Este domingo es 24 de abril: Despertemos y reflexionemos.

Por Marcelo Peralta
El 24 de abril de cada año halla a los dominicanos más desunidos, dispersos y hambrientos.
El 24 de abril del 1965 fue la Guerra Civil y la intervención del imperio más sucio, criminal y abusador que la tierra ha engendrado.
Ese hecho bélico sangriento surgido en el país en el siglo XX.
Luego de tres décadas de autoritarismo somnoliento bajo el régimen del militar Rafael Leónidas Trujillo, en elecciones limpias, es electo presidente de la República, el erudito profesor Juan Bosch postulado por el Partido Revolucionario Dominicano-PRD-.
Esos cambios, la reforma a las posesiones de tierra, que golpeaba en tiempo de Trujillo Molina a los terratenientes opositores, militares que ejercicio el autoritarismo somnoliento bajo el régimen de Trujillo.
En el revés sufrido por Bosch, accionaron las ponzoñas de traicioneros dominicanos, orquestando planes macabros, ayudados por   los gringos,   donde el mes de septiembre fue funesto para la democracia dominicana, cuando derrotaron al gobierno del profesor Juan Bosch, elegido libérrimamente, bajo el pretexto que tenía orientaciones comunistas.
Aunque el gobierno de Juan Bosch es tildado de “raro” en la historia criolla y su accionar por el bienestar ciudadano, aplicando medidas modestas y detrás habían voces malsanas, concretizaron y cumplieron sus objetivos de sacarlo del poder.
Otorgaba libertades que nunca se habían conocido en el país; declaraba derechos laborales, a sindicalizarse, proteger a las embarazadas, a los sin hogar, la familia, niños, jóvenes, agricultores e hijos ilegítimos.
En el gobierno de Bosch, la jerarquía de la Iglesia Católica reprochó el carácter laico de la nueva Constitución respecto a la legalización del divorcio.
Intercedió la cúpula militar y la élite económica que temían la influencia comunista en el país presagiando la posibilidad de otra Cuba en la Región del Caribe.
A raíz de la crisis política y social en el año 1965, trajeron 42 mil marines a Quisqueya desde Estados Unidos con botas llenas de ira, odio, represión, maldad, drogas, violaciones a los derechos humanos, maltratos a nativos, violaciones sexuales contra mujeres y armas fratricidas mancillando la Soberanía Nacional e imponiendo sus normas.
En abril de ese año una nueva constitución garantizaba los derechos civiles e individuales y respaldaba el control civil de los militares.
La vanguardia de la revolución de 1965, los constitucionistas orientados por Juan Bosch y Francisco Alberto Caamaño Deño, movimiento que contó con algunos oficiales militares jóvenes aguerridos combatientes salieron a las calles el 24 de abril, tomando el Palacio Presidencial colocando como presidente a José Rafael Molina Ureña.
La revolución tomó la dimensión de una guerra civil, cuando las fuerzas conservadoras del ejército que dirigía el general Elías Wessin y Wessin atendiendo intereses “espurios” retorna el golpe contra los constitucionalistas el día 25 de abril del 1965.
Wessin y Wessin masacró al pueblo, atacó con tanques de guerra, autorizó bombardeos aéreos por las fuerzas leales, los constitucionalistas mantuvieron sus posiciones en la capital, y extendieron el conflicto para asegurar el control de todo el país.
Como siempre, las garras venenosas del imperio norteamericano, esa vez encabezado por presidente Lyndon B. Jhonson envió a 42 mil hombres llenos de odio dizque para garantizar la seguridad  y restablecer el orden.
Esa invasión de abusadores enviados por Johnson actuaban bajo la creencia de que los constitucionalistas estaban compuesto por comunistas y que por lo tanto no se podía permitir que llegaran al poder.
La intervención, era por una supuesta aprobación hemisférica con la creación de una fuerza de paz auspiciada por la nefasta Organización de Estados Americanos-OEA- que implementó la presencia militar estadounidense en la República Dominicana.
El país, en los actuales momentos,  está en manos de criminales políticos y enemigos del pueblo, ladrones del erario público, miembros de un comité de gavilleros, traicioneros de los ideales de Juan Pablo Duarte, quienes actúan como controladores hasta de la respiración de los dominicanos.
Quiera que los dominicanos sensatos, algún día que vamos caminos a una “hecatombe” de grandes dimensiones y que la Patria que nos legaron Juan Pablo Duarte y los demás patriotas está en latente peligro.
Ojalá que aparezcan cabezas cuando lleguen los sombreros y que no nos coja demasiado tarde.

No soy pesimista, menos adivino, ignoro, no obstante, el tiempo que falta a los dominicanos a que despertemos de este letargo que cada vez es más oscuro, incierto y sombrío.

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