¿Y cuándo fue que sucedió?.


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Por Marcelo Peralta
mperiodista1958@hotmail.com

La educación es cuestión de dos.

Es una tarea que inicia en la casa.

Se refuerza en las aulas imprimiendo conocimientos.

En las calles, casas, centros esparcimiento, diversión, sociales, deportivos, culturales, comerciales, la juventud ha perdido el respeto a ellos mismos, a los profesores, adultos, envejecientes, adolescentes, niños y niñas.

Cada vez se escuchan más casos de alumnos que han insultado, humillado, golpeado a profesores; asesinan a sus madres, padres, hermanos, vecinos y allegados.

Impartí docencia durante varios años en dos escuelas estatales como fueron en la profesora Martina Mercedes Zouian en el paraje La Chichigua, sector Gurabo y en la nocturna Ema Balaguer en el Cienfuegos.

Con mis astucias y actitudes podía  persuadir a los alumnos más imperativos, con quienes nunca permití ni tuve conflictos.

En la apertura de cada les hacía saber que el maestro en el aula era yo.

Siempre llegaba primero a la aula que ellos y ellas.

Mantenía el control cuasi absoluto respecto a ellos.

Les manifestaba mi respeto actuando a la distancia de lo que es el maestro y el alumno.

Imprimía confianza y a los más inquietos los designaba en los primeros cargos del Comité de Disciplina que formábamos en el curso.

Nunca utilicé reglas de madera para amedrentar a mis alumnos.

Cumplían cabal las tareas de trabajo dentro del aula y las pautadas para realizar en sus casas.

Eran obedientes y respetuosos con sus compañeros sin importar las edades de cada cual.

En mis cursos nunca se produjo un escándalo ya que estaba pendientes de ellos y ellas hasta en el recreo y los deportes.

Nunca los dejaba perder de vista en las disciplinas deportivas y recreativas.

Los llamaba por sus nombres y les decía que mientras estaban dentro de la escuela yo era su amigo, su papá y que podían confiar en mí.

Pero, también, les advertí que al salir de la centro y dejar atrás la verja ciclónica yo era capaz de irme a las trompas con cualesquiera de ellos si me provocaban.

En mi condición de periodista y maestro era costumbre en mi la interacción, la comunicación en la relación docente,  alumno, hablarle del papel de la familia en la sociedad; la buena relación con los demás; la disciplina con amor; Poner límites sin ahogarse en la culpa.

La autoridad mora y que el docente debe ser amigo de sus alumnos, porque hay ocasiones que si les da confianza al alumno lo respeta y las habla de cosas que ni siquiera a sus padres son capaces de tratarlas.

Otra cosa es la educación permisiva, sino que en mi caso, la indisciplina dentro del plantel era “innegociable” y en caso de producirse sus causas las analizábamos el autor y quien suscribe, sin necesidad de la presencia del director.

Sin importar la edad del alumno en mis conversaciones usaba la palabra usted como sinónimo de “respeto”.

Para mí el orden era “innegociable” con mis alumnos y la relación sana prevalecía.

Valoraba casa favor que me hacían y nunca les acepté regalos a ninguno al finalizar el año ya que se lo advertía desde comienzo.

“Los regalos no se lo aceptaba a ningún alumno ni alumna”.

Desde que el alumno o la alumna le lleva un regalo al maestro se concretiza un compromiso entre ambos.

“Yo no era de esos maestros que aceptaban regalos de alumnos”.  

Pero, en la época actual la juventud ha perdido el respeto a los profesores.

Hoy el adolescente vive en una crisis continua.

Es inseguro, trata de buscar su identidad, es idealista, rebelde la que utiliza como una necesidad de diferenciarse de ser original.

Pide a “gritos” que se le pongan límites, a mi modo de ver las cosas y lo que se ha perdido es la “autoridad en las aulas”.

A mi modo de ver las cosas la autoridad en los centros educativos la han “destruido y traspasada a una grave crisis” y esos eso es muy peligroso para la estabilidad y control.

¿Cuáles podrían ser las causas?.

¿A qué se debe que se ha perdido la autoridad al maestro?.

¿Cuándo sucedió?.

¿Es cierto esto?.

¿De quién es la culpa?.

¿Cada vez hay menos educación?

Al retornar el Partido de la Liberación Dominicana-PLD- en el año 2004 que desde la Secretaría de Educación que dirigía Dona Ligia Amado Melo de Cardona en la que decía que a los alumnos había que promoverlos aunque no supieran leer y escribir.

El director de la escuela me visita al aula y me dice que deseaba hablar conmigo para consultarme algo.

En horas del recreo hicimos un aparte en donde me leyó la circular enviada desde la secretaría.

Cuando terminó de leerla, textualmente le dije: Director esto se “jodió”.

Al mediado de mes lo visité a su oficina le expuse mi desacuerdo con eso y que pidiera a la Dirección Regional el envío de un maestro sustituto porque quien suscribe iba a renunciar.

Rechazó ni petición. Le pedí traslado y me lo negó.

Como excusa y estrategia, porque no quería perder mi amistad con mi jefe inmediato mandé un sustituto pagado por mí.

Al mes le visité y entregué mi renuncia del sistema instructivo estatal porque no quería ser parte de este desorden y ahí están los resultados.

No hay maestros para alumnos, ni alumnos para maestros y la “pudrición” de algunas mal llamada Sociedad de Padres y Amigos de la Escuela que han sido “politizadas”.

En las aulas antes esto era impensable puesto que aunque no aguantaras al profesor tenías un respeto hacia él.

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