Hogares entre vorágines.
Por Marcelo Peralta.
Santiago Rodríguez, R.D.-La familia es el lugar ideal para forjar los valores.
Es la mejor escuela para alcanzar una meta.
Para que una persona pueda ser responsable tiene que ser consciente de sus hábitos
familiares.
De la enseñanza de los padres, madres, tutores deviene la importancia de
que los hijos tengan responsabilidades y obligaciones en la adultez.
Tener el mayor trabajo y empeño en esta actividad, en beneficio del
porvenir.
Proceder con honestidad en aras de la dignidad es el compromiso más
trascendente en el corto paso por este globo terrenal.
Solamente pueden consolar al triste la razón y el trabajo
honesto.
Los valores familiares
se establecen con relaciones personales que entrañan afinidad de sentimientos,
de afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las personas.
La familia es la
comunidad en la infancia desde donde se enseñan los valores y el adecuado uso
de la libertad.
En los hogares con relaciones
personales y estabilidad familiar son
los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno
de la sociedad.
Es por esto que en la familia se inicia a la vida
social.
La familia donde se enseñan los primeros valores se convierte
en la plataforma y el sustento para la vida en sociedad y a lo largo de la vida
de la persona.
La alegría es un valor que se siembra en el seno
familiar procurando que los miembros se ayuden unos a otros en sus necesidades,
en la superación de obstáculos, dificultades, compartir los logros y éxitos de
los demás.
Los padres son uno de los modelos más importantes
para los jóvenes que crecen, oigan las orientaciones de los más envejecientes.
En cambio, los padres son seres humanos quienes no siempre
aciertan en el cuidado de sus hijos y es por eso que muchos jóvenes se descarrilan.
Si los padres no pueden aprender a expresar los
sentimientos, tampoco transmitirán con efectividad a sus hijos e hijas.
Los sentimientos de desilusión, tristeza, frustración
y dolor pueden estar encerrados dentro y sólo se expresan como arranques de
enojo.
La gente necesita expresar cómo se siente antes de que
estos sentimientos exploten hiriendo a alguien.
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