EL RUIDO Y SUS GRAVISIMOS IMPACTOS EN EL PAIS
Por: Ing. Odonel Gómez Rojas
Director Comisión Ciencia y Tecnología del
Consejo Regional Desarrollo (CRD), Ing. Físico, Sismólogo y Geofísico e
Industrial, Empresario y Catedrático Universitario.
De
acuerdo con la
Mecánica Cuántica, toda partícula es una onda y toda onda es
una partícula.
Es lo que se conoce como la naturaleza dual de la materia y
mientras dos partículas no pueden ocupar un mismo lugar al mismo tiempo, las
ondas si pueden ocupar el mismo lugar al mismo tiempo y sus efectos se suman,
se superponen.
Cuando dos ondas de sonido se encuentran en el
mismo lugar se suman y producen lo que conocemos como ruido.
El ruido es una
contaminación ambiental muy peligrosa que
se ha constituido en un gravísimo problema para la supervivencia de los seres humanos y de las
demás especies que habitan nuestro planeta.
Según un estudio de la Unión Europea, más
de ochenta millones de personas están expuestas diariamente a niveles de ruido
ambiental superior a los 65 dB y otros ciento setenta millones, lo están a
niveles entre 55-65 decibeles.
Una
persona sometida a ruido permanentemente podría enfermar y morir en poco
tiempo.
Mientras la música suave, ambiental, se utiliza para fines curativos,
el ruido intenso y permanente nos puede enfermar psicológica y físicamente.
En
el caso de nuestro país, la problemática del ruido y sus gravísimos
impactos se ha profundizado al pasar los
años ante la ausencia de políticas y acciones
efectivas que eduquen a la población
sobre sus consecuencias catastróficas y además, la falta de organismos
funcionales que enfrenten con eficacia el
problema y sus perjudiciales consecuencias.
Para
subsanar lo indicado, nuestra nación urge de las estructuras y
de los equipos humanos bien
calificados a nivel de las dependencias
municipales, regionales y nacionales del Ministerio de Medio Ambiente, así como también
de las diferentes sindicaturas, para
reducir el ruido que a nivel nacional atenta,
en forma acelerada y sin control, en contra de la vida de las dominicanas y los
dominicanos.
Lo
expresado, resulta urgente, por ser los
alarmantes grados de ruidos, una problemática que ha traspasado las barreras de las ciudades,
incrustándose en forma preocupante en nuestros campos, convirtiéndonos en una
de las islas más ruidosas del mundo.
Hoy
en día, ya no se puede disfrutar de la paz y el silencio que nos ofrecían
nuestros campos, los cuales ya son invivibles, no sólo por sus pobres condiciones
socioeconómicas, sino también, por haberse adueñados de ellos el ruido sin
reglas y sin control.
A
propósito, de nuestros campos, deseo citarle el caso de Doña Gladys Rojas, quien al cumplir sus setenta años dejó
la ciudad capital y retornó a su añorado
campo en las proximidades de San Francisco de Macorís, ya que quería
disfrutar de paz y silencio, tras su regreso a su entorno rural pasaron meses
de mucha paz y silencio, pero una noche despertó sobresaltada, en razón
de que al instalarse dos bares en la cercanía, las dos ondas musicales
reverberaron en su casa, con una potencia que sentía que las bocinas estaban
debajo de su cama. A partir de ahí comenzó a amanecer sentada, por no haber podido dormir jamás, su calidad de
vida se esfumó, quedando abatida por las angustias y la falta de paz que le han
sumergido en la enfermedad y en el
irrespeto a la sana convivencia humana.
Lo
anterior es una vivencia que ocurre a diario en nuestros campos, y con mayor
fuerza en nuestras ciudades, donde no se puede dormir y tener un diario vivir
dentro de un orden que permita el clima de paz y de salud mental que
requerimos, imponiendo como tarea inmediata a nuestras autoridades nacionales y
locales, a todos los ciudadanos en sentido general, asumir el reto de encarar
con energía la erradicación del ruido, por ser éste la peor basura que atenta en contra de la
integridad de las familias dominicanas.
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