En Santiago Rodríguez ojalá controlen eso.
La tradición,
épica culta, orgullo, leyenda y proeza del General Santiago Rodríguez, héroe de la Restauración de la República del
1863 está siendo opacada por la sangre derramada por los accidentes de motocicletas.
La egregia ciudad San Ignacio de Sabaneta, en la actualidad ha sido
convertida en una especie de fábula que conserva más
muertos en los altares de casas y en lápidas del cementerio que las generadas en
los combates por la Restauración de la República.
El número de fallecidos por accidentes de motocicletas va
en aumento, aunque, al parecer se perdieron en las cifras exactas en los
registros policiales, a pesar de que se estiman en decenas en los últimos años.
Las tragedias ya se naturalizaron entre motoristas,
quienes al parecer consideran que el morir conduciendo a grandes velocidades por
las estrechas calles es un “lujo”.
La actuación de esos jóvenes conduciendo los aparatos de
dos ruedas pareciese que están filmando una película de ciencia ficción en la que
entienden que accidentarse o morir los convertiría en “mártires”.
La recubre en esta ciudad con los jóvenes y las motocicletas
es un velo de mística que empata con su prontuario de mortalidad y nadie hace
caso, sino que se alarman en las primeras horas en que ocurren las tragedias.
Esos jóvenes no comprenden que en cada curva y recta de las calles, el hecho de conducir a grandes
velocidades, el riesgo es una amenaza latente.
Esta ciudad, emplazada en el corazón de la Región Noroeste
y la Cordillera Central, alberga y atesora una población de familias humildes,
honestas, trabajadoras, estudiosas y quieren que sus hijos e hijas sean
personas sobresalientes en la adultez.
Aquí, los accidentes y muertes de motos
son más comunes que degustar un buen plato de
mariscos en un restaurante, porque no hay nadie que encause alternativas de control
y eventuales soluciones a este malestar social que corroe los cimientos de la
sociedad.
Cabría proponer hacer una
buena campaña de concienciación a través casas por casas, en los medios de
comunicación, Juntas de Vecinos, escuelas, colegios, liceos, centros deportivos,
establecimientos comerciales, iglesias, estaciones de guaguas, barrios,
entradas y salidas de la ciudad.
Con estas premisas en mente, colocando
carteles recordatorios de las situaciones peligrosas de guiar las motocicletas a grandes
velocidades se podría reducir la mortalidad.
Las pérdidas de jóvenes es cada vez más
elevada que provocará que la sociedad se vaya reduciendo, casas llenas de
recordatorios, el cementerio de cruces y perdiendo a quienes vayan a sustituirnos cuando
desaparezcamos físicamente de la faz de la tierra.
Los accidentes de motocicletas
conducidas a exceso de velocidad por jóvenes acaban derrapadas y en caídas
mortales.
El tráfico en sentido contrario, es
otro problema tan temidos guardarrailes que te esperan en cada calle y de un
momento a otro, el transeúnte que camina sin temor, puedes ir al borde del
asfalto embestido por un desaprensivo y tragarte el asfalto la vida.
Los motoristas deberían conocer los accidentes en los que se ven implicadas
las motos, con el fin de reconocer estas situaciones y tratar de evitarlas,
porque esto es siniestro.
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