República Dominicana se encamina a un “desierto”.
Restauración, R.D.-Aunque el ministro de Medio Ambiente Francisco Domínguez Brito ande como un papagallo tratando de proteger los árboles, ríos y afluentes, sus voces se apagan en el trayecto sombrío.
En poco tiempo, debido a su titánica labor, no obstante será destituido y se llevara en sus espaldas una estela de enemigos “gratuitos” porque desde el gobierno no hay voluntad de detener las destrucciones de los árboles.
La sociedad dominicana nunca había estado tan cómplice con poderosos responsables auspiciadores de la deforestación todo el país.
Dominicanos y haitianos enemigos de árboles los devoran como “hojas secas” ante la flojera e irresponsabilidad de los gobiernos, que por años han permitido esta malsana práctica, la que se ha acerado en los últimos tiempos.
Además del hacha para hacer carbón y llevarlos a Haití, quema de bosques de grandes extensiones para después derribarlos y usarlos como leña, están las grandes maquinarias de poderosas firmas canadienses y estadunidenses en busca de metales.
A la sociedad parece no preocuparle las desgarradoras escenas que se producen en las cordilleras dominicanas donde nacen los ríos que suplen de agua los seres humanos y cultivos en las zonas bajas.
El desinterés de los ciudadanos, el afán de lucro de legisladores con sus aserraderos, empresarios, políticos, autoridades cómplices, las mineras de consorcios de Estados Unidos, Canadá ubicadas en Restauración y Cotuí, son el referente que dejarán sin agua a millones de seres humanos y miles de tareas fértiles improductivas.
Hay la disposición que data de décadas decretada por el entonces Presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer que creó la Ley 64-00, sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, que establece prisión contra quienes estimulen la depredación y cometan crímenes ecológicos.
La disposición no se aplica en los últimos gobiernos debido a los altos niveles de complicidad entre autoridades, políticos, traficantes de madera y las “influencias” en sentido general.
A pesar de lo penoso y dramático lo que ocurre en la Cordillera Central con los desmontes de árboles originarios para producción agrícola, aserrar para producir manera, la floja del gobierno central no les permite actuar contra sus propios “compañeritos partidos”.
Muchos han saludado la reacción de Francisco Domínguez Brito, ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales que dispuso el desmantelamiento de redes que se dedicaban a destruir arboles en zonas protegidos en Valle Nuevo.
Sin
embargo, los violadores a la Ley 64-00 nunca son sometidos a la Justicia y
menos, se les aplican medidas coercitivas para que restituyan partes de los árboles
tumbados.
Dominicanos
sensatos cifran sus esperanzas en que Domínguez Brito mantenga su campana de desmolización
de los habitantes y sean arrasados los cultivos agrícolas de las zonas de influencia
a ríos y zonas alta demostraron que les importa el país y rechazan las acciones
negativas de desaprensivos.
Dominicanos
a quienes les preocupa el bienestar y porvenir del país entienden que hay que
luchar por la preservación, conservación
del medio ambiente, áreas protegidas que se actué sin color de la piel, hay
raza, partido, condición social, económicas y tamaño de las personas que los
amenazan y depredan.
De
proseguir el corte indiscriminado de árboles, los aserraderos, permisibilidad gubernamental,
los recursos hídricos de la Cordillera Central en pocos años, desaparecerían con infaustas secuelas a la naturaleza y la
vida humana en toda la Región del Cibao con repercusiones en todo el país.
De los
ríos que nace en la Cordillera Central
Yaque del Norte, Yaque del Sur, Yuna, Camú, Bao, Mao,
Amina, Artibonito, Guayubin, Yaguajal, Masacre, Inaje, Aminilla, que suplen de
agua a millares de seres manos y millones de tareas incorporadas al cultivo de
rubros agrícolas.
De no
actuarse con drasticidad contra depredadores las generaciones porvenir no hallarán
ni agua ni árboles y los culpables serán los actuales habitantes.
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