Me lo reveló mi madre: Lloré en su vientre.

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Por Marcelo Peralta
En el discurrir de los días y mi paso por la vida, tenido logros, tropiezos, fracasos y exitos.
Mas cosas positivas que negativas y eso de lo agradezco a Dios y las enseñanzas y vivencias de mi madre.Ella me relató que antes de parirse, tres meses exactamente grité que lo escuchó todo el que estaba a su alrededor.
Era una mujer tan valiente, que parió esos 10 hijos y no buscó los servicios de las famosas ”comadronas” quienes ejercían y hacían los partos ante la escasez de médicos y las condiciones económicos de entonces.
Siendo un mozalbete, mi madre Rosalía Bernard Reyes, me hacia esas anécdotas sorprendentes que me dejaban boquiabierta, que al correr de los días se convierten en realidades tangibles mientras todavía a los diez anos de edad me pendía de sus “tetas”.
Doña Celia procreó 10 hijos: Seis hembras y cuatro varones. De esa camada, el último en ver la luz del Sol es quien suscribe.
Al ser el “nidal” había entre ambos confianza y me decía que llegarían tiempos que no habría padres para hijos ni hijos para padres.
Que llegarían tiempos que la gente andaría con dinero y no encontraría qué comprar y que toda cambiaria que para vivir era necesario construir grandes paredes y aislarse de los demás.
Todo, como ella lo presagiara está ocurriendo y por eso me siento orgullosa de que a pesar de no saber leer ni escribir vaticinaba estos tipos de convulsiones sociales que nos inquietan y a cualquier ponen a temblar por la inseguridad ciudadana y la delincuencia.
Para ser honesto la condición de no tener dinero eso nunca me ha afectado.
Ser rico tampoco me ha interesado.
Ya que la vida de los que han amasado fortunas a base de sacrificios tienen la vida en un “hilito” ya que la muerte está latente peligro en todo momento por auge de la rampante delincuencia e inseguridad.
Confieso, que el hecho de no tener dinero acumulado no me hace más grande ni pequeño, de eso no me arrepiento, desperdicié muchas oportunidades sí, pero vivo con dignidad y decoro.
Hacerme rico nunca fue ni ha sido era mi intención.
Era el de hacer una labor acorde con la ética, moral y principios básicos que me permitiera al día de hoy poder andar por cualquier calle en República Dominicana “sin sustos ni rechazos y Dios me lo ha concedido.
Y el mayor, mejor y latente ejemplo es el Accidente Cerebro Vascular-ACV- que sufrí el 25 de julio del año 2012 que me dejara cuasi al borde de la muerte obligándome a reajustar cambios en el estilo cotidiano y personales.
A Dios, a mis hijas, mi nieta de entonces, mis familiares, amigos entrañables, periodistas y dirigentes del Colegio CDP, del SNTP, personal de la Fundación Medio Ambiente y Desarrollo –FUNDAMBIENTE- doy grandes por lo que hicieron, hacen y harán mientras vida tenga.
Anécdotas:
De esos que ayer acumularon “bonanzas” a costa de acciones no morales, algunos de ellos están prisioneros sin sentencias judiciales, se les ha ido brillo, están en cuatro paredes, cobijados de deudas y sin moral, “porque las de ellos era verde y se las comieron los animales”.
Como he sido un ser humano solidario, porque eso me enseñó mi madre, de costumbre caminaba en la acera del frente de la Universidad Tecnológica de Santiago-UTESA- el timbre de mi oído derecho, que a pesar de haberme afectado por el ACV pude captar bien el sonido de mi nombre salir desde las “rejillas” de una persiana de metal que brotara de un segundo nivel.
Por principios mantendré en el anonimato el nombre de esa persona, pero los “humos de superioridad, de grandeza artificial por el dinero que había acumulado y fue de los que me aisló en su prosperidad, no obstante lo que percibí hace cerca de un mes me dieron hasta ganas de llorar”.
Esa persona me invitó a entrar a su habitación, de la cual dijo les quedaban días muy contados y fue para pedirme una “limosna” porque les daba  vergüenza salir a la calle,  donde vive harapiento, andrajoso, en un estercolero, desahuciado de su esposa, sus hijos, enfermo terminal, solo, con deudas que en las actuales condiciones en que esta es imposible pagar, hipotecada el sitio donde vive, cuasi no duerme, pasa hambre, les faltan medicamentos para sus dolencias corporales y complicaciones de todas índoles.
El drama no termina ahí, y como presagio de su muerte, durante sus andanzas por el mundo de las fantasías cayó en el flagelo de las drogas convertido en un guiñapo, cadáver viviente, solo esperando sus días finales.
Su cuadro es tan dramático y desolador, que me relató de manera tétrica que ni siquiera sus vecinos quieren saber de él, porque cuando los “vientos soplaban a su favor ni los saludaba” y sus palabras finales fueron de que tenia ordenes de irse a otro lugar carcomido de las deudas y compromisos diversos.
Algunos de mis compañeros de trabajo sin importar las condiciones y las añoranzas se divorciaron por los recursos que recibían sin prever su procedencia y hoy, algunos de ellos ni se sabe donde andan.
Su pasajera bonanza se esfumo descarriada por los dedos de sus manos, a pesar de haber logrado buenas posiciones económicas y me restregaban el hecho de haber sido “tímido” o pendejo por no seguirlos a ellos, sabiendo, y conscientes que sus fortunas la lograron mediante subterfugios y pensaron que nunca acabarían.
La mayoría de ese dinero quedó “clavado” en casinos, resorts,  lujosas cabañas,  licor Stop, lavaderos, y quien sabe en cuales otros lugares.
Sin embargo, eso a mí nunca me importó.
Su ambición fue tal, que obtuvieron conquistas a granel que en sus momentos de bonanza, viajes frecuentes al extranjero hasta me “aqueresaban”.
Y mi madre me decía: Lo ajeno es de su dueño.
El que se roba un huevo se lleva un pollo.
Después carga con una vaca.  
Su temperamento era tan fuerte que me decía “yo no quiero ver a uno de mis hijos en la cárcel, porque se me caen las alas del corazón y nunca voy a ir a verlo y prefiero que se pudra detrás de las rejas”.
Otras de sus advertencias era: No busquen problemas con  nadie.
“Si alguien lo provoca traten de evitar pelear y si ya no hay remedio denle por la barriga cuestión que no vaya a votar sangre”.

Y si por eso tienen que ir a pagar alguna multa yo siempre tengo los 5 pesos con 75 centavos que era lo que imponía el tribunal cuando se trataba de “simple Policía cuando se refería a las “garatas sin sangre”.

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