Mujer duró 34 años con su hijo de piedra en su vientre
La historia de Rosa y su bebé calcificado es el único en el mundo.
Rosa es una mujer que ahora tiene 74 años de edad y cuando llegó al hospital los médicos notaron una bola en su vientre, la que llevó durante 34 años.
Lo que tenía Rosa, en la ciencia la denominan “litopedion”, o niño de piedra.
Es una condición extremadamente rara en la que un embarazo ectópico abdominal, al morir y no poder ser reabsorbido por el cuerpo, se califica como un mecanismo de defensa.
El organismo “encierra” al feto en una capa de calcio para evitar una infección o una respuesta inmunológica.
Puede permanecer en el vientre durante décadas sin que nadie lo sepa.
Contó que, a sus 40 años, sintió los síntomas de un embarazo náuseas, movimientos, hinchazón.
Pero vivía lejos de todo, sin ecografías ni médicos. Un día, el movimiento cesó.
Y con el tiempo, los síntomas desaparecieron. No hubo sangrado, ni parto, ni explicación.
Solo un vacío… y una extraña masa en su abdomen que fue creciendo sin hacer ruido.
El esqueleto aún conservaba parte de su forma original: costillas, cráneo, una pequeña mano.
Los médicos estaban impactados.
Rosa no.
Para ella, no era un hallazgo clínico. Era su hijo. El que nunca lloró. El que nunca vio nacer.
Pero que siempre estuvo con ella. Hoy, su historia no sólo asombra a los médicos.
Nos recuerda que el cuerpo guarda memorias que la mente a veces entierra.
Y que detrás de cada diagnóstico raro… hay una vida, un dolor y un amor que nunca se dijo en voz alta.
Médicos decidieron practicarle una cirugía, extrajeron cuidadosamente los restos calcificados.
Rosa relató que durante mucho tiempo sufrió dolores abdominales crónicos, sensación de masa en el vientre y una historia clínica escasa.
Vivía en una zona rural, sin acceso regular a atención médica, que por décadas había aprendido a vivir con molestias que consideraba “parte de la edad”.
Pero esta vez era diferente.
Un ultrasonido reveló algo inusual. Una masa dura, calcificada, con forma claramente reconocible.
El equipo médico ordenó una tomografía. Y entonces apareció: un feto petrificado.
Un bebé que jamás nació, pero que como madre había estado con ella por más de 34 años alojado en su vientre.
Rosa no se sorprendió. Solo bajó la mirada y murmuró: “Yo sabía que algo quedaba dentro de mí.”
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