¿Y cuándo fue que sucedió?.
mperiodista1958@hotmail.com
La educación es cuestión de
dos.
Cada vez se escuchan más casos de alumnos que han insultado, humillado, golpeado a profesores; asesinan a sus madres, padres, hermanos, vecinos y allegados.
Impartí docencia durante
varios años en dos escuelas estatales como fueron en la profesora Martina
Mercedes Zouian en el paraje La Chichigua, sector Gurabo y en la nocturna Ema
Balaguer en el Cienfuegos.
Con mis astucias y actitudes podía persuadir a los
alumnos más imperativos, con quienes nunca permití ni tuve conflictos.
Siempre llegaba primero a
la aula que ellos y ellas.
Les manifestaba mi respeto actuando
a la distancia de lo que es el maestro y el alumno.
Imprimía confianza y a los
más inquietos los designaba en los primeros cargos del Comité de Disciplina que
formábamos en el curso.
Nunca utilicé reglas de madera
para amedrentar a mis alumnos.
Cumplían cabal las tareas
de trabajo dentro del aula y las pautadas para realizar en sus casas.
Eran obedientes y
respetuosos con sus compañeros sin importar las edades de cada cual.
En mis cursos nunca se
produjo un escándalo ya que estaba pendientes de ellos y ellas hasta en el
recreo y los deportes.
Nunca los dejaba perder de
vista en las disciplinas deportivas y recreativas.
Los llamaba por sus nombres
y les decía que mientras estaban dentro de la escuela yo era su amigo, su papá
y que podían confiar en mí.
En mi condición de
periodista y maestro era costumbre en mi la interacción, la comunicación en la relación docente, alumno, hablarle del papel de la familia en la
sociedad; la buena relación con los demás; la disciplina con amor; Poner límites
sin ahogarse en la culpa.
La
autoridad mora y que el docente debe ser amigo de sus alumnos, porque hay
ocasiones que si les da confianza al alumno lo respeta y las habla de cosas que
ni siquiera a sus padres son capaces de tratarlas.
Otra
cosa es la educación permisiva, sino que en mi caso, la indisciplina dentro del
plantel era “innegociable” y en caso de producirse sus causas las analizábamos el
autor y quien suscribe, sin necesidad de la presencia del director.
Sin
importar la edad del alumno en mis conversaciones usaba la palabra usted como
sinónimo de “respeto”.
Para
mí el orden era “innegociable” con mis alumnos y la relación sana prevalecía.
Valoraba
casa favor que me hacían y nunca les acepté regalos a ninguno al finalizar el
año ya que se lo advertía desde comienzo.
“Los
regalos no se lo aceptaba a ningún alumno ni alumna”.
Desde que el alumno o la
alumna le lleva un regalo al maestro se concretiza un compromiso entre ambos.
“Yo no era de esos maestros que aceptaban regalos de alumnos”.
Pero, en la época actual la
juventud ha perdido el respeto a los profesores.
Hoy el adolescente vive en una
crisis continua.
Es inseguro, trata de
buscar su identidad, es idealista, rebelde la que utiliza como una necesidad de
diferenciarse de ser original.
A mi modo de ver las cosas
la autoridad en los centros educativos la han “destruido y traspasada a una
grave crisis” y esos eso es muy peligroso para la estabilidad y control.
¿Cuáles podrían ser
las causas?.
¿A qué se debe
que se ha perdido la autoridad al maestro?.
Al mediado de mes lo visité
a su oficina le expuse mi desacuerdo con eso y que pidiera a la Dirección
Regional el envío de un maestro sustituto porque quien suscribe iba a
renunciar.
Rechazó ni petición. Le
pedí traslado y me lo negó.
Al mes le visité y entregué
mi renuncia del sistema instructivo estatal porque no quería ser parte de este
desorden y ahí están los resultados.
No hay maestros para
alumnos, ni alumnos para maestros y la “pudrición” de algunas mal llamada
Sociedad de Padres y Amigos de la Escuela que han sido “politizadas”.
En las aulas antes esto era
impensable puesto que aunque no aguantaras al profesor tenías
un respeto hacia
él.
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