Transformarán a Montevideo
En unos años, Montevideo será irreconocible”.
La
frase pertenece al asesor inmobiliario Julio Villamide, el agente
privado con más visibilidad en el medio y que asesora a las principales
gremiales inmobiliarias.
Lo dijo pensando en el impacto que tendrá en el
corto plazo la ley de promoción de vivienda de “interés social”, una
herramienta aprobada por todos los partidos políticos en 2011, que
surgió en el ámbito privado y que en poco más de un año permitió que 158
proyectos privados generen 5.166 viviendas nuevas destinadas a la clase
media.
El gobierno no supo, no quiso o no pudo transmitir esa realidad,
que se convierte en una verdadera revolución silenciosa.
Para las familias de clase media el sueño de la casa propia resulta a
menudo más sueño que otra cosa.
La construcción de viviendas fuera de
la franja costera, pero sobre todo los programas oficiales para que las
familias puedan acceder con menos ahorro previo e incluso subsidio a la
cuota hipotecaria, abre una brecha tentadora para solucionar uno de los
problemas endémicos.
Tal es el éxito del plan del gobierno junto a los privados, que el
Ministerio de Vivienda se dio cuenta de que podía retirar requisitos
previos para que las familias participen de programas, como el de tener
menores o personas discapacitadas a cargo.
Hasta ahora, la política de vivienda del gobierno había pasado sin
pena ni gloria, quizá oculta por otros problemas más preocupantes, como
la seguridad o la educación.
En 2012, el gobierno terminó de construir
2.207 viviendas nuevas, mientras que 10.629 estaban en ejecución, según
dice la memoria anual del ministerio remitida al Parlamento en marzo.
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