Los árboles no tienen dolientes.

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Respiramos aire brusco.

Por Marcelo Peralta
Los desmontes que se producen en el país e incendios deben llamarnos a preocupación.

Esos casos llaman poderosa la atención.
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Los camiones pasan por las narices de las autoridades. Y ellas dicen Amen.

Deben hacernos declarar en “rebeldía”.
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Pero para hacerlo nos falta “coraje”.

Por las agresiones de manos criminales y asesinas del bosque debería preocuparnos.

En las Cordillera Central y Septentrional están cortando árboles en las narices de las autoridades.  

Ambas reservas arboleda están agrietadas, tristes, torvo y se encaminan a convertirse en un “acre”.

Por todos los lados las dos cordilleras son desnudadas.

Las cordilleras Central y Septentrional “crujen, tiemblan, sufren, lloran” ya que tienen cicatrices por doquier porque les están robando los árboles que por años han conservados.

Aéreas que por decenas de años fueron “vírgenes” están quedando desnudas camino a la vejez.

La depredación rampante y criminal ocasiona que las venas acuíferas mueran y los ríos desaparezcan.

Esto a nadie parece importar y no nos miramos en el espejo de Haití que sus montes fueron destruidos.

Esos mismos criminales ecológicos se han mudado a nuestras lomas y sin piedad cortan los árboles sin que las autoridades intervengan.

Si no se frena esa criminal acción, nos quedaremos sin bosque, sin sombra, sin agua, las aves las que no pueda emigrar  morirán junto a los seres humanos.

Por la furia y el odio del hombre, la incapacidad de las autoridades de Medio Ambiente para aplicar la Ley, la “Madre Naturaleza” esta callada sufriendo y llorando de impotencia.

Ella no tardará en cobrarse el crimen que en su contra se está cometiendo.






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