Periodista Luis Alfredo Collado pone a circular el libro "Los Misterios de La Sierra".
Luis Alfredo Collado
Por Marcelo Peralta
Santiago, R.D.- Con una tirada de 500 unidades,
136 páginas, el locutor y periodista dominicano radicado en Estados Unidos, Luis
Alfredo Collado puso a circular aquí su libro "Los Misterios de La
Sierra".
Ha sido en la Alianza Cibaeña ubicada en
la calle Batalla de Beller que se hizo la presentación de la obra a cuya
actividad asistieron locutores, periodistas, amigos, familiares y
amantes de la literatura.
Los periodistas Tony Rodriguez, Luis Alfredo Collado y Carlos Manuel Estrella.
Impresa en editora Opus,
observada por el escritor y medico doctor Piero Espinal, revisada por Andrés
Acevedo e ilustrada por Alexander Welmaker.
Enrique Fernandsez, Luis Alfredo Collado y Piero Espinal.
Fue maestro de ceremonia el
experimentado y dinámico Miguel de Jesús, quien definió al autor de la obra
Luis Alfredo Collado una persona muy humana, colaboradora y un excelente
profesional.
Luis Alfredo Collado.
Rescata
las tradiciones, costumbres y leyendas de tierra adentro.
La presentación la hijo el periodista
y catedrático universitario Tony Rodríguez calificándola de trascendental por
las historias que contiene, aferradas a la zona rural encumbrada en la
Cordillera Central Dominicana y su esencia cultural.
"Este
legajo de historias es un relato cuasi periodístico, cuasi literario, de un
ejercitado redactor, capaz de plasmar en oraciones, entendibles por un lector
llano, vivencias e indagaciones arraigadas en el campo dominicano" cita.
Rodríguez
destaca que para enganchar con el público global y moderno, al final del
libro hay un glosario, que permite al lector entender el significado de muchos
indigenismos, africanismos y términos campesinos que todavía forman parte del
lenguaje vivo de los habitantes serranos ubicados en el lado norte de la
Cordillera Central.
Para
colegir lo que es una pionía, un piogán, un pachuché, una litera, una jalda,
una mazamorra, un tirigüillo, una barbacoa y vocablos que aparecen en el libro,
es necesario ir al glosario, sobre todo porque son palabras que habitan en las
mentes de muchos dominicanos, pero que su significado está hoy un tanto ajeno
al lenguaje actual.
"Al
fin de cuentas, no hay misterios en La Sierra, sino el encanto y la magia de
una cultura y el embrujo de unos personajes que si bien fueron vencidos por las
máquinas, por las luminarias urbanas, por los puentes y los muros, aun añoran
volver a vivir en el hogar de las ciguapas, a andar en burros".
"Ademas, a beber agua de
la tinaja, aunque eso implique no barrer en “Viernes Santo”, ni bañarse en el
río, y que la ciencia se niegue a explicar los acertijos de los hombres y las
mujeres que viven en el campo", concluye el presentador del libro.
El
autor:
Es locutor y periodista, ha
reporteado para radio y televisión tanto en República Dominicana y en Estados
Unidos.
Reconocido con “Micrófono de
Oro”.
Fue expositor de la Lengua en
Valladolid, España.
Tiene el
objetivo de evitar que desaparezcan las raíces del pasado que inexorablemente vencido
por la tecnología y el mundo moderno.
Contenido.
“Este
legajo de historias es un relato cuasi periodístico, literario, de un
ejercitado redactor, capaz de plasmar en oraciones, perfectamente entendibles
por un lector llano, vivencias e indagaciones arraigadas en el campo
dominicano”.
Es una obra divertida y
fácil de leer. Sus personajes siempre están en acción, se desplazan a
plenitud en episodios mezclados con arte, ciencia, cultura, historia y
aventuras que producen especial interés por la secuencia de actos”,
expresó Collado.
El autor dedicó su trabajo a los campesinos, folkloristas y a la
memoria de Florentino de Jesús Cruz, a quien definió de decimero inigualable.
Relatos de Luis Alfredo Collado.
En Centroamérica, en lugares que he visitado como Costa Rica,
para sentar un ejemplo concreto, existen leyendas muy parecidas, aunque con
nombres distintos a las que conocemos aquí, historias como la de la Cegua, la
Llorona, el Padre sin cabeza, la carreta sin bueyes, la Tulevieja, los duendes,
etc.
