¿Pa' dónde va Vicente?
Por Néstor Estévez
El saber
popular es inmenso. Gracias a él, se cuenta con una especie de arsenal de
expresiones para referir, explicar y entender una gran diversidad de
situaciones.
La que
pone título a este escrito, acompañada de la respuesta “pa' donde vaya la
gente”, y otra expresión muy parecida: “En Belén con los pastores”, sirven para
referirse a quien va porque lo llevan. Así se suele hacer alusión a quien
desdice de su condición de ente pensante.
Hace
mucho que el tema fue abordado por un destacado escritor uruguayo. "Cada
uno acepta lo que va descubriendo de sí mismo en las miradas de los demás, se
va formando en la convivencia, se confunde con el que suponen los otros y actúa
de acuerdo con lo que se espera de ese supuesto inexistente". Así lo
explica Juan Carlos Onetti.
Desde el
saber popular hasta Onetti, muchas son las alusiones a ese “rumbo hacia la
nada” que caracteriza a gran parte de las acciones humanas. Y cierto es que
hasta ahora resulta imposible lograr control absoluto de lo que haya de
ocurrirnos y de incidir en nuestro entorno, pero también es mucho lo que se ha
logrado para gestionar y bien orientar nuestras acciones.
Eso
explica que quien asume el rol de Vicente “pase con fichas”, como se dice en
dominó. Eso explica que quien logra enfocar a tiempo aproveche lo que otros no
han alcanzado a ver. Si a eso se suma cierto grado de perversidad, quien logra
ver a tiempo termina sacándole provecho a lo que vio y también a quienes no
logran despertar.
En ese
contexto es muy útil recordar que el 11 de julio ha sido escogido por la
Organización de las Naciones Unidas como el Día Mundial de la Población. Esa
decisión tiene su historia. Naciones Unidas estima que fue el 11 de julio
de 1987 cuando completamos los cinco mil millones de personas en el planeta.
Justamente
35 años después, Naciones Unidas anuncia que estamos a punto de completar los
ocho mil millones de personas en el planeta. ¿Qué significa esto,
principalmente si atendemos a los conflictos por el control y uso de los
recursos? Claro está que se trata de un reto global, pero ¿cómo incide esto en
términos territoriales y personales?
El
Secretario General de Naciones Unidas acaba de hacer un llamamiento para
destacar “la necesidad de adoptar acciones centradas en las personas para
garantizar que puedan satisfacerse las necesidades de las generaciones actuales
y futuras”. ¿Qué se está haciendo en ese sentido? ¿Hay acciones concretas o se
trata de “buchipluma na' má”?
La
inmensa mayoría de la gente ignora que hace mucho tiempo se desea, y se cuenta
con decisiones muy concretas, además de acciones orientadas a ello, reducir la
población del planeta. Aunque ahora abundan las denominadas teorías
conspirativas, lo real es que se aprovecha la distracción colectiva para unos
cuantos “salirse con la suya”.
Hace pocos
días fue atacado un lugar conocido como “Las Piedras de Georgia”. Se trata
de un enigmático monumento en piedra, ubicado en el condado de Elbert, en
Georgia, Estados Unidos. Sus ideólogos, supuestamente desconocidos, se
encargaron de que en esas piedras destacara un texto en varios idiomas. Entre
otros temas, en el texto se ha incluido la idea de limitar la población del
planeta a quinientos millones de seres humanos. Aunque no se explica el destino
de los otros siete mil quinientos millones, no se necesita haber estudiado
mucho para deducirlo.
A todas
luces, el desvío de lo esencial y esa distracción que se resume en aquello de
que “to' e' to' y na' e' na'” van abriendo oportunidad a gente que no escatima
medios para lograr sus propósitos.
Eso
conecta muy bien con ese hacer de la guerra un show. Eso termina siendo ayudado
por la opción de vivir en campaña permanente. También explica que, en el caso
concreto de nuestro país, se juegue a la política como se juega a los gallos.
Por eso
quienes han resultado más “vivos” – creo que he debido escribir “avivatos”- se
han adelantado a buscar lo suyo en diversos estamentos de poder.
A fuerza
de sobreinformación, se encargan de aniquilar las posibilidades de que
gestionemos de manera adecuada sentimientos, emociones y acciones que nos
ayuden a “levantar cabeza”.
Con tanto
contenido nocivo, disfrazado de información, ellos logran distraernos,
desviarnos de lo esencial y mantenernos como a Vicente.
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