Dramas humanos en hospitales del Estado cada día más desgarradores.

Dramática escena.
Por Marcelo Peralta
Santiago, R.D.- En un Estado indolente, injusto e insensible y una sociedad, con personas sin conciencia por 500 pesos, entrega de fundas de comida no apta para el consumo los pobres solo tienen precio cada 4 años en las votaciones.
Para los que no tienen dinero para ir a centros privados la Ley de Seguridad Social es un “hito” donde el gobierno se burla de los que menos poder económico poseen.
En cada metro de calles en poblaciones del país se ven a ancianos soportando agua, sol y sereno en medio de avenidas, vías aparecen agenciándose entre conductores y transeúntes algunos pesos con los cuales alargar la sufrida existencia y mitigar las “tripas” echándole algún alimento sin importar su calidad.
El desposeído de la fortuna la gente carece de posibilidad para acceder al sistema de atención pública de salud.
El Estado ha sido, a menos que sea con la urgencia de la muerte, pero tampoco a un mendrugo de pan o un albergue donde descansar su agobiada anatomía.
Tampoco el Estado se preocupa por el bienestar social, por reforzar y proteger la democracia, en una sociedad donde los poderes públicos se vuelven indiferentes ante el drama humano, obviando las condiciones y atenciones hacia los enfermos.
Es tradición que desde los gobiernos que ha tenido el país no hay iniciativa que promueva albergue a indigentes que tienen al cielo como techo y que solo dependen de la bondad de samaritanos para saciar hambre y adquirir algún medicamento.
La seguridad social debería llegar hasta esos seres humanos, en cuyos sufrimientos y angustias debería reflejarse todo buen cristiano.
Como en las calles se ven escenas desgarradoras, ese mismo panorama se percibe en el espejo en los hospitales que pertenecen al Estado, a cuyos centros van los más desposeídos de la fortuna.





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