EL PODER JUDICIAL SIGUE DE CENICIENTA.


Santiago Caba.


Por Santiago Rafael Caba Abreu.

Desde hace mucho se ha señalado que la Justicia Dominicana es la Cenicienta dentro de la división de poderes del Estado Dominicano, lo cual viene dado por un lastre que empieza con su historia de composición y se extiende a la Fórmula de creación del Consejo de la Magistratura de hoy día.

Pues hay que analizar esa definición negativa de un órgano cuya función especial es velar por el cumplimiento de la ley, la interpretación de la norma creando una cultura jurisprudencial uniforme que garantice la seguridad jurídica del país.

Reconociendo los derechos de las personas, tutelando los derechos fundamentales y poniendo freno al ejercicio del poder de los demás órganos del Estado, sancionando las conductas ilícitas que atenten contra el patrimonio público y privado, así como manteniendo la paz colectiva.

A partir de la síntesis anterior no se entiende cómo la Justicia puede arrodillarse ante otro poder del Estado, puesto que su función es más abarcadora y produce consecuencias más graves.

Se ha dicho que la "ingratitud de un juez es defendible", es decir, que éste no puede valorar los favores recibidos para producir un acto injusto, por lo que debe olvidar hasta a quien le nombró en el cargo.

Sin embargo, lo que percibía nuestra sociedad es contrario al criterio que debería imperar, que evidentemente provoca un descreimiento social de la independencia del poder judicial y le coloca como la Cenicienta de los poderes públicos.

Así pues, la división de los poderes en la República Dominicana es una ficción ideológica, una simulación estatal y demuestra el ejercicio pusilánime de sus actores.

A modo de ejemplo tenemos lo que hoy, esta mañana, ocurrió en la Cámara Penal y Juzgado de la Instrucción, donde todos los procesos fueron suspendidos por una excusa de la Procuraduría Fiscal de Montecristi, quienes informaron "haber sido convocados a una actividad en la gobernación provincial".

Cosa insólita, una aberración propia de los países donde impera el caudillismo.

Oí a una juez decir "esto solo se da en Montecristi"...., bueno es una manifestación de la debilidad institucional, de una deficiente cultura democrática y una real dependencia del aparato judicial al poder político de la nación, en fin se demuestra que a nuestra justicia bien le viene el mote de "cenicienta".

Ojalá se entienda y la sociedad misma se empodere de la necesidad de producir un cambio efectivo de este tipo de cosas.

Feliz resto del día!

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