Que no se repita.

Resultado de imagen para fotos de la protesta de haitianos en la puerta del conde en santo domingo

Por Marcelo Peralta.

La provocación de los haitianos en la Puerta del Conde solo se permite en un gobierno flojo, entreguista y cómplice.

La protesta de haitianos montada en la Puerta del Conde en Santo Domingo constituye una provocación y un abuso contra los padres de la Patria y la República Dominicana.

Eso sucede en donde no existe institucionalidad y la existencia de un gobierno flojo.

Ese lugar es sagrado para todos los dominicanos, y no es justo que unos haitianos negociantes, provocadores e invasores no se les puede permitir que pisoteen a los restos en donde descansan Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella, Francisco del Rosario Sánchez y otros ilustres dominicanos.

Constituye una afrenta el hecho mde que esos protestantes hayan llegado hasta ese lugar haciendo una provocación de que la Policؙía los reprima a fin de sacar motivos y mantener vigencias en las páginas de los periódicos y los organismos internacionales.

La actividad fue dirigida por los enemigos de la REPUBLICA DOMINICANA.

Jamás debe permitirsele a esas curianas volver a ultrajar al lugar sagrado en donde descansan los restos de los padres de la Patria.

El gobierno debe destinar los recursos económicos necesarios para tener en Estados Unidos y los países enemigos de República Dominicana una entidad que se encargue de difundir esas maniobras de esos famélicos haitianos.

Hay qye recordar a esos intrusos el artículo 11 de la CONSTITUCION haitiana que dice todo hijo e hija de haitianos es haitiana en donde quiera que nazca.

Los símbolos y las memorias de los padres de la Patria hay que respetarla por encima de las pasiones de esos desbandados que en ninguna parte del mundo los quieren.

Los haitianos se están pasando de la raya y se les podría desbordar el agua en la copa.

Solo, los vende Patria y negociantes dominicanos son capaz, aunque  tengan que vender el alma al Diablo traicionan los ideales de JUAN PABLO DUARTE y DIEZ.

Comentarios