Los haitianos andan sin control en Santiago
Santiago, R.D.-Con el
descontrol existente en la zona divisoria entre Haití y República Dominicana,
el flujo de ilegales niños, niñas, jóvenes, ancianos, ancianas, algunos con
eventuales signos mentales de nacionalidades haitianas, pululan por las calles
de Santiago mendigando una migaja de transeúntes que se desplazan por las
calles en la ciudad de Santiago, la segunda en importancia de la República Dominicana.
Por doquier, proliferan las
mujeres con dos y tres niños y niñas que se lanzan a las calles de Santiago a
pedir, creando mal precedente en los
anales de la historia republicana y poniendo al desnudo la clara realidad en
que viven trayendo sus hábitos, costumbres y su cultura a desvirtuar a la autóctona.
Aunque el caso es viejo, y ahora con la llega de miles de haitianos y
haitianas viviendo, como es su costumbre, apretujados como piñas en pensiones,
apartamentos y casas individuales, cuyos dueños cobran alquileres a precios más
elevados a los nativos, es una situación engorrosa para quienes tienen que
compartir áreas y un mismo ambiente.
Particularmente en ciudades Cibao, barrios, cafeterías, centros comerciales,
urbanizaciones, restaurantes, supermercados, áreas de servicios, centros
hospitalarios, clínicas, entre otros, donde proliferan y masivas masas de
haitianos y haitianos, quienes circulan sin documentos ni controles por la
irresponsabilidad de las autoridades.
En las casas, pensiones y apartamentos se torna difícil conciliar el
sueño, debido a los escándalos de los haitianos y haitianas.
Si una persona renta un apartamento a dos haitianos, días después ya
cohabitan alrededor de diez personas, a quienes los firmantes del contrato
cobran a sus compatriotas por su estadía, mientras los propietarios y firmas de
abogados cobran sus honorarios y generan problemas a los legítimos y verdaderos
dueños de apartamentos.
Lo penoso del caso es, que los dueños de esos inmuebles que rentan a los
haitianos, logran conseguirlos en el Invi vías las cuñas políticas del partido
que esté en el poder no viven ellos, sino que lo usan para negocios.
Otras, son la cantidad de templos, supuestamente religiosos donde acuden centenares de haitianos y haitianas, los gimnasios se observan repletos de haitianos y haitianas, cuestionables por demás, ya que no trabajan, ni estudian, no producen, sin embargo, pagan alquileres caros.
Ante este cuadro desolador, se impone que las autoridades competentes intercedan y reduzcan la cantidad de haitianos y haitianos vagando y deambulando por las calles de Santiago.
Muchos de ellos son choferes de rutas del transporte urbano e interurbano en todo el polígono de Santiago, otros, en cambio, realizan diversos oficios que los dominicanos rehúsan hacer por los bajos precios a que son pagados.
Comentarios
Publicar un comentario