La paradoja de convertir basura en electricidad y perjudicar a los más pobres.

El periódico El País de España, dice que en el mundo millares de personas pierden sus empleos por el uso de máquinas.
Define como paradoja de la vida el hecho de convertir la basura en
electricidad y perjudicar a los más pobres es cuestión de conciencia que debe ser analizado.
El periódico El País de España resalta la
paradoja que existe en muchos países de convertir la basura en electricidad,
sin embargo, no hay alternativa para cientos de personas pobres que viven de
las recolecciones de materiales vendibles.
Indica el rotativo que una planta de
transformación de desperdicios en energía en Adís Abeba provoca protestas de
los recicladores y evidencia el conflicto social derivado de la privatización
de residuos sólidos urbanos.
El basurero más
grande de Etiopía —llamado Koshe, que significa "sucio"
en amárico— sufrió un desprendimiento masivo de tierra.
El derrumbe de los
desechos, en los que trabajaban decenas de recolectores de basura, causó la
muerte de 48 de estos trabajadores del sector informal.
Como en tantas otras
ciudades en países de renta baja, la mala gestión de los desechos urbanos en
Adís Abeba evidenciaba un reto abismal tanto para la salud pública como
medioambiental.
Tan solo unos meses más tarde, en agosto de 2018, en el mismo
vertedero, se inauguraba la planta de incineración Reppie, la primera de su
tipo en África.
Se iniciaron entonces las primeras operaciones para transformar
la basura de Koshe en electricidad para los más de tres
millones de residentes de la capital etíope.
La falta de
inversión pública en servicios básicos y en la gestión de desperdicios de
muchas ciudades africanas provoca, entre otras consecuencias, la quema de
residuos que contribuye a elevar los niveles de contaminación del aire.
Asimismo, la mala administración de desechos urbanos causa la obstrucción de
ríos y desagües en época de lluvias, y por tanto el estancamiento de aguas
residuales, que acaban siendo caldo de cultivo para la propagación de
enfermedades como la malaria, el tifus, el virus del zika o el dengue.
Con una instalación
que le ha costado al Gobierno etíope 120 millones de dólares, Adís Abeba se ha
puesto a la cabeza de la sostenibilidad ambiental en materia urbana.
Ubicada a
ocho kilómetros de la sede de la Unión Africana, en un espacio de siete hectáreas
dentro de las 37 que ocupa el vertedero urbano de Koshe, Reppie ha
transformado aquello que durante 50 años fue el único vertedero de la capital
en una fuente de generación de energía limpia.
Construida por la
Corporación Estatal de la Red Eléctrica China (CNEEC) y la empresa singapurense
Cambridge Industries, la compañía Etíope de Energía Eléctrica se ha situado con
este proyecto como un paradigma de modernización del tratamiento de los
residuos sólidos municipales.
A pesar de que es la CNEEC quién está a cargo de
las operaciones y el mantenimiento de las instalaciones, se prevé que la
capacitación de empleados etíopes y su preparación para operar la central
recaerá totalmente en manos locales en 2021.
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