR/ así como la labor de pastor.
El sentimiento dejado por la muerte de este
querido y
apreciado hombre fue tan fiel, que desde la capital dominicana tuvo que
trasladarse su Eminencia Reverendísima Nicolás Cardenal de
Jesús López Rodríguez, a ofrecer
testimonios desde que eran jóvenes e ingresaron a la fe católica.
Más aún, fui testigo que durante el velatorio,
las estaciones
de radio, los canales de televisión mantenían en sus programaciones
música.
Los choferes de guaguas de transporte de
pasajeros
colocaban música con el volumen muy reducido.
Además, observé que en las calles los pregones
de víveres
y vegetales que circulan por las calles, durante los días miércoles,
jueves y
viernes, guardaron sus altoparlantes hasta que se cumplieran los tres
días de
duelo que decretó la Sala Capitular del Cabildo de Mao en señal de luto y
de
respeto por este consagrado hombre que lo entregó todo a cambio de nada.
Así mueren los hombres de bien, en conciliación
con Dios.
Adiós mi amigo y mi monseñor.
Comentarios
Publicar un comentario