La visita de una familia y una experiencia agradable.


Por. Ramón Antonio Veras.
Este escrito está dedicado a: Rita, Luis, Luisito, Stanley y Lía, y con ellos a todas las familias buenas y  sensibles  del mundo. 

I.- Llegada a mi hogar de personas agradables.

1.- Muchas veces  nos sentimos bienaventurados sin proponérnoslo; nos creemos galardonados por la naturaleza; afortunados, bendecidos  por las circunstancias. Es pura coincidencia que, de un momento a otro, podamos, por accidente, tener a nuestro lado, en nuestra misma casa,  a un grupo humano con condiciones que causan alegría, regocijo permanente.
2.- En un medio social influenciado por lo nocivo,   no siempre tenemos la dicha de compartir con personas que con  su presencia traen alegría, alivian las penas, aplacan la indignación,  suavizan los malos momentos y hacen olvidar las amarguras.

3.-  La gente buena aromatizan los lugares donde hacen acto de presencia; su llegada está acompañada de fragancia, el ambiente   hogareño se perfuma, se siente olor, una esencia agradable,  algo así como que alguien vino a incensar el sitio que visita.

4.- Recientemente compartí en mi hogar con una familia compuesta por la esposa, el esposo, una niña y dos niños. Su llegada fue para mí un delicado gesto  que me hacían  por  venir a estar conmigo parte de sus merecidísimas vacaciones,  laborales para los padres,  y estudiantiles  para  sus  descendientes.

5.- Los cónyuges visitantes,  como seres humanos son excepcionales; las conversaciones las hacen amena e interesantes;  sumamente comunicativos y en sus expresivas sonrisas manifiestan pura sinceridad; generan calor humano, solidaridad y bondad,  con facilidad se advierte su humildad.

6.- Los tres niños son un  modelo de disciplina, educación y buenos modales;   exhiben un comportamiento, una conducta ejemplar. Durante los días que compartí  con los niños y la niña comprobé el gran papel que desempeñan los padres en la formación de los hijos y las hijas. 

7.- Compartiendo con la agradable familia me sentí agraciado; favorecido por tener la dicha de acoger en mi casa a personas que motivan  alegría; suertudo por la complacencia, el gusto que recibí por tenerlos a mi lado, conversando sin limitaciones ni malignidad.

8.- La oportuna y agradable visita de la aludida familia en mi hogar la encontré sumamente corta, limitada en el tiempo;  con personas como ellos las horas parecen minutos y los días horas;  hubiera querido  retenerlos  para continuar  disfrutándolos, pasándola bien, recreándome con  los maravillosos esposos  y sus vástagos.

9.- Al partir,  la agradable  familia dejó en mi hogar lo que es el ejemplo de  la afabilidad en el trato, el sentido fino de la bondad, la ternura en el   proceder y el dulzor como sello de su exquisita estadía.

II.- Una experiencia positiva de una visita  positiva.

10.-  La familia que me honró con su visita llegó en un momento sumamente significativo para mí porque, precisamente ahora, en la presente etapa de mi existencia, estoy en un proceso de meditación y revisión, reflexionando en torno a lo que  es la amistad sincera, la forma como el sentido de la lealtad se ha agrietado en la misma proporción que se ha deteriorado la sociedad dominicana  en general.

11.- Los años que me quedan de vida aspiro compartirlos  con personas de la calidad humana de la visita que recibí hace unos días, es decir, que sean sanas, buenas, agradables,  comprensibles, sensibles; que generen bondad, inquietud por solucionar los problemas del país;   que motiven felicidad, gozo, complacencia, placer, confianza, seguridad y sinceras convicciones.

12.- Deseo mantenerme lo más alejado posible de quienes en su rostro reflejan pesares, desconfianza,  duda, desacierto, adversidad, disgustos, tristeza, complicaciones y dificultades; estar aislado de los azarosos,  acosadores tormentosos, chismosos, intrigantes insociables, insolentes y ofensivos.

 13.- Quiero compartir, tener a mi lado hombres y mujeres, jóvenes o ancianos, niños o niñas, gentes a las cuales al hablar les  vea a los ojos; que  impulsen a la sinceridad, sencillez y a la  plena franqueza; que al hablarme   comprenda que estoy de tú a tú con seres  humanos campechanos, sin reservas en sus expresiones.

14.-  Ante tantas dobleces y la  sinuosidad que se advierten en algunos, procuro acercarme a aquellos que   generan sinceridad, esa pureza que sólo sale de las almas nobles; busco apartarme por completo de los maliciosos que en cada expresión evidencian apego a los artificios, al eufemismo y a la socarronería.