El caso de la leyenda de la cegua, es un personaje de
Centroamérica, de origen mesoamericano, y que habla de un ser espectral que se aparece por
las noches en caminos solitarios en la forma de una mujer muy hermosa,
solicitando ayuda para que la lleven a algún poblado cercano. Una vez que la
criatura ha subido al caballo (o vehículo, en versiones modernas), se
transforma en un ser horripilante con la cabeza de una calavera de caballo.
Otro personaje, La Llorona es un espectro del folclore
hispanoamericano que, según la tradición oral, se presenta como el alma en pena
de una mujer que asesinó o perdió a sus hijos, busca a estos en vano y asusta
con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen.
Si bien la leyenda cuenta con muchas variantes, los hechos
medulares son siempre los mismos.
En la obra que nos ocupa, encontrarse con un solenodonte, con
una jutía, un galipote o una ciguapa, es la expectativa latente en cada una de
las historias serranas que narra Luis Alfredo Collado, y en la que Pablito, es
el personaje central que azuza las respuestas a las dudas y a las interrogantes
que se tejen en el libro.
Tal como afirma el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García
Márquez, “Las cosas tienen vida propia, todo es cuestión de despertarle el
ánima”.
Así es como “Pedro el Cruel”, el jinete invisible, entra al
escenario sin ser visto, aunque el tropel de su caballo lo delata, provocando
pavor en los personajes, y por su puesto en los lectores.
Aparece también la ciguapa, la mujer de pelo pronunciado, de
baja estatura, que atrae al varón hasta un lugar del que nunca regresa.
Y para atrapar a la encantadora criatura, había que buscarla con
un perro prieto cinqueño, una noche de luna llena.
Pablito entra en complicidad con varios de sus profesores, para
hacer más geniales las historias, conversa con los instructores de Zoología,
Física e Historia, convirtiendo el aula en escenario de discusión de los temas
mitológicos que no se registran en los libros de textos.
El afán de Pablito era estudiar los fenómenos excluidos por la
ciencia. Sirve de ejemplo, el extraño caso de la yegua de Elena, que todos los
días amanecía empapada de sudor y con trenzas cuidadosamente elaboradas como si
seres extraterrestres le hubieren tejido tales criznejas.
Un poquito de morbo facilitaría el entendimiento de lo que le
pasaba a la yegua de Elena, pero para probar tal hipótesis era necesario
observar el fenómeno durante largas horas por las noches, lo que para un niño
de 12 años no era aconsejable.
Pablito no era un niño cualquiera, aprendió a leer con su madre,
que tenía libros antiguos forrados de cuero, heredados de un letrado español
que había vivido de ermitaño en La Sierra. Esos libros resultaron determinantes
en la formación del niño en cuestión, porque sirvieron para solucionar los
acertijos que constantemente se encrestaban en sus neuronas.
La obra también retrata las tradiciones y creencias campesinas
que con la modernidad han ido desapareciendo de nuestra cultura.
Ejemplo, que el jueves santo a partir del mediodía no se puede
ir buscar leña al campo ni bañarse en el río ni hacer ruido; que la mujer
cuando amanece con la menstruación no puede entrar al conuco porque daña los
frutos, y que la cura de asma a un niño se logra cortándole un mechón el primer
viernes de luna nueva.
Otra característica del personaje central es que es un gran
oidor de las conversaciones de adultos, de hecho todos los niños escuchan
conversaciones y con el tiempo las razonan, solo que en el caso de Pablito, él
escucha y trata de comprobar seguido la verdad de cada fenómeno o creencia.
Un tema que llamó mi atención, fue el de las botijas. No sabía
que una botija pasa por distintas etapas.
Que cuando el propietario la entierra quien la cuida es el
diablo, que cuando el dueño muere la cuida Dios, y que el muerto elige a quién
darle la botija, y que si pasan diez años ya es parte de la tierra, y suerte de
quien la encuentre.
En fin, Luis y sus historias de niño, perdón, quise decir
Pablito, constituyen un valioso aporte al rescate cultural dominicano,
particularmente de todas aquellas tradiciones, creencias y leyendas que se
forjaron en las comunidades serranas de Jánico, Sabana Iglesia, San José de las
Matas, y en toda la franja norte de la Cordillera Central a lo largo de siglos.
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Al fin de cuentas, no hay misterios en La Sierra, sino el
encanto y la magia de una cultura y el embrujo de unos personajes que si bien
fueron vencidos por las máquinas, por las luminarias urbanas, por los puentes y
los muros, aun añoran volver a vivir en el hogar de las ciguapas, a andar en
burros, a beber agua de la tinaja, aunque eso implique no barrer en viernes
santo ni bañarse en el río, y que la ciencia se niegue a explicar los acertijos
de los hombres y las mujeres que viven en el campo.-
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