Los desastres en Día del Medio Ambiente.
Domingo Abreu Collado
Nos llega
OTRO DIA MUNDIAL DEL AMBIENTE, y no hay manera de que pueda ser feliz, por más
que lo deseemos a otros y nos lo deseemos a nosotros mismos.
Este otro
Día Mundial del Ambiente nos encuentra con menos vegetación por los incendios
producidos este año. Al haber menos vegetación se habrán perdido muchos nichos
de grupos biodiversos: de aves, de reptiles, de insectos, de arácnidos y
probablemente de mamíferos.
Los incendios, la mayoría de ellos provocados, ocurrieron durante el peor momento de la sequía de este año, que quizás haya sido menos dura que la que vendrá el año que viene. Y aunque insistimos en el beneficio del fuego espontáneo y controlado, no podemos agradecer la espontaneidad de este año, porque sirvió para encubrir incendios como los siguientes:
1. Incendio de Loma Miranda, con el objetivo de calcinar la Loma y no dejarle otra alternativa económica que la de su explotación minera. De seguro, de no haberse intervenido a tiempo y sofocado las decenas de fuegos en sus laderas y falda, lo que hubiera seguido habría sido “la movilización del pueblo” para pedir que se le permitiera a Xstrata Níquel ocuparse de “su remediación económica”. De esas estrategias ya estamos bien enterados.
2. Los incendios en Los Haitises, bien conocidos por todos nosotros dado lo reiterado de su uso para la producción de yautía para la exportación utilizando mano de tumba, quema y siembra haitiana, pero manejada por el brazo económico-exportador dominicano. A esto se sumó la quema de muchas otras zonas, tanto junto a la carretera como en otros lugares, para culpar a los haitianos y fustigar la Ley de Naturalización, señalada por la ultraderecha como “anti-nacionalista” y seguir presentando a los haitianos como “un problema”, cuando el verdadero problema dominicano es la concentración de capitales y poder entre pocas familias, todas éstas aprovechadas y enriquecidas por la mano de obra haitiana desde principios del siglo pasado, desde el inicio de la industria azucarera.
Los incendios, la mayoría de ellos provocados, ocurrieron durante el peor momento de la sequía de este año, que quizás haya sido menos dura que la que vendrá el año que viene. Y aunque insistimos en el beneficio del fuego espontáneo y controlado, no podemos agradecer la espontaneidad de este año, porque sirvió para encubrir incendios como los siguientes:
1. Incendio de Loma Miranda, con el objetivo de calcinar la Loma y no dejarle otra alternativa económica que la de su explotación minera. De seguro, de no haberse intervenido a tiempo y sofocado las decenas de fuegos en sus laderas y falda, lo que hubiera seguido habría sido “la movilización del pueblo” para pedir que se le permitiera a Xstrata Níquel ocuparse de “su remediación económica”. De esas estrategias ya estamos bien enterados.
2. Los incendios en Los Haitises, bien conocidos por todos nosotros dado lo reiterado de su uso para la producción de yautía para la exportación utilizando mano de tumba, quema y siembra haitiana, pero manejada por el brazo económico-exportador dominicano. A esto se sumó la quema de muchas otras zonas, tanto junto a la carretera como en otros lugares, para culpar a los haitianos y fustigar la Ley de Naturalización, señalada por la ultraderecha como “anti-nacionalista” y seguir presentando a los haitianos como “un problema”, cuando el verdadero problema dominicano es la concentración de capitales y poder entre pocas familias, todas éstas aprovechadas y enriquecidas por la mano de obra haitiana desde principios del siglo pasado, desde el inicio de la industria azucarera.
3. Los incendios de Sierra de
Bahoruco, dirigidos a eliminar enormes zonas de bosque natural para dedicarlos
a la siembra de rubros de exportación, también utilizando mano de tumba, quema
y siembra haitiana, una actividad que cuenta con la aprobación empresarial de
productores agrícolas organizados y exportadores bien establecidos entre los
nidos del poder político, poder distribuido entre todos los bandos partidarios
políticos, bandos que actualmente reciben el respaldo de grupos supuestamente
“progresistas” y hasta de “izquierda”, quienes se hacen los estrábicos para no
mirar lo que no les conviene ver.
4. Los incendios de Pinar Parejo,
Valle Nuevo y otras zonas de ña Cordillera Central, azuzados desde hace años
para invadir espacios protegidos y ser ocupados por el ganado vacuno, de
tradicional pastura invasiva, u ocupados para su “recuperación y reforestación”
por los cultivadores de tubérculos y flores de exportación.
5. Los incendios de Gaspar
Hernández, iniciados por interesados en la ocupación de espacios para el
desarrollo inmobiliar y turístico, que no ha parado mientes en la destrucción
de espacios de costa y pie de monte para insistir en la propuesta turística a
destajo y sin miramiento hacia la necesidad de conservación de la naturaleza
que hipócritamente promueven en su oferta internacional.
Entonces,
hoy, 5 de Junio del 2015, no puede ser un feliz Día Mundial del Ambiente, ni
por los incendios, y mucho menos, cuando por orientación estatal se mantiene a
la Educación Ambiental fuera del programa de educación escolar tanto en la
educación pública como en la educación privada.
Hoy, Día
Mundial del Ambiente, debe ser un día de observación de lo que ambientalmente
ocurre, de enseñanza de lo que ambientalmente ocurre, y de lucha porque alguna
vez ocurra, ambientalmente, un cambio en la dirección económica y política de
la Nación, antes de que sucumba el País bajo propuestas económicas
destructivas, como es el plan de convertir a la República Dominicana en un país
minero, con la megaminería del oro a la cabeza.
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