Estudiante de 7 años muere agredido a sillazos por otra de la misma edad.
Por Marcelo Peralta
Santiago,
R.D.- El duelo en niños, adolescentes, jóvenes y adultos se adueñó de
residentes en el barrio Mella I del sector Cienfuegos, al Noroeste de Santiago,
tras batallar durante 15 dias en un
centro de salud por sobrevivir a una agresión a sillazos por un compañero
de estudio y un clavo del inmueble le perforó el cerebro y murió.
El dolor por la pérdida de un ser
querido como fue la tragedia que enlutara a la familia de Jhonny Cruz, de 7 años de edad, golpeado en la cabeza por
otro de la misma edad mientras estudiaban en una escuela del sector Cienfuegos.
Al enterarse de la tragedia, su madre Yamili Fabián, una joven que vive
en una vetusta casa, cayó en depresión y hubo que internarla en un centro de
salud donde sus familiares incurrieron en notables gastos económicos que ahora
se tornan impagables por las actuales condiciones.
Muchos de los jóvenes y adultos que acudieron al velatorio realizado en
la casa club el barrio San Lorenzo, manifestaron que la muerte de humano se siente a
cualquier edad, también en la infancia y en esta ocasión la mayoría de los
adultos no saben cómo actuar para ayudar a sus niños y jóvenes bajo su tutela y
a veces, padres y adultos suelen evitar mostrar sus sentimientos a fin de evitar
enfrentamientos y otros se pelean encima de sus bebes.
Hablaban en el velatorio pocos de
ellos del tema y otros sin analizar las consecuencias y las motivaciones de la agresión
sin darse cuenta de que con su comportamiento enseñan a los niños a actuar, por
lo que acallarán sus sentimientos.
La vida moderna, material y
superficial es posible que esté provocando que emociones las realidades de la
vida como la enfermedad, la muerte y todo lo que le rodea, sea alejado del
entorno familiar y haya ido desviándose hacia hospitales y tanatorios, más
“asépticos y prácticos”, creciendo los
niveles de violencia.
Para la psicóloga María del Rosario
que estaba presentes entiende que hay quienes creen que la falta de “formación”
y “desintegración” se une la educación recibida al no exteriorizar los
sentimientos ni las emociones, entre varones, cuando se alega que “los chicos no lloran”, que los niños tienen
que ser fuertes" ante cualquier adversidad o diferencia confrontada
con otros, siendo normal escucharlo entre padres y madres frente a sus hijos.
Establece Del Rosario que es reducido
el número de adultos enfrentarse a la delicada tarea de explicar a un niño que
una persona cercana ha fallecido, a veces optan por decirle que se fue de
viaje, de vacaciones, que está dormido, en vez de establecer decirle nada y
decir cuando a la hora de vaya
siendo mayor.
Añade que ese temor a hablar de los
sentimientos ocurre en situaciones más “llevaderas”, aunque también traumática, como es en
este caso la muerte de este infante de solo 7 años de edad, agredido por otro
de la misma edad y compañero de clases.
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