Aún no confío.
Aunque dieron
razón en partes a República Dominicana en torno al proceso de regularizalación.
El peligro no ha
pasado.
Hay quienes ponderan el
civismo que primó en este encuentro.
Ahora se realizará el segundo en la zona
Sur dominicana.
Muy bien que los haitianos presentes en
la actividad entiendan que somos soberanos, dotado de Constitución, leyes,
lengua diferente, Escudo, frontera, país libre, humanitario, hospitalario.
La clave de ellos
es tratar de minimizar las críticas sin fundamentos vertidas en nuestra
contra en el mundo.
El peligro no ha pasado y sigue firme.
Las pequeñas conversaciones que se han sostenido
parecen que hacen entender a los haitianos negociadores.
Haiti es de las peores pesadillas que tenemos a
nuestro alrededor.
Ellos han crecido a nuestro lado, se acostumbran al sistema
dominicano, pero nos acaban a nivel internacional.
Son como las inundaciones, las tormentas tropicales, los
huracanes, pero que a la hora de necesidades son como las sombrillas para tapar
el sol y las lluvias.
Sin embargo, la gravedad de la situación es que mientras
los haitianos nos critican en foros internacionales, a cada minuto entran por
la frontera decenas de haitianos ilegales.
El clima por la presencia de haitianos es cada vez más
común y los dominicanos tenemos que pagar el precio.
Como dominicanos tenemos que aceptar el hecho de que estamos
rodeados e invadidos por los haitianos.
Vivimos en una Nación
que lamentablemente hacemos frontera con nuestros enemigos.
Las playas hermosas
y los ecosistemas diversos son una gran parte de la razón de vivir y los
haitianos las están dañando.
Abrigo la esperanza
de que República Dominicana algún día será libre de haitianos para tranquilidad
de Juan Pablo Duarte.
Por qué no confío en los haitianos.
Ni bien termina la alegada fructífera reunión un desaforado sed manifiesta de esta manera:
El periódico
haitiano Le Nouvelliste atribuye a un político de ese país haber dicho que los
dominicanos irían a financiar “en gran parte” a candidatos congresuales en las
próximas elecciones parlamentarias y locales (municipales) que habrán de
celebrarse en Haití.
Por qué no confío en los haitianos.
Ni bien termina la alegada fructífera reunión un desaforado sed manifiesta de esta manera:
El propósito del
supuesto financiamiento, según el editorial del referido periódico, es el
interés de la
República Dominicana de incidir ante el Congreso haitiano
para escoger a un Primer Ministro que sea favorable a los intereses de los
dominicanos.
Le Nouvelliste, uno
de los principales periódicos del vecino país, atribuye esas declaraciones al
ex senador haitiano Jean Héctor Anacasis, a quien el propio medio vincula a los
pasados gobiernos dictatoriales en Haití.
Esas afirmaciones
de Jean Héctor habrían sido ofrecidas a una emisora de radio de Santo Domingo,
el pasado lunes. Sin embargo las mismas no fueron resaltadas a nivel de los
medios locales.
Sin embargo, en los
datos de que dispone el periódico no se revela qué sector de la sociedad de la República Dominicana
estaría interesado o actuando en esa dirección.
El periódico amplía
la información diciendo que desde ya los dominicanos están visitando lugares
específicos en Haití, como “los distritos de provincias”, para identificar
futuros buenos candidatos a quienes les estarían ofreciendo apoyo y medios de
comunicación a su servicio.
Anacasis ha dicho
–según el periódico- “que los revendedores (dominicanos) deambulan por los
distritos de la provincia para enjuagar futuros buenos candidatos y ofrecer
apoyo y medios de comunicación”.
Añade que esos
dominicanos que buscan financiar a políticos de Haití se auto presentan como
pro haitianos, “pero cuelgan soluciones rápidas como amigos del otro lado de la
frontera” y se ponen a disposición de quienes los soliciten.
Dice el periódico
que no se trata de un apoyo meramente político ni por cuestiones ideológicas,
sino que se trata de “una estrategia bien pensada”.
Afirma que en las
últimas elecciones haitianas celebradas en el 2010, algunos candidatos ya
habían dado a entender que “la válvula dominicana se inundó parcialmente”.
El editorialista
define a Haití como un pueblo donde todo el mundo le encanta hablar de
política, pero la gente se niega a poner sus manos en los bolsillos.
“Los partidos y los
candidatos no son reacios a aceptar ayuda”, complementa.
Haití repitió el
año pasado otra crisis política que terminó por aplazar sus elecciones
parciales que estaban programadas para principios de 2013.
Cuando celebre sus
comicios el vecino país debía elegir a un tercio del Senado (diez
legisladores), además de otros 142 concejales y 570 asambleístas locales en
todo el territorio nacional.
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