Voces y ecos: De partidos y adjetivos
RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
La ficción en política
se inicia con los nombres de los partidos. No obstante la repetición,
entre sus oficiantes,
de que “la política se nutre de realidades”, ese quehacer se alimenta también con elementos de la fantasía.
No sólo por la
capacidad de fingimiento de los actores políticos, sino por los presuntos atributos
de las organizaciones.
El discurso se vale también de esta condición. Por ejemplo,
el candidato presidencial que prometió
en 1996 cambiar las tinajas por neveras y los anafes por estufas, aclaró al
término de su mandato, ante la evidencia
de que esos cambios no se habían producido,
que en realidad no hizo tal promesa, pues la expresión era una
metáfora.
El PRM (Partido Revolucionario Mayoritario), cimentado sobre
la base legal de la ASD
(Alianza Social Dominicana), ha encontrado
algún escollo en el proceso de cambio de nombre.
A la ASD nadie teme, pero el PRM,
formado por la inmensa masa popular
salida de lo que fue el Partido Revolucionario Dominicano, parece que genera
temor.
En sus nombres,
las organizaciones políticas dicen lo
que creen ser. Forman su identidad, por lo común, a partir del sustantivo “partido”, al que agregan dos o tres adjetivos que apuntan hacia la supuesta filosofía que
los inspira.
Los que prescinden del denominador común, no requieren de
adjetivos (Alianza País; Dominicanos por el Cambio).
Adjetivos son: revolucionario, nacionalista, cívico, social,
demócrata, dominicano, reformista, renovador, cristiano, unido, progresista,
liberal, mientras “de la liberación” es un sintagma adjetival.
Nadie llamaría a
su partido “derechista”, “conservador” o “minoritario”, como pocos nombrarían a
sus hijos Herodes, Judas, Iscariote o Caín.
¿Quién examina las actuaciones de un partido para comprobar que sus prácticas
andan en consonancia con su nombre? ¿Quién certifica que una fuerza política es en verdad “revolucionaria”, “progresista” o “de la liberación”? El adjetivo “dominicano”
es común a todos quienes ostentamos esa nacionalidad, ¿se ha objetado su uso a algún partido?
El PRM necesita un
adjetivo calificador porque otros
grupos se identifican como “partido
revolucionario”. Ha preferido “mayoritario”. Nadie tiene -ni puede tener- soberanía sobre este
vocablo. Nadie puede determinar que
dependa de una estadística el empleo de esa palabra para formar parte del nombre de una organización.
Los alegatos para retardar la aceptación, por parte de la Junta Central
Electoral, del nombre Partido
Revolucionario Mayoritario demuestran un escaso sentido democrático. No
olvidemos que los partidos políticos son
un indispensable punto de apoyo para el sistema electoral.
La democracia
justifica al PRM, por lo que representa.
Por eso será reconocido.
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Saludos.
Mi blogs tiene problemas e ignoro las razones