 15.- Deseo reconfortarme compartiendo con quienes son auténticos, espontáneos,  francos en sus relaciones; sin  remilgo en sus comunicaciones; con aquellos que tienen a flor de labios la pureza de su pensamiento hecho palabras; donde está ausente lo apócrifo, lo adulterado  que daña lo verdadero.

16.- Aspiro tratar gente de bien,  que me motiven calma,  la quietud espiritual que necesitamos para sentir que estamos viviendo plácidamente la vida, libres  de cualquier excitación o desasosiego; liberados de tormentosas irritaciones causadas por los sufrimientos que nos llegan  violentando el deseo y derecho que tenemos a disfrutar  serenamente, en reposo.

17.- Las  personas nobles y de absoluta entereza me  transmiten  energía positiva; contribuyen a fortalecerme y afianzan  en mi la convicción de que los íntegros y sanos son los más; que los negativos  manchan, deslustran, mientras que los positivos honran   y dan brillo.

III.-  La visita de  esa  familia me alimenta  el espíritu.

18.- Si el mundo está lleno de personas buenas,  como los integrantes de la familia que me visitó, quiero tener la dicha de seguir  topándome con seres humanos  como ellos,  formados para depositar confianza plena, entrega sin límites;  amistad, hermandad y apego con absoluta franqueza y lealtad auténtica, legítima.

19.- Si he tenido la voluntad firme de estar al lado de los que aspiran a construir un mundo mejor para toda la humanidad, en lo adelante sólo  quiero darle acogida en mi corazón y en mi hogar, a aquellos que,  como la familia que me visitó,  bien  merecen por ser mis aliados en procura de bienestar,  seguridad y prosperidad; para sentirme  dichoso, favorecido al tener la gracia de compartir con protectores, luchadores por las causas justas.

20.- Quiero estar al lado solamente de aquellos que tengan objetivos liberadores; personas sencillas como los  miembros de la familia que me visitó; con hombres y mujeres   que comprendan la necesidad de cambiar  nuestra realidad injusta; que estén dispuestos a llevar alegría y consuelo a los  atribulados, afligidos y tristes;  armonizando el deseo de justicia con la decisión de hacer el bien.

21.- Para tener a mi lado a lo mejor del país, sé que  hay que escudriñar hasta lo último; sin importar los inconvenientes, escarbar con la decisión  de hallar a los que  están  formados para vencer obstáculos  hasta encontrar soluciones; porque  los victoriosos siempre encuentran las salidas convenientes y oportunas.

 22.- Si he pasado años y años de mi vida  tratando,  dentro de mis posibilidades, de encontrar un espacio para construir una mejor sociedad, no debo ahora abdicar  sin hacer esfuerzo por continuar adelante, con buena compañía, con aliados que, como la familia que me visitó,  transmitan energía, dinamismo e interés en crear, construir, impulsar fructíferos proyectos.

23.- Finalmente, anhelo amigas y amigos que me quieran y se dejen querer; valoren  a las personas por su conducta, sentimientos y proceder; relacionarme con quienes  sepan unirse por los lazos de la franqueza, no de la vileza; procuro unirme con los que respetan la camaradería, el compañerismo, la hermandad, el afecto reciproco.
  
Reflexión final.

a.- La vida en sociedad   nos dice que en el curso de cada espacio  de nuestra existencia  debemos estar en condiciones de saber como proceder, a los fines de que toda actuación resulte provechosa,  no infructuosa.

b.- Sin ser cientista,  sociólogo  ni psicólogo, después de haber alternado con personas de diferentes edades y condiciones clasistas, educativas, ideológicas y raciales, tengo la posibilidad de, luego de hacer un análisis sereno y  desapasionado, formarme una idea  que me permita  tomar una decisión sensata, ponderada,  que no me afecte ni lesione a terceros.

c.- Sin titubeos puedo decir que de bebé no tengo nada;  no soy un niño pequeño; por los años alcanzados soy adulto;  y  para tomar una determinación  la misma tiene que ser el resultado de algo muy bien pensado o de una experiencia vivida  con dulzura o amargura.

d.- Recientemente,  el compartir con la familia que con satisfacción  acogí en mi hogar, su trato abierto y sincero me permitió afianzar la idea de que es posible, no obstante el agrietamiento social del país, mantener contacto con  seres humanos buenos, y aislar a los malos, a los que dañan, lesionan y crean pesares. 

Por tanto:  Único

En lo que me queda de vida procuraré continuar hablando con franqueza ilimitada, pero sólo  con el sincero, no con el falso; quiero comentar, explicar posiciones,  pero  con el que  me escucha con sentido de seriedad, no con el perverso; aspiro a razonar  con el que es leal, no con el farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la verdad, no la mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de existencia, que quisiera que  sea largo y fructífero.

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