Mujer necesita ayuda para vivir
Flor de Luz del Carmen Alonso, una envejeciente de 78 años, vive en el barrio Pueblo Nuevo de Santiago pide a Dios permitirá vivir sus
últimos días con dignidad y decoro.
TOMADO DEL PERIODICO EL NACIONAL
TOMADO DEL PERIODICO EL NACIONAL
Escrito por:
LUSBANIA SANTOS (lusbaniasantos@gmail.com)
Santiago, R.D.-Desde una casita de tablas consumida
por los años y con agujeros por doquier, Flor de Luz del Carmen Alonso,
una envejeciente de 78 años, a quien la mayoría llama Lourdes en el
barrio Pueblo Nuevo de esta ciudad, ve pasar el tiempo sin que su
paupérrima condición económica mejore, pero aferrada a la esperanza de
que Dios le permitirá vivir sus últimos días con dignidad.
Aunque la realidad no le sonríe porque al igual que su economía, su
salud empeora cada día, Lourdes contagia con su hablar enérgico,
positivismo y confianza en que Dios puede ayudarla.
Desde la cama en la que está postrada por intensos dolores de
espalda, la anciana narra la historia de su vida y el dolor que la
acompaña ya que ha tenido que enterrar a dos de sus hijos.
“A mi hijo mayor que me lo mataron, él que me traía mi cenita todas las noches”, contó sin poder contener las lágrimas.
“Ya han muerto dos de mis hijos, ellos eran muy buenos conmigo, me
ayudaban en lo que podían, ahora vivo con mi hija menor, quien se ha
dedicado a cuidarme”, expresó en la habitación en la que cada mueble
está más desgastado que el anterior, y en el que las fundas plásticas
sirven de almacenaje de harapos que para Lourdes y su hija son valiosos
porque son lo único que poseen.
Tras limpiar sus lágrimas Lourdes recobra ánimos y repite que confía
en Dios. “Sé que él no me va a desamparar nunca, y le doy gracias porque
a mi edad aún tengo vida”.
Su hija menor, Mercedes Almonte, tuvo que dejar su trabajo como
cuidadora de niños para dedicarse por completo a su madre. “Ella ya no
puede caminar y es muy necesario que esté pendiente para ayudarla en
todo lo que necesite, además de que es una forma de devolverle todo lo
que hizo por nosotros, sus hijos”, expresó la joven mujer.
“Yo lo que quisiera es estar tranquila, poder reparar mi casita y
vivir mejor los años que Dios me permita”, dijo la anciana junto a su
desempleada hija.
Lourdes y Mercedes afrontan juntas la más dura de las realidades dominicanas, la pobreza.
Sólo pensar de dónde saldrá la comida de cada día es un problema para
Lourdes, que apenas le quedan fuerzas para sentarse a la orilla de su
desvencijada cama, al igual que para Mercedes, quien no puede ausentarse
por largos períodos de la casa, ya que es el único sostén de la mujer
que le dio la vida.
UN APUNTE
Pobreza
Los recientes informes de la Comisión Económica para América Latina
(Cepal) y del Programa de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), así
como la Encuesta Nacional de Hogares (Enhogar), arrojaron que la tasa
de pobreza se incrementó del 41.4 al 42.2 por ciento de la población
dominicana en este último año
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