Vaticina que despenalizar el aborto en el país va
Lo tilda como obligatorio, que es una marcha de la
humanidad, es una marcha de las mujeres en defensa de sus derechos”.
En una conferencia que ofreció en
la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), invitó a la ciudadanía a seguir
debatiendo el tema y “armándose de argumentos”.
La penalización de la interrupción voluntaria del
embarazo le ha costado la vida a miles de mujeres, plantea Thomas.
Sostiene que a pesar de
que es un debate que viene abriéndose espacio desde principios de siglo XX,
todavía la idea esencial de que la mujer es dueña de su propio cuerpo resulta
extraña para muchas personas e incluso muchos Estados.
En ese
sentido reconoce que el éxito de la institucionalización del aborto en Francia
se debe a que al momento de su legalización había recursos suficientes para
acompañarlo de una “formidable campaña de educación sexual”.
“Criminalizar el aborto no reduce su demanda,
simplemente lleva a las mujeres a recurrir a otras vías.
Quiénes pagan el
precio de la ilegalidad y la clandestinidad son las mujeres más pobres del
país, tras asegurar que las mujeres ricas saben dónde ir.
“Yo aborto, tu abortas, todos callamos”, manifestó
Thomas en su ponencia al observar la “doble moral” con la que algunos sectores
de la sociedad y del Estado abordan el tema.
Desmintió además el “mito” de que la legalización
incentiva el aborto, “de hecho se disminuye”.
Planteó al hablar sobre el caso
de Francia, donde la interrupción del embarazo es legal desde hace 40 años y,
para 2009, contaba con una tasa de 15 de cada 100 mil mujeres entre 15 y 44
años de edad.
“Mi cuerpo es mío y sobre mi cuerpo decido yo”,
reafirma la psicóloga y escritora franco-colombiana. Sostiene que debe ser un
derecho de cada mujer decidir cuándo está lista para ser madre, en especial si
se trata de una situación en la que su salud está en peligro, el embrión tiene
una malformación o el embarazo es fruto de una violación.
La despenalización en la legislación de cada país
es el primer paso para garantizar acceso a ese derecho, pero no es el único,
explica.
Piensa que “deconstruir” una cultura conservadora
arraigada en el imaginario social y en los actores que interceden en el proceso
que implica un aborto seguro demanda una lucha multisectorial y un debate
constante.
En Colombia el aborto terapéutico es legal desde
2006 pero, siete años más tarde, la mayoría de las colombianas acuden a abortos
clandestinos, pues continúan encontrando múltiples obstáculos. Se trata de
trabas puestas por la cultura, señala Thomas, “puestas por los medios, puestas
por el sistema de salud, puestas por el sistema de justicia”.
En ese sentido reconoce que el éxito de la
institucionalización del aborto en Francia se debe a que al momento de su
legalización había recursos suficientes para acompañarlo de una “formidable
campaña de educación sexual”.
Para la intelectual este elemento es inexorable. Al
garantizar la despenalización, “la lucha es sobre la cultura, sobre estas
barreras de acceso, capacitar a las enfermeras y a los médicos, hablar con los
jueces, hablar con la fiscalía, capacitar y esto cuesta un montón”, puntualiza.
Estado laico, Iglesia y derechos
de mujeres
Sin embargo, advirtió que cuando hay vínculo
directo entre la Iglesia y el Estado se le hace mucho más difícil al segundo
ofrecer una educación sexual integral y de calidad a toda la ciudadanía. Por lo
que reitera la importancia de la laicidad, no solo para el empoderamiento de la
mujer sobre sus derechos sexuales y reproductivos, sino también para el
desarrollo social del país.
Con
respecto a la religión católica, demostró que, a pesar del conservadurismo retrógrado
de sus máximos líderes, muchas mujeres se están empoderando sobre sus derechos
sin renunciar a sus creencias dogmáticas.
“¿Cómo va a ser la Iglesia que decida por
nosotras?” se preguntó. Para Thomas, los representantes de la Iglesia “no
tienen nada qué buscar con nuestros úteros, la respetamos pero que se queden
donde tienen que estar”.
Se refirió a lo peligroso que puede resultar para
el desarrollo ciudadano y para un sistema que busca ser democrático la
confusión de los dogmas religiosos con lo legislativo. Por lo que, al referirse
al caso dominicano, consideró de suma importancia la ruptura del contrato entre
Iglesia y Estado conocido como el “Concordato entre la Santa Sede y la
República Dominicana”.
“La gente confunde la laicidad, no es igual a
ateísmo, es totalmente lo opuesto: es la posibilidad del pluralismo religioso”,
explicó. A lo que agregó que el Estado tiene la responsabilidad de enseñar a la
ciudadanía lo que significa tener una nación de derecho laica.
Con respecto a la religión católica, demostró que,
a pesar del conservadurismo retrógrado de sus máximos líderes, muchas mujeres
se están empoderando sobre sus derechos sin renunciar a sus creencias
dogmáticas.
Mencionó al Movimiento de Católicas por el Derecho
a Decidir, que inició en México y se ha extendido por Argentina, Bolivia,
Brasil, Colombia, Chile, El Salvador, Nicaragua y Paraguay. Lo conforman
mujeres y hombres que buscan la reivindicación de la justicia social y el
cambio de patrones culturales y religiosos presentes en la sociedad que
vulneran los derechos humanos de las mujeres.
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