Estudiar en República Dominicana:Un laberinto, un desafío.
prensaglobaldigital
Fotos José Manuel Castillo.
Practicar
el altruismo, solidaridad, emparentar ese postulado se aprende por hábitos y
costumbres en los hogares maternos, paternos que, conducta que se lleva a cabo
cuando el individuo espera ser recompensado por el otro y por algún miembro del grupo.
Debe avergonzarnos estas escenas cuando el gobierno gasta millonadas de dinero en lacras politicos y legalizando a millares de invasores y enemigos haitianos y haitianas que vienen a enfermarnos.
Se
actúa así dependiendo de la necesidad del individuo de sentirse aceptado,
partícipe dentro de él, con lo cual indirecta e indirectamente obtiene un
beneficio.
Esta imagen dice mas que mil palabras.
Se
impone que se exploren las razones por las que podría haber evolucionado el
comportamiento de dominicanos que sin prever los riesgos y consecuencias
practican el altruismo y dejan a un lado el egoísmo.
Para que comentar. La imagen lo dice todo.
No
solo el hombre y la mujer dominicana son altruistas, sino que ese
comportamiento se percibe hasta en muchos animales domésticos criados en
hogares con escasa educación, al igual que plantas que se adhieren a otras para
facilitar su expansión, aunque algunas son “parasitas”, como también, las hay
en los humanos.
Estudiar y hacerse profesional en República Dominicana
constituyen indefectiblemente riesgos y desafíos.
Obtener metas tangibles, a veces se tornan inalcanzables.
Millares de dominicanos desafían “sacudirse” y luchar a pesar
de los obstáculos orquestados.
En un sistema político como el existente, por demás cuestionado
y controlado por un grupito de “parásitos” que se han hecho multimillonarios
con el dinero del pueblo todo truncando oportunidades a jóvenes valiosos.
Pero, los jóvenes dominicanos robustecido de coraje, aunque
desposeídos de la fortuna que otros se han “robado del erario público, no se
aplastan como la vaca en tiempos de sequía y luchan hasta conseguir objetivos
positivos.
Niños, niñas, adolescentes, jóvenes, deseosos de superarse,
salir del marasmo fraguado por políticos, son persistentes en obtener y lograr
peldaños.
Lanzan sus propósitos, en ocasiones, sin percibir las
consecuencias que se deriven por su osadía.
Sin embargo, hallan personas llenas de altruismo y
solidaridad.
Es el caso de este chofer que permite que estudiantes
“trepen”, “enganchen” y “encaramen” en su camión para ir a las escuelas, y en
ocasiones, retornar a sus casas, aunque con sus barrigas en “blanco” y llenas,
quien sabes, de bichos por no haber comido nada.
El conductor de este camión, aparte de la solidaridad
mostrada a estos estudiantes, desde la ciudad se empeña en llevar agua a esar
zonas apartadas a que mitiguen la sed.
Resalta difícil estudiar en zonas rurales en la República
Dominicana, que a pesar de tener tierras prodigiosas y fértiles, cada minuto se
convierte en oportunidades, retos, tentaciones, desafíos y amenazas.
Increíble, inigualable e incomparable es la muestra de solidaridad
y hospitalidad de algunos dominicanos y dominicanas.
Hay momentos en la vida, que a pesar de las circunstancias
adversas, desfavorables, el dominicano, por tener un corazón noble, es
altruista y pone en riesgo su propia vida por salvar la de los demás.
Demostrado está, entonces,
que el altruismo guía a la conducta humana por su
preocupación, atención desinteresada por el otro y los otros.
Existen diversas formas y alcance de practicar este gesto de
salvaguarda hacia los demás.
Múltiples son los casos en que aparecen nuestros hermanos
sacrificando su propia supervivencia por proteger la de los demás, aunque
siempre añaden el hecho de que entre los miembros de ese grupo ha de hallarse
algún miembro que comparta parte de sus mismos genes.
Es una
forma de asegurar la continuidad de su información genética el desarrollar el
altruismo y la solidaridad.
Muchas
son las ocasiones en que los dominicanos como dice el refranero que se “sacan
la comida de sus bocas para dársela al prójimo”.
En momentos
aciagos se han presentados en que ayudar tanto a sus vecinos y allegados resulta
insuficiente y si analizamos las conductas humanas podemos decir que se
desarrollan hacia individuos no emparentados.
La
solidaridad y altruismo de los dominicanos sobresale y se impone en todas las
circunstancias.
El ser humano no es naturalmente altruista, sino que necesita
ser educado para llegar a serlo.
Me
sucedió hace algunos años en la ciudad de Juan Díaz, Puerto Rico, de un joven
nativo de mi pueblo San Ignacio de Sabaneta en la provincia Santiago Rodríguez
nunca habíamos “cruzado palabras”.
Sin
embargo, nos vimos en un restaurante, no saludamos, intercambiamos ideas e
impresiones.
A mi
retorno de nuevo al siguiente año a la “Isla del Encanto” nos juntos, almorzamos, me presentó a su hermosa familia
compuesta por su esposa y dos hijos.
Ambos,
debimos educarnos para entendernos.
El
dominicano tiene una tendencia natural de ayudar a los demás sin importar color
de la piel, raza, nacionalidad, condiciones sociales, religiosas y económicas.
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