Ricardo González: Un sabanetero a imitar


Ricardo González Quiñones

Por Marcelo Peralta
San Ignacio de Sabaneta, R.D.-La provincia Santiago Rodríguez es una tierra héroes, de historia, hombres y mujeres honestas, estudiosos, trabajadores y preocupadas por el desarrollo.

Una tierra dotada de paisajes, que aunque  seco y duro, sus tierras fértiles y encantadoras dan frutos cuando las inclemencias del tiempo las favorecen.

La verdad, dicha sin ambages y sin merodeos es que la mano amiga del Estado ha sido tímida para obras que generen fuentes de ingreso.

Pero, a pesar de esa dejadez del Estado, no ha sido, en parte ápice para que sus moradores luchen u traten de superar esos escollos y salir airosos.

El habitante de Santiago Rodríguez es un ejemplo en todas sus vertientes.

Sus municipios: San Ignacio de Sabaneta, General Benito Monción y Villa Los Almácigos han paridos hombres y mujeres creadores y dignificadotes, que se abren surco y encierra en él la semilla promisoria.

Ninguna exaltación será jamás laudatoria para justificar los honores que merece el hombre y la mujer sabanetera, por el solo hecho de permanecer allí, silencioso, callado, laborioso, como si quisiera pasar toda su vida cuidando a una tierra que los vio nacer, crecer y desarrollarse.
La gente de aquí, caracterizada por su encomiable decisión de estudiar y superar, vive en el vértice de un triángulo con líneas imaginarias, que a pesar de que somos un pueblo de héroes, de historia, pero falto de homogeneidad.

Hasta ahora, la gente, con su corazón ingenuo parece que no les interesa buscar con eficacia los caminos del desarrollo, la solución de sus necesidades perentorias y las del conocimiento en sentido general.

La inercia, letargo y languidecimiento a la que ha estado sometido por década la tiene del bravío General Santiago Rodríguez preocupa a nativos, que por razones de progreso se vieron obligados emigrar en busca de oportunidades.

El arquitecto Ricardo González Quiñones, es un ejemplo.

Es un hombre inquieto, visionario, historiador, reseña consecuencias y acontecimientos históricos sucedidos y que una gran mayoría desconocen.

Pero este ciudadano, digno de ponderación, preocupado por la dejadez de quienes tienen la obligación de dar a conocer en las aulas éstos hechos, sin embargo, no los dan a conocer por las vías que tienen a su alcance.

González Quiñones se desplaza fines de semana desde la capital a San Ignacio de Sabaneta y por la emisora Zumba en un programa dominical en el que tiene cabida proyecta sus inquietudes.

Además de gastarse la garganta, invertir tiempo escudriñando, desvelándose, sus averiguaciones vinculadas a acontecimientos históricos y de interés colectivo, los da a conocer por  los periódicos digitales de la zona a los cuales tiene acceso.

No vacila en sus reseñas vigorosas para entregarlas a la crítica y exponerlas al juicio de sus lectores, para provecho y acervo cultura que nutra a la actual y generación porvenir.

Un obra cumbre y enaltecedora es el Himno a Sabaneta, escrito por González Quiñones alabado, ponderado y resaltado por miles de personas dentro y fuera de su provincia natal.

Hay que ponderar ese esfuerzo de estudiar, investigar y escribir los orígenes y resultados de las ocurrencias históricas de la provincia, especialmente las consecuencias sucedidas en el municipio de San Ignacio de Sabaneta, su ciudad natal.

Es un excelente esfuerzo de este incansable sabanetero quien entrega sus obras a la ciudadanía, las que hace como una especie de sacerdocio, llena de amor, desinterés, si ego, con vocación, de manera sincera y aspiración nacionalista.

Lo que persigue este humilde, inquieto y dinámico  ciudadano, es que los moradores de esta provincia noroestana comiencen a despertar.

Que lo hagan con deseo y decisión de incorporarse y luchar por mejores condiciones de vida, ampliando sus conocimientos, exigiendo a los responsables del manejo de obras mejores condiciones de sobrevivencia.

El dinero que dilapidan los políticos, funcionarios, congresistas del patio no sale de sus bolsillos, sino de los impuestos que pagan los ciudadanos al fisco con la compra de bienes y servicios.

En esta provincia hay juventud valedera, susceptibles en ocasiones de ser aplaudidas, porque están dotadas de un corazón digno y revestidos de buenas intenciones.

González Quiñones, persigue que los habitantes de Santiago Rodríguez se empoderen, que revivan y traten de unificarse y aprender a exigir las conquistas sociales y comunitarias que les pertenecen y que los gobiernos y políticos han dejado de cumplir.

Que se activen para que se tome en cuenta a su población, que reclamen a los políticos las conquistas que les han negado, a pesar de que les pertenecen.

Que luchemos unidos porque no les estamos dejando nada bueno a los niños y niñas que vienen creciendo.

Los que somos mayores y otros que están en el ocaso de sus días que actuamos sin vacilaciones, que el pueblo de San Ignacio de Sabaneta despierte para orientar a los jóvenes hacia un porvenir más próspero
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Santiago Rodríguez, fue productor cimero en el cultivo y recolección de maní incentivado por la Sociedad Industrial Dominicana –MANICERA- e Industrias Lavador, generando fuentes de ingresos a favor de cientos de hombres y mujeres de manera directa e indirecta.

Durante la permanencia de La MANCEA e Industrias Lavador hubo daminizacion del comercio y generaba otros beneficios colaterales.

Esta provincia fue pionera en el cultivo de tabaco rubio  fomentado por las empresas E. León Jiménes y la Compañía Anónima Tabacera-CAT.-

Es la provincia mayor productora de leche en la actualidad del Noroeste, sobrepasando a las de Dajabón, Montecristi y Valverde.

Pionera en el cultivo de y amarga y productora de casabe, beneficiando con empleos a decenas hombres y mujeres a través de las fábricas que operan en San Ignacio de Sabaneta, Monción y Villa Los Almácigos, destinados para al consumo nacional e internacional.

Con la presa de Monción, la más grande de América Latina, pero sus aguas no son aprovechadas para la explotación pesquera, turística y la navegación.

La llaman la tierra de los músicos y sin embargo, vive triste, porque las cuerdas de los instrumentos que alegran los corazones estás destempladas.

Ojalá se terminen las críticas a quienes luchan por llevar sacar a flote la tierra más pura que la nieve, diáfana y transparente de la República Dominicana.
    




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