La visita de una familia y una experiencia agradable.
Este escrito está dedicado a: Rita, Luis, Luisito, Stanley y Lía, y con ellos a todas las familias buenas y sensibles del mundo.
I.- Llegada a mi hogar de personas agradables.
1.- Muchas veces nos sentimos bienaventurados sin proponérnoslo; nos creemos galardonados por la naturaleza; afortunados, bendecidos por las circunstancias. Es pura coincidencia que, de un momento a otro, podamos, por accidente, tener a nuestro lado, en nuestra misma casa, a un grupo humano con condiciones que causan alegría, regocijo permanente.
2.- En un medio social influenciado por lo nocivo, no siempre tenemos la dicha de compartir con personas que con su presencia traen alegría, alivian las penas, aplacan la indignación, suavizan los malos momentos y hacen olvidar las amarguras.
3.- La gente buena aromatizan los lugares donde hacen acto de presencia; su llegada está acompañada de fragancia, el ambiente hogareño se perfuma, se siente olor, una esencia agradable, algo así como que alguien vino a incensar el sitio que visita.
4.- Recientemente compartí en mi hogar con una familia compuesta por la esposa, el esposo, una niña y dos niños. Su llegada fue para mí un delicado gesto que me hacían por venir a estar conmigo parte de sus merecidísimas vacaciones, laborales para los padres, y estudiantiles para sus descendientes.
5.- Los cónyuges visitantes, como seres humanos son excepcionales; las conversaciones las hacen amena e interesantes; sumamente comunicativos y en sus expresivas sonrisas manifiestan pura sinceridad; generan calor humano, solidaridad y bondad, con facilidad se advierte su humildad.
6.- Los tres niños son un modelo de disciplina, educación y buenos modales; exhiben un comportamiento, una conducta ejemplar. Durante los días que compartí con los niños y la niña comprobé el gran papel que desempeñan los padres en la formación de los hijos y las hijas.
7.- Compartiendo con la agradable familia me sentí agraciado; favorecido por tener la dicha de acoger en mi casa a personas que motivan alegría; suertudo por la complacencia, el gusto que recibí por tenerlos a mi lado, conversando sin limitaciones ni malignidad.
8.- La oportuna y agradable visita de la aludida familia en mi hogar la encontré sumamente corta, limitada en el tiempo; con personas como ellos las horas parecen minutos y los días horas; hubiera querido retenerlos para continuar disfrutándolos, pasándola bien, recreándome con los maravillosos esposos y sus vástagos.
9.- Al partir, la agradable familia dejó en mi hogar lo que es el ejemplo de la afabilidad en el trato, el sentido fino de la bondad, la ternura en el proceder y el dulzor como sello de su exquisita estadía.
II.- Una experiencia positiva de una visita positiva.
10.- La familia que me honró con su visita llegó en un momento sumamente significativo para mí porque, precisamente ahora, en la presente etapa de mi existencia, estoy en un proceso de meditación y revisión, reflexionando en torno a lo que es la amistad sincera, la forma como el sentido de la lealtad se ha agrietado en la misma proporción que se ha deteriorado la sociedad dominicana en general.
11.- Los años que me quedan de vida aspiro compartirlos con personas de la calidad humana de la visita que recibí hace unos días, es decir, que sean sanas, buenas, agradables, comprensibles, sensibles; que generen bondad, inquietud por solucionar los problemas del país; que motiven felicidad, gozo, complacencia, placer, confianza, seguridad y sinceras convicciones.
12.- Deseo mantenerme lo más alejado posible de quienes en su rostro reflejan pesares, desconfianza, duda, desacierto, adversidad, disgustos, tristeza, complicaciones y dificultades; estar aislado de los azarosos, acosadores tormentosos, chismosos, intrigantes insociables, insolentes y ofensivos.
13.- Quiero compartir, tener a mi lado hombres y mujeres, jóvenes o ancianos, niños o niñas, gentes a las cuales al hablar les vea a los ojos; que impulsen a la sinceridad, sencillez y a la plena franqueza; que al hablarme comprenda que estoy de tú a tú con seres humanos campechanos, sin reservas en sus expresiones.
14.- Ante tantas dobleces y la sinuosidad que se advierten en algunos, procuro acercarme a aquellos que generan sinceridad, esa pureza que sólo sale de las almas nobles; busco apartarme por completo de los maliciosos que en cada expresión evidencian apego a los artificios, al eufemismo y a la socarronería.
