Día Mundial de la Paz.

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Por Marcelo Peralta

Cada Diez de Noviembre es el “Día Mundial es Ciencia para la Paz y el Desarrollo” creada por las Naciones Unidas el 7 de Septiembre del año 2001 tras la resolución 55/282.

Básicamente, este Día su objetivo es, renovar el compromiso, hacer hincapié en la utilización responsable de la ciencia en beneficio de las sociedades, en particular, renovar la vida, reordenarla, alimentarla sobre las cuestiones personales, humanas y científicas.

Hay que tener muy en cuenta y en serio que la ciencia es muy variada y permitiéndonos la oportunidad y la importancia de robustecer la vida diaria y alimentar el debate sobre las cuestiones científicas.

En 2016, la ONU dedica este Día para rendir homenaje a los centros y los museos científicos del mundo por su importante contribución a la divulgación de la ciencia.
La participación de los ciudadanos en la gobernanza es un pilar básico de la democracia y un prerrequisito indispensable para el empoderamiento de la población.
La divulgación científica es para promover la participación  ciudadana, con la función básica que desempeñan los centros y los museos científicos van más allá de la mera transmisión de información.
Estos son lugares abiertos al público, donde los visitantes pueden aprender acerca de los misterios del mundo que nos rodea.
A través de ellos se busca promover la creatividad, obtener conocimiento, ayudan a los maestros a motivar e inspirar a los alumnos respecto a la ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas, mejorar la calidad de la educación y fomentar la enseñanza dentro de un contexto social, que a la postre, estos elementos esenciales nos están haciendo muchas faltas en la República Dominicana.
Como periodista que “soy”, y maestro del Nivel Básico que fui, me da mucha pena, coraje, y, porque no decirle, hasta “vergüenza” escuchar a muchos de mis compañeros maestros, maestras, a estudiantes de los niveles Básico, Media, Universitarios y profesionales la forma de hablar, ausencia de conocimientos, incluso, de los hábitos, costumbres hogareños.
Hay que decir que el “chin y distorsionada historia” que nos impartía en nuestros maestros y maestras cuando estábamos en los tiempos en las escuelas respecto a los, hábitos, costumbres, tradiciones, el significado del árbol, las partes del Escudo, la Bandera Nacional, es decir, los símbolos patrios y la importancia de la Constitución, sin embargo, para la generación actual es un total desconocimiento.
Este Día de la Paz, debía servir de plataforma para renovar, modificar, actualizar las posibles percepciones negativas las repercusiones de la ciencia en la sociedad, atrayendo a los jóvenes, animándolos, a experimentar y a ampliar los conocimientos colectivos y las repercusiones que nos ha de venir con la política errónea de la migración foránea y la imposición de la transculturación.
Justo y oportuno has de recordar la frase del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte cuando dijo: “Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin honor”.
Los que somos un poco mayor que los jóvenes de hoy se torna una necesidad inherente e impostergable orientar basado en la toma de conciencia de colmar la brecha existente entre la ciencia, la sociedad y lo que has devenir de manera catastrófica a la tierra de Quiqueya”.
Debemos entender que para ser feliz es imprescindible tener paz en el corazón, pero no solo es la que se basa en cuestiones humanas sino en la certeza de la fe fundada en el palabra de Dios.
Jesús dijo claramente que su paz no se apoya en las razones del mundo: "La paz os dejo, mi paz os doy”; pero esa paz sagrada no como el mundo la da basada en muertes, sangre y fuego por obtener conquistas personales.

Unas de las razones  que ha destruido a millares de hogares, familias completa y, en desfiladero los empresarios, políticos y funestos ciudadanos encaminan a la República Dominicana basada en la creación de más ignorantes, baja calidad en la enseñanza, el desánimo, el cansancio, la tristeza, los defectos que nunca queremos vencer, permisibilidad,  la falta del nivel económico que deseamos, el dolor propio, el ajeno donde ya no nos importa que el vecino, el hermano, hijos, hijas coman o no.

Muchos hogares están destruidos, y eso son logros tangibles, planes “perfectos” para quienes orquestan,  torpedean y urden planes, crean contrariedades, soberbia, humillaciones, soledad,  los defectos de las personas que nos rodean y un sin fin de cosas más para desacreditar a la República Dominicana de ser un país “fallido” y decretar la fusión con Haití.

Hay que tener en cuenta que todas esas maniobras trazadas desde el gobierno dominicano de traer a millones de haitianos con un “nefasto” Plan Nacional de Regularización, endeudar el país con préstamos a través de organismos crediticios internacionales, construir hospitales en la frontera de este lado para que parturientas haitianas venga a dar a luz, serán las razones de borrar de la paz de la tierra el nombre de República Dominicana.

Hacer desaparecer a República Dominicana, conllevaría sepultar los ideales de Juan Pablo Duarte, los símbolos patrios, costumbres y tradiciones y por ende, convertir a nuestras gentes en marionetas porque todo el poder se los darían a nuestros invasores y auténticos enemigos a quienes los dominicanos les hemos dado de todo, pero la ingratitud y la maldad no los deja crecer.

¡Día Mundial de la Paz!.

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