Ante una distinción internacional, gracias.
Por: Ramón Antonio Veras.
Introducción
1.- Aunque no se lo
proponga, en todo el curso de su existencia el ser humano permanece de sorpresa
en sorpresa; en estado de asombro a pesar su interés por vivir sin sobresaltos.
De un momento a otro ocurre un hecho que nos cae como una bomba, hasta el punto
de que quedamos con la boca abierta. Nunca estamos preparados para lo que es
distinto a lo acostumbrado. Lo chocante llega como extraño y nos impulsa a
reaccionar desconcertados.
2.- Aquel que ejecuta algo
sin esperar recompensa se mantiene sin ofuscación; conserva todo su tiempo
libre de ocuparlo en expectativas. El que acciona realizando lo que su voluntad
le ordena, lo hace por convicción. Darle cumplimiento a lo que nos inclinamos
sin aferrarnos a lo material, es prueba de que nos domina el idealismo, que
procedemos actuando por encima de la práctica materialista. Solo el que hace
algo a la espera de retribución se mantiene confiado de que le llegará lo que
lo ha ilusionado a moverse. El optimismo sirve de aliento al crédulo, a la vez
que le da tranquilidad espiritual.
3.- Porque no me creo
merecedor de gratificación por lo que he hecho cumpliendo con mi deber, siempre
será para mí una extrañeza cuantas veces soy informado de que seré objeto de un
reconocimiento. Los galardones que he recibido en mi paso por el mundo de los
vivos, los acepto como un halago, más que como algo que se me da por una buena
acción o servicio, porque nunca estoy a la espera de retribución por lo que mi
forma de pensar me manda hacer en mi lar nativo o en el extranjero.
I.-
Ante un reconocimiento. Por la paz y contra la guerra
4.- La introducción anterior
está motivada porque el día 3 del mes de julio del año en curso, 2018, en horas
de la noche quedé estupefacto porque de improvisto recibí, vía mail, una carta
en la cual se me informaba que el Comité Gestor de los Premios Ilustres del
Instituto para Estudios Latinos, con sede en New Jersey, había acordado concederme
el Ilustre por mis Aportes de Trayectoria
de Vida en Justicia Social.
5.- La misiva me cogió de
sorpresa, primero, por la distinción y, segundo, por el señalamiento de elogios
de los cuales no me siento ser acreedor. De todas maneras, debo reconocer que
el asombro valió la pena porque cuando recibo un regalo lo tomo como que
proviene de alguien que no espera nada a cambio; que lo hace como una
manifestación de afecto, y las expresiones de cariño deben ser recibidas con
sentido de grata aprobación.
6.- Luego de leer el aviso
del reconocimiento, he considerado que al ser de naturaleza internacional el organismo
que me hace la distinción, tomó en cuenta entre otras consideraciones, mi
participación en entidades como el Consejo Mundial de la Paz, y otras de
iguales fines. Por tal razón considero oportuno ahora hacer mención de dos
intervenciones que hice, fuera de mi país, manifestando mi preocupación para
que se preserve la paz como patrimonio universal.
7.- El 4 de septiembre de
1980, en el Parlamento de Los Pueblos Por La Paz, instalado en Sofía, capital
de la República Popular de Bulgaria, intervine planteando: “La guerra fría contribuye a limitar la lucha
por las libertades públicas y los derechos democráticos; impide la solución de
los problemas sociales y económicos en cada país, haciendo la vida más pesada
para las grandes mayorías nacionales; genera la desconfianza y estimula temores
en los seres humanos; hace imposible la cooperación económica y política entre
los pueblos y Estados”. Como oposición a la guerra fría creo en la distensión
que es, ante todo, el paso a unas relaciones normales y en pie de igualdad
entre los Estados. Ella implica la disposición a resolver las divergencias y
los litigios sin recurrir a la fuerza ni a las amenazas, sino por medios
pacíficos y en la mesa de las negociaciones.
8.- Al preocuparme por el
desarrollo de la carrera armamentista buscaba destacar que la vía para
construir un nuevo orden económico para el desarrollo mundial debía de ser con
base en principios de igualdad de oportunidades y soberanía plena de cada país
sobre sus riquezas naturales, así como la cooperación de sana vecindad y
reciprocidad, beneficiosa para los pueblos sin distinción de tamaño o sistemas
sociales. Procede hacer todos los esfuerzos para impedir aquellos conflictos
que en nada benefician el buen entendimiento que es el que guía y motiva el respeto
mutuo para la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados. Siempre
es bueno recurrir al acercamiento sincero, renunciando a la enemistad entre
naciones y procurar la conversación franca para alcanzar la integridad
territorial de los países, el desarrollo de relaciones económicas y culturales
en plano de igualdad y mutuo beneficio.
9.- En otra ocasión, en el
curso de la Sesión del Consejo Mundial de la Paz, efectuado el 5 de marzo de
1985, en Moscú, vigente la administración de Ronald Reagan, intervine puntualizando,
“En estos momentos, la humanidad tiene en Ronald Reagan, a un enemigo de la
paz, a un estimulador de la guerra y a un adversario de los ideales de progreso
y prosperidad. En su abierta disposición de incentivar la carrera armamentista
y favorecer la gran industria de la guerra, la administración Reagan ha
estimulado los gastos militares en cifras verdaderamente alarmantes, hasta el
punto de que las asignaciones presupuestarias para fines militares aumentaron
de casi 160,000 millones en 1981 a 232,000 millones de dólares en 1983”.
