Estudiar en República Dominicana:Un laberinto, un desafío.

Por Marcelo Peralta.
prensaglobaldigital

Fotos José Manuel Castillo.
Practicar el altruismo, solidaridad, emparentar ese postulado se aprende por hábitos y costumbres en los hogares maternos, paternos que, conducta que se lleva a cabo cuando el individuo espera ser recompensado por el otro y por algún miembro del grupo.
Debe avergonzarnos estas escenas cuando el gobierno gasta millonadas de dinero en lacras politicos y legalizando a millares de invasores y enemigos haitianos y haitianas que vienen a enfermarnos.
Se actúa así dependiendo de la necesidad del individuo de sentirse aceptado, partícipe dentro de él, con lo cual indirecta e indirectamente obtiene un beneficio.
Esta imagen dice mas que mil palabras.
Se impone que se exploren las razones por las que podría haber evolucionado el comportamiento de dominicanos que sin prever los riesgos y consecuencias practican el altruismo y dejan a un lado el egoísmo.
Para que comentar. La imagen lo dice todo.
No solo el hombre y la mujer dominicana son altruistas, sino que ese comportamiento se percibe hasta en muchos animales domésticos criados en hogares con escasa educación, al igual que plantas que se adhieren a otras para facilitar su expansión, aunque algunas son “parasitas”, como también, las hay en los humanos.
Estudiar y hacerse profesional en República Dominicana constituyen indefectiblemente riesgos y desafíos.
Obtener metas tangibles, a veces se tornan inalcanzables.
Millares de dominicanos desafían “sacudirse” y luchar a pesar de los obstáculos orquestados.
En un sistema político como el existente, por demás cuestionado y controlado por un grupito de “parásitos” que se han hecho multimillonarios con el dinero del pueblo todo truncando oportunidades a jóvenes valiosos.
Pero, los jóvenes dominicanos robustecido de coraje, aunque desposeídos de la fortuna que otros se han “robado del erario público, no se aplastan como la vaca en tiempos de sequía y luchan hasta conseguir objetivos positivos.
Niños, niñas, adolescentes, jóvenes, deseosos de superarse, salir del marasmo fraguado por políticos, son persistentes en obtener y lograr peldaños.
Lanzan sus propósitos, en ocasiones, sin percibir las consecuencias que se deriven por su osadía.
Sin embargo, hallan personas llenas de altruismo y solidaridad.
Es el caso de este chofer que permite que estudiantes “trepen”, “enganchen” y “encaramen” en su camión para ir a las escuelas, y en ocasiones, retornar a sus casas, aunque con sus barrigas en “blanco” y llenas, quien sabes, de bichos por no haber comido nada.
El conductor de este camión, aparte de la solidaridad mostrada a estos estudiantes, desde la ciudad se empeña en llevar agua a esar zonas apartadas a que mitiguen la sed.
Resalta difícil estudiar en zonas rurales en la República Dominicana, que a pesar de tener tierras prodigiosas y fértiles, cada minuto se convierte en oportunidades, retos, tentaciones, desafíos y amenazas.
Increíble, inigualable e incomparable es la muestra de solidaridad y hospitalidad de algunos dominicanos y dominicanas.
Hay momentos en la vida, que a pesar de las circunstancias adversas, desfavorables, el dominicano, por tener un corazón noble, es altruista y pone en riesgo su propia vida por salvar la de los demás.
Demostrado está, entonces,  que el  altruismo guía a la conducta humana por su preocupación, atención desinteresada por el otro y los otros.
Existen diversas formas y alcance de practicar este gesto de salvaguarda hacia los demás.
Múltiples son los casos en que aparecen nuestros hermanos sacrificando su propia supervivencia por proteger la de los demás, aunque siempre añaden el hecho de que entre los miembros de ese grupo ha de hallarse algún miembro que comparta parte de sus mismos genes.
Es una forma de asegurar la continuidad de su información genética el desarrollar el altruismo y la solidaridad.
Muchas son las ocasiones en que los dominicanos como dice el refranero que se “sacan la comida de sus bocas para dársela al prójimo”.
En momentos aciagos se han presentados en que ayudar tanto a sus vecinos y allegados resulta insuficiente y si analizamos las conductas humanas podemos decir que se desarrollan hacia individuos no emparentados.
La solidaridad y altruismo de los dominicanos sobresale y se impone en todas las circunstancias.
El ser humano no es naturalmente altruista, sino que necesita ser educado para llegar a serlo.
Me sucedió hace algunos años en la ciudad de Juan Díaz, Puerto Rico, de un joven nativo de mi pueblo San Ignacio de Sabaneta en la provincia Santiago Rodríguez nunca habíamos “cruzado palabras”.
Sin embargo, nos vimos en un restaurante, no saludamos, intercambiamos ideas e impresiones.
A mi retorno de nuevo al siguiente año a la “Isla del Encanto” nos juntos,  almorzamos, me presentó a su hermosa familia compuesta por su esposa y dos hijos.
Ambos, debimos educarnos para entendernos.

El dominicano tiene una tendencia natural de ayudar a los demás sin importar color de la piel, raza, nacionalidad, condiciones sociales, religiosas y económicas.

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