15.- Deseo reconfortarme compartiendo con quienes son auténticos, espontáneos, francos en sus relaciones; sin remilgo en sus comunicaciones; con aquellos que tienen a flor de labios la pureza de su pensamiento hecho palabras; donde está ausente lo apócrifo, lo adulterado que daña lo verdadero.
16.- Aspiro tratar gente de bien, que me motiven calma, la quietud espiritual que necesitamos para sentir que estamos viviendo plácidamente la vida, libres de cualquier excitación o desasosiego; liberados de tormentosas irritaciones causadas por los sufrimientos que nos llegan violentando el deseo y derecho que tenemos a disfrutar serenamente, en reposo.
17.- Las personas nobles y de absoluta entereza me transmiten energía positiva; contribuyen a fortalecerme y afianzan en mi la convicción de que los íntegros y sanos son los más; que los negativos manchan, deslustran, mientras que los positivos honran y dan brillo.
III.- La visita de esa familia me alimenta el espíritu.
18.- Si el mundo está lleno de personas buenas, como los integrantes de la familia que me visitó, quiero tener la dicha de seguir topándome con seres humanos como ellos, formados para depositar confianza plena, entrega sin límites; amistad, hermandad y apego con absoluta franqueza y lealtad auténtica, legítima.
19.- Si he tenido la voluntad firme de estar al lado de los que aspiran a construir un mundo mejor para toda la humanidad, en lo adelante sólo quiero darle acogida en mi corazón y en mi hogar, a aquellos que, como la familia que me visitó, bien merecen por ser mis aliados en procura de bienestar, seguridad y prosperidad; para sentirme dichoso, favorecido al tener la gracia de compartir con protectores, luchadores por las causas justas.
20.- Quiero estar al lado solamente de aquellos que tengan objetivos liberadores; personas sencillas como los miembros de la familia que me visitó; con hombres y mujeres que comprendan la necesidad de cambiar nuestra realidad injusta; que estén dispuestos a llevar alegría y consuelo a los atribulados, afligidos y tristes; armonizando el deseo de justicia con la decisión de hacer el bien.
21.- Para tener a mi lado a lo mejor del país, sé que hay que escudriñar hasta lo último; sin importar los inconvenientes, escarbar con la decisión de hallar a los que están formados para vencer obstáculos hasta encontrar soluciones; porque los victoriosos siempre encuentran las salidas convenientes y oportunas.
22.- Si he pasado años y años de mi vida tratando, dentro de mis posibilidades, de encontrar un espacio para construir una mejor sociedad, no debo ahora abdicar sin hacer esfuerzo por continuar adelante, con buena compañía, con aliados que, como la familia que me visitó, transmitan energía, dinamismo e interés en crear, construir, impulsar fructíferos proyectos.
23.- Finalmente, anhelo amigas y amigos que me quieran y se dejen querer; valoren a las personas por su conducta, sentimientos y proceder; relacionarme con quienes sepan unirse por los lazos de la franqueza, no de la vileza; procuro unirme con los que respetan la camaradería, el compañerismo, la hermandad, el afecto reciproco.
Reflexión final.
a.- La vida en sociedad nos dice que en el curso de cada espacio de nuestra existencia debemos estar en condiciones de saber como proceder, a los fines de que toda actuación resulte provechosa, no infructuosa.
b.- Sin ser cientista, sociólogo ni psicólogo, después de haber alternado con personas de diferentes edades y condiciones clasistas, educativas, ideológicas y raciales, tengo la posibilidad de, luego de hacer un análisis sereno y desapasionado, formarme una idea que me permita tomar una decisión sensata, ponderada, que no me afecte ni lesione a terceros.
c.- Sin titubeos puedo decir que de bebé no tengo nada; no soy un niño pequeño; por los años alcanzados soy adulto; y para tomar una determinación la misma tiene que ser el resultado de algo muy bien pensado o de una experiencia vivida con dulzura o amargura.
d.- Recientemente, el compartir con la familia que con satisfacción acogí en mi hogar, su trato abierto y sincero me permitió afianzar la idea de que es posible, no obstante el agrietamiento social del país, mantener contacto con seres humanos buenos, y aislar a los malos, a los que dañan, lesionan y crean pesares.
Por tanto: Único
En lo que me queda de vida procuraré continuar hablando con franqueza ilimitada, pero sólo con el sincero, no con el falso; quiero comentar, explicar posiciones, pero con el que me escucha con sentido de seriedad, no con el perverso; aspiro a razonar con el que es leal, no con el farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la verdad, no la mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de existencia, que quisiera que sea largo y fructífero.
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