10.- No podría ser
indiferente a los datos estadísticos que me dicen que “cien millones de
personas estaban vinculadas en el mundo, en 1980, de manera directa o
indirecta, a actividades militares, sin utilidad económica efectiva para la
sociedad. Este número es en la actualidad superior que el total de maestros y
médicos en todo el planeta tierra. Medio millón de científicos e ingenieros
entregan su potencial creador a las actividades de investigación con fines
militares y desarrollo de armamentos, para las cuales se invierten al año en el
mundo más de 50 mil millones de dólares. Con los recursos que se destinan en un
solo día a gastos militares, podría sufragarse el gasto anual del programa de
eliminación total del paludismo. El mundo invierte en 5 horas en gastos
militares el equivalente del total del presupuesto anual de Unicef para
programas de atención a la infancia. En los países subdesarrollados en su
conjunto hay actualmente un soldado por cada 250 habitantes y un médico por
cada 3,700. El mundo gasta hoy día un promedio de 19,300 dólares al año por
cada soldado, mientras que los gastos públicos destinados a la educación
promedian tan solo 380 dólares por cada niño de edad escolar. Por cada 100, 000
habitante del planeta hay 556 soldados y 85 médicos. Los presupuestos de los
Estados Unidos y los países de la Comunidad Económica Europea, asignan 45
dólares per cápita a la investigación con fines militares, y 11 dólares a las
investigaciones relacionadas con la salud de los seres humanos. Además, los
fondos asignados a escala mundial a los armamentos bastarían para duplicar los
gastos públicos totales en la enseñanza o para triplicar los aportes a la
protección de la salud. La carrera de armamentos absorbe cada día más de mil
millones de dólares, mientras más de mil millones de persona en el mundo entero
sufren hambre”.
11.- Durante mi permanencia
en las organizaciones que a nivel mundial se interesaban por la paz, me
preocupé por destacar las causas verdaderas que engendran las guerras, señalando
que en las condiciones actuales, cuando los intereses monopolistas armamentistas
se ocupan por mantener a la humanidad en estado de permanente tirantez en las
relaciones internacionales; en la preparación de guerras directas; en el fomento
del terrorismo y métodos de imposición y de presión que día a día hacen posible
las guerras regionales. Es mi creencia que, ayer como hoy, manifestarse y accionar
por la paz y contra de la guerra, es contribuir a que la especie humana lleve
una vida de sosiego dentro de la tribulación causada por el tormento que le
impone un sistema social injusto.
II.- Mi impresión del acto
12.- Ante la distinción internacional que se me hizo me sentí
en el deber de traer a la memoria los puntos de vista que desarrollé en mi paso
por distintos foros mundiales donde hice hincapié de los daños que genera la
guerra y la necesidad de defender la paz. Compartiendo con personas que, al
igual que yo, fueron objeto de distinciones, me alegré al rememorar fragmentos
de los discursos que pronuncie en épocas pasadas pero que todavía mantienen
vigencia.
13.- La mayor satisfacción que puede sentir un ente
social cualquiera es ser halagado por aportar voluntariamente a la sociedad
humana, y más aún cuando procede a ejecutar sin esperar retribución de ninguna
índole. Lo que se hace como un mandato de conciencia, si es reconocido por los
demás genera buen humor, motiva animación y crea júbilo contagioso.
14.- Aprecio mucho participar sanamente con otras
personas en cualquier actividad que sirva para estrechar lazos o de cualquier
forma cooperar con sentido de camaradería para conmemorar un hecho de
importancia, como es homenajear a quienes apartado del interés personal han
puesto en alto su arte u oficio.
15.- Sentirse comprometido con una causa impone estar
allí donde la obligación manda a accionar como demostración de respeto a lo que
se procura materializar. Abrazar una doctrina sirve de motivación para
comportarse con ella desinteresadamente; es actuar apartado de todo lucro, lo
que entraña no buscar adulación, coba, ni beneficio de ninguna clase. Luchar
por un mundo mejor no da motivo para engreimiento, ni mucho menos creerse que se
está por encima del bien y el mal.
16.- Ante la demostración de afecto de que fui objeto el
pasado viernes en acto efectuado en The Harold M.
Proshansky Auditorium de
la Universidad de Berkeley College, New York, quiero reiterar mi agradecimiento a los que
hicieron posible el homenaje, y a la vez testimoniar mi apego a la paz porque
creo que “la guerra es el hambre, la peste, el robo, el asesinato, el
sacrificio, el olvido de todo los deberes, la violación de todos los derechos,
la destrucción erigida en arte, el imperio de la fuerza, el verdugo de la ley,
el escarnio del dolor; una cosa ciega como la materia, feroz como un tigre,
todos los malos instintos tomando consejo de la ira, las pasiones sin freno, la
desolación sin límites, la perversidad sin castigo, y el crimen sin
remordimientos. ¡Esa es la guerra!”.
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