Dos años de una tragedia

Marcelo Peralta

Una experiencia inolvidable.
24 de julio 2012.  24 de julio 2014.
Por Marcelo Peralta
Lo nacido en la tierra, a ella cae, allí se queda y para los seres humanos hay en su vida un momento marcado, sea alegre o trágico.

Dios es el comienzo, es el médico y es el fin de todas las cosas, siendo el único que puede levantar al caído, curar a l enfermo y amar eternamente sin cobrar honorarios ni impuestos.

En mi vivencia y los libros me han ensenado que la evolución humana es un perfeccionamiento del hombre para adaptarse a la naturaleza y tratar de convivir armónicamente con sus semejantes.

Las etapas en la mente humana reflejan muchos ideales que ayudados por el sistema solar constituyen un punto en el cosmos, porque la vida nos dice que es como un transitorio equilibrio para existir en la superficie.

En el hombre se desarrolla la función de pensar, que unido a la imaginación nos permite abstraer los ideales tratando de convertirlo en la perfección que nunca se cristaliza, ya que nadie es perfecto en la tierra.

Y surge un ideal como punto esencial y el momento entre los infinitos posibles que pueblan el espacio y, por ende el tiempo, pero que el ser humano distorsiona todo lo que existe en la tierra buscando beneficio persona.

Durante mis días y noches tristes, ya cuando todos dormían mis ojos no unían las pestanas para conciliar el sueño y descansar para mejorar mis dolencias, sin embargo, Dios me daba fuerzas para resistir.

No lo oculto.
Llegaron en ocasiones desesperanzas, pero me sobreponía por la fe que tenía en Dios de que me ayudaría a superar esos escollos.

En ocasiones se tornaban insoportables, porque no quería preocupar en nada a las personas que me rodeaban y cuidaban.

Los ideales del ser humano son puras creencias por ser visiones anticipadas, cuando tratamos de hacer creer de lo verdadero que influyen sobre la conducta y se convierten en el instrumento natural de todo progreso humano.

Desde tiempos inmemorables se ha estudiado por siglos que a un metro y a simple vista ningún ser humano puede ver las patas de una hormiga aunque camine sobre un hilo, pero sí, todos podemos percibir a distancia las garras de un león al momento de lanzarse sobre una presa para mitigar el hambre y satisfacer sus apetencias.

 Todo hombre altivo sueña con una independencia, cual que sea su género,  en tanto, que un hombre libre, no espera nada de otro.

Cada ser humano busca cobijarse de los árboles que le den sombra, sin embargo, a pesar de sus afanes, los únicos medios tangibles de los que depende son los acumulados en el cerebro y el corazón.

Cuando estas imágenes llegasen a faltar en un ser humano, ningún tesoro lo sustituye, porque los hombres pueden inmortalizar a otro con sólo pronunciar una palabra a sus lacayos.

Además, hay muchos seres humanos que son como los palos de fósforos, que después que le quitan el mito hay que arrojarlos al zafacón, ya que de nada sirven.

Como ser humano que Dios me ha permitido sobrevivir debo comprender y comparar las canas de mi cabezas las cuales son avaras y la avaricia es como un árbol estéril, en el entendido de que si un avaro poseyera el sol, dejaría a oscura el universo para evitar que su tesoro se gaste.

A veces no entendemos que nacemos para crecer, reproducir desarrollarnos, envejecer y finalmente morir, aunque hay muchos que gozan, disfrutan, acumulan dinero aunque sean robando el sudor a los demás y en el ocaso de la vida, la única que lo acompaña es la muerte.

Morir son los términos de la vida, y resulta obvio, que es como el oído lo que hace que un ser humano se músico.
Mientras que por otro lado, es el vistazo del ojo que lleva la mano del pintor a embellecer a un inmueble que lustra para llevar alimento al hogar.

Escribo estos razonamientos, porque un día como hoy 24 de julio del año 2012 fui fulminado prácticamente hasta perder el conocimiento, permanecer varios días sin hablar, perdí la visión, quede paralítico de todo el lado derecho de mi cuerpo por efectos de un Accidente Cerebro Vascular-ACV- hemorrágico que estuvo a punto de morir.

Gracias a Dios, a mis vecinos que me rescataron, me llevaron al hospital del IDSS, a los médicos que se esmeraron, mis compañeros periodistas que hicieron hasta lo imposible tratamientos médicos, a mis hijas doctora Ibeny y Mallerny, mi nieta Isabella Victoria,  mi familia materna, paterna, amigos, amigas, (entre ella Fiol Inoa), mi compadre Rene Estévez.

A  Don Quique Pérez que siempre estuvo a mi lado y con sus buenas intenciones dispuesto todo lo relacionado al aspecto económico, al igual que a mis gentes de FUNDAMBIENTE, a mis amigos de la fundación ANESVAD de España, y otros tantos, hoy puedo contar esa gran experiencia.

Fueron meses tormentosos que solo Dios y yo sabemos cómo se demolía mi cuerpo, horas, noches, días sin dormir postrado en una cama, con impedimentos para movilizarse por sí solo, para luego desplazarme en silla de ruedas, e incluso, mi situación física era tan delicada e incierta a veces, que había que cepillarme, bañarme, alimentarme al estilo de un recién nacido, flotando las  dudas de si volvería a caminar o no.

En este proceso, sufrí bastante decepciones de algunas personas que, con el objetivo de ir a verme me daban amor, cariño, esperanza, otros, en cambio, un poco incrédulos, quizás por ignorancia, ponían en dudas, y me lo decían en mi propio rostro de que yo no volvería a levantarme de la cama donde me hallaba mostrado.

Mi respuesta fue siempre franca, firme, con valor de que con la ayuda de Dios volvería a caminar, que no dependería de una muleta, la cual  nunca llegué a usar, aunque sí usé andadores y bastones, y hoy a dos años de esta tragedia, mi vida es otra, tengo salud, mi alma está tranquila, no tengo que depender de nadie hasta ahora para desplazarme, sino de Dios que mi guía y testifico en cualquier lugar la obra espiritual que ha hecho conmigo.

Creo, que en la tierra hay más de 7 mil millones de seres humanos que habitamos en la tierra y el único que ha cantado victoria de todos a quienes nos ha afectado los derrames cerebrales, conmigo Dios ha hecho una obra divina.

Respeto a quienes me han hecho daño, no anido en mis adentros rencores contra quienes me han hecho danos, a los que han difamadlo de mí, aprecio a mis detractores,  me voy solo para donde Dios me guíe y quiere que vaya todo se me facilita, se me ilumina, ando sin temor y sin prejuicios.

Camino lento y a despacio, porque quiero llegar lejos hasta que Dios quiera, haciendo bien a quienes me necesiten, y si tengo que servirle a cualquier persona que me haya hecho daño, lo hare sin tapujos, sin resquemores, ya que Dios me ha dado un corazón tan grande para no guardar cosas pequeñas. 

Mis reflexiones:

La obra bella entra por los ojos.

En todo hombre bueno habita Dios.

Es el alma que hace el cuerpo.

Vivir sin amigos no es vivir.


La avaricia achica el corazón.
La fe es una dignidad.

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