Genios del periodismo


La hipocresía es el arte de amordazar la dignidad. 
Por Marcelo Peralta
El pasado fin de semana observé con nostalgia el fenómeno muy extraño, que por cierto de personