Lo traiciona el dinero y fama?.
Oscar Francisco Taveras, joven, humilde, solidario,
profesional, millonario, pero la fama lo hizo fracasar.
Era una promesa y la esperanza de los dominicanos de
establecer metas en Grandes Ligas con la organización Cardenales de San Luis en
el beisbol de Estados Unidos.
Muchos peloteros talentosos pasaron sus vidas en el
beisbol y nunca llegaron a Grandes Ligas, pero él con 22 anos y todo el tiempo
a su favor ya disfrutaba de ese privilegio y “manjar”.
Desgraciada
y lamentablemente, quizás su juventud, la inexperiencia, el furor, las fantasías,
lo llevaron a tocar fondo a ese ídolo deportivo.
El
éxtasis de cómo actúa la juventud de hoy día no le permitió conocer en mayor
profundidad lo que es la vida y convertirse en una figura de renombre mundial
en el beisbol.
Claro
está, que el detalle de aquel fatal desenlace no le permitió ni siquiera
procrear un hijo para la posteridad, porque en ese trágico accidente, también murió
su novia, Ileana Arvelo una joven de 18 años de edad nativa Moca, provincia
Espaillat.
Cada uno de nosotros en algún momento aplaudimos las hazañas de
este atleta que beso la gloria en ocasiones jugando para Las Aguilas del Cibao.
Pero, seguro que también nos entristecimos cuando sumidos de su
infausta noticia y nos enteramos de que había caído muerto en esa tragedia.
Probablemente a la distancia, a través de lo que los medios nos
cuentan, lo que no nos permite experimentar realmente cuán duro puede ser ese
momento para quien lo vive y los sufren, como es su familia.
Sabemos
que la juventud anda descarriadamente por nuestras calles y, más todavía,
cuando un joven humilde llega a firmar un gran contrato como atleta que se descontrola
a la hora de recibir sumas en dólares.
Hay
que entender que en el deporte no todo es color rosa, ya que son comunes los
casos de deportistas que una vez que comienzan a ganar dinero, lo primero que
hacen es, comprar una arma de fuego para “terciársela en la cintura” y un vehículo
que “vuele” de la potencia.
Hay
que comprender que no es ficción, sino que es pura realidad, son historias
verídicas y sufridas por familiares, amigos y seres cercanos, que muchos
atletas han muertos en accidentes de tránsito, porque se “embriagan de fantasías”.
¿Cuántos
atletas hemos perdido en el país por accidentes de transito?
¿A
caso existen o no formulas que controle a nuestros atletas para detener el luto
en el país?
Si
no hay controle hacia nuestros jóvenes ¿Cuántos más perderán la vida en las
carreteras?
Ojala
que la lista de luminarias caídas como sucedió a Oscar Francisco Taveras se detenga
ahí y que no sea como los batazos de que “pica y se extiende”.
Es
triste ahora lamentarnos de que al ver caer a esos jóvenes en la “flor de la
juventud” es cuando nos damos cuenta de que a ellos hay que ensenarles a que
primero deben ser “seres humanos y después estrellas”.
Oscar
Francisco Taveras era el atleta convertido en el centro de atención en el
beisbol dominicano como en el norteamericano.
Su
entrada a juego con Las Águilas del Cibao estaba previsto para el mes de
diciembre, porque sugirió a los ejecutivos de que iba a descansar, y que había participado
en los juegos clasificatorios con los Cardenales de San Luis con opción hacia
la Serie Mundial.
El
vacío dejado por Taveras, imagínense el potencial que se ha perdido, la soledad
generada, la pieza de la que estaba constituido, ahora lo que nos toca es la resignación
y sufrir para cubrir ese espacio.
Estoy inquieto y
sugiero a los padres, hermanos, amigos, ejecutivos de los equipos que a esos jóvenes
que firmen los mantengan orientados y cuidados con profesionales de la conducta
humana para no seguir perdiendo tantas estrellas deportivas.
La tristeza que como ser humano me embarga, solo me
permitieron portar una pluma y pedazo de papel para garabatear algunas palabras
y transcribirlas en mi computadora.
Les confieso que ni las palabras me salieron de mi garganta al
verlo en el ataúd, me sentí abatido, ya que una vida tan joven y profesional se
nos fue para siempre.
Hay que sentirse en el lugar triste, la gente de todas las edades
sollozando, desesperados, impotentes, solitarios, escalofriantes, mirando su
desfigurado rostro, para entonces hacerse juicios de valores.
Créanme que amo mi profesión, he visto personas muertes de
todas las maneras, sin embargo, esta vez, la de Oscar Francisco Taveras, la
experiencia fue diferente, por su juventud y la tristeza plasmada en los rostros
de sus vecinos, originalmente en los niños y jóvenes.
Te fuiste para siempre.
Paz a tus restos.
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