Mafia trafica con niños y niñas haitianos como limosneros en calles de Santiago.
Luisa Liranzo
Por Marcelo Peralta
Santiago, R.D.- Santiago,
R.D.-Sentimiento de inquietud abriga a la fiscal de Santiago, licenciada Luisa
Liranzo, respecto el uso de decenas de niños y niñas de origen haitianas pedigüeños
por bandas de traficantes integrados por haitianos y dominicanos que se dedican
a la trata de blanca.
La representante del Ministerio Publicó dice
tener buenas intenciones tratar de corregir la proliferación de haitianos en
las calles, tarea que la define de muy difícil, porque ante todo esta lo
humano.
A las tareas se incorpora la Fundación
Educativa Acción Callejera, establecida en el año
1989 encargada de promover múltiples formas, el desarrollo personal y social de
la niñez y adolescencia en riesgo social que se haya lejos de su comunidad y
ambiente familiar, desarrollando acciones de prevención, sensibilización de los
diferentes sectores, establecimiento de alianzas, promoción de respuestas
multisectoriales, incidencia política, en la búsqueda de generar el respeto de
los derechos humanos y fundamentales de la niñez.
Sin embargo, esos esfuerzos y medidas no han
sido lo suficiente para reducir al máximo el flujo de los infantes haitianos, quienes
en reiteradas ocasiones se han vistos implicados en acciones reñidas con la
moral, cayendo varios de ellos presos y llevados al reclusorio.
Cada vez son más los menos incorporados a la
práctica de pedir en las calles, dádivas que son destinadas al provecho
personal de los organizadores de las redes, que no solo operan en Santiago,
sino en todo el país, especialmente en áreas comerciales y turísticas.
La trata de personas procedentes desde Haití
hacia la República Dominicana se ha convertido en un comercio muy lucrativo
entre sectores, en lo que están implicados haitianos y nativos ubicados tanto
de aquel y este lado de la frontera, a pesar de los cientos de militares diseminados,
cuyos sueldos son pagados por los impuestos que el gobierno cobra por bienes y
servicios.
En República Dominicana constituye un
problema social, económico y cultural, ya que muchos de ellos cometen delitos
vergonzantes privando la dignidad de millones de personas de nativas ante las miradas de
extranjeros que visitan los complejos turísticos.
El
plan de invadir a República Dominicana de haitianos son planes bien diseñados y
orquestados por organismos internacionales enquistados en Estados Unidos, Haití,
Francia, Canadá, Gran Bretaña Unión Europea, entre otras.
Casos
recurrentes se producen en los sectores Cienfuegos, Hato Mayor, Bella Vista,
Gurabo, Pekín, Herradura, La Canela, los municipios Navarrete y Villa González,
las bandas de traficantes de niños, niñas y adultos de haitianos en las que
están involucrados, también, dominicanos, operan centros de acogidas amparados
por inescrupulosos e inmorales radicados en estas zonas.
Grupos
de tratantes engañan a mujeres y hombres, muchos de los cuales alquilan niños y
niñas se colocan en las esquinas y calles céntricas de la ciudad, los someten a
agresiones físicas con el objetivo de que lloren a fin de encausar la
sensibilidad humana y lograr ganancias con las situaciones de explotación.
Desde que el actual gobierno creó el Plan
Nacional de Regularización, permitió, erogó miles de pesos de los impuestos que
pagan los contribuyentes a legalizar a haitianos que vivían irregular en
República Dominicana, no obstante, antes esa amnistía millones de invadieron
este país y hoy día transgreden la Soberanía, leyes, costumbres, hábitos y
normas prudenciales.
A pesar de los esfuerzos de las
autoridades ha sido difícil romper la cadena de esas mafias de traficantes que traen
a los infantes desde Haití acompañados de adultos a quienes también estafan en
su intento por sobrevivir.
Las bandas compuestas por haitianos y
dominicanos alquilan habitaciones en pensiones, mantienen a los adultos y
menores y a las primeras horas del alba los trasladan en guagua y los distribuyen
en lugares de mayor flujo de personas para pedir.
Haitianos y dominicanos mantienen compacta
la red respecto al trasiego de personas, la que operan en toda la Región del
Cibao, centrando la mayor cantidad en Santiago debido a la cantidad de personas
que circulan por las calles.
Decenas de niños son puestos en
alquiler como pedigüeños en las calles; mientras otros son utilizados y explotados
como limpiabotas, vendedores de maní, dulces, aguacate, piñas, plátanos, dulces y vendedores de drogas.
Para llegar hasta Santiago desde Dajabón, en los puestos
de chequeo militares de Santiago de la Cruz, El Guanal, Las Caobas, Los Quemados, Cañongo, Botoncillo, Hatillo
Palma, Jicomé y Valverde, traficantes sobornan a algunos militares y permiten
cruzar en guaguas y camiones.
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