En baile acompasa’o
Por Néstor Estévez
Dicen que el “baila malo”
hace que el músico se pierda.
Me lo confirmó un músico muy
conocido. Lo vi voltear insistentemente la mirada mientras tocaba su piano, y
eso llamó mi atención. Lo abordé al respecto, y me habló sobre una pareja que,
además de bailar muy mal, se empeñaba en ser centro de atención.
Algo similar ocurre en torno
a las acciones vinculadas con el desarrollo territorial. Pues tratándose de
algo que atañe a la colectividad, es común que gente empeñada en ser centro de
atención eche a perder los esfuerzos de quien, de entrada, ha de asumir
iniciativas para motorizar.
Ya sabemos que “cada cabeza
es un mundo”. Ya sabemos que precisamente las contradicciones cumplen un
valioso cometido de cara a que logremos avanzar. Por supuesto, dependerá de
cómo aprovechemos cada oportunidad para que ese avance sea sostenible y
sostenido. Así opera eso que a alguien se le ocurrió llamar “desarrollo”.
Así opera eso de lo que
algunos tratadistas ubican cuatro corrientes fundamentales: una referida al
estudio evolutivo; otra, a las necesidades humanas; una tercera, que se coloca
por encima de las organizaciones, las estadísticas y los datos de la calidad de
vida de las personas a las cuales se refiere, y una cuarta, que considera al
desarrollo como algo más integral, ya que “incluye el estudio de condiciones
individuales, sociales y políticas”.
De ahí la pertinencia de que
el modelo de desarrollo para un territorio no se corresponda con ciertas
actuaciones mesiánicas que hasta llegan a disfrazarse de caridad. Tampoco ha de
ser asunto de los tristemente famosos expertos que se pavonean ante quienes
asumen como brutos y atrasados.
Y por supuesto, tampoco es
asunto de las buenas intenciones que pueda tener alguna persona u organización
de cara a “mejorar” las condiciones en que vive cierto conglomerado.
Siendo “Mes de la Patria” y
partiendo de ciertos avances concentrados en temas propiamente económicos,
además de tomar en cuenta que de manera generalizada solemos mantenernos
desviados de lo trascendente, resulta más que oportuno echar una buena mirada a
“la partitura”, a los fines de lograr un buen “baile acompasa’o”.
Una ojeada a “los números”
sirve para reparar en que la República Dominicana es la mayor economía en la
región del Caribe. El ministro de Economía acaba de recordarnos que “en 2022, a
pesar de los shocks energéticos, alimentarios y climáticos, recuperamos el
ritmo histórico de crecimiento del PIB real, cercano al 5%”.
Harto conocido es lo que ha
estado y sigue ocurriendo con el turismo en República Dominicana. El Ministerio
ha expresado que el recién pasado “se convirtió en el mejor mes de enero de la
historia para República Dominicana, con la llegada de casi un millón de
visitantes”.
Y aunque no logra mucha
visibilidad, lo real es que mucha gente nuestra, con nombres poco conocidos,
demuestra su capacidad para emprender y mejorar vidas con acciones que se
traducen en real avance en diversos puntos de la geografía nacional.
Si se pidiera un ejemplo, ahí
están las mujeres organizadas en la Asociación de Fabricantes de Artesanías de
Valverde, ASFAVAL, quienes usan la fibra del tallo del banano para fabricar
carteras, bandejas, muñecas, decoraciones diversas, cofres, otomanes,
accesorios para damas y una gran variedad de productos artesanales con muy
escasos componentes sintéticos. Con ello generan real mejoría de vida, y lo
hacen con lo que en el momento se tiene.
Visto esto, la tarea más
urgente parece estar orientada a la sostenibilidad de lo que se está haciendo
con lo que tenemos de cara a lograr lo que queremos. Y para eso es fundamental
mejorar el equilibrio.
Para ello es determinante que
el trabajo para la mejoría de vida implique organización, participación activa,
que contemos con el ser humano y su entorno como centro, que esclarezcamos la
visión, que asumamos la construcción de consensos como vía para el adecuado
seguimiento al carácter dinámico de las relaciones humanas.
Así no se pierde el músico,
aunque sea malo el bailador. Así se propicia un baile acompasa’o. Así se logra
real desarrollo. Así se logra mejoría de vida. Todo lo otro puede servir para
objetivos que van desde entretener hasta engañar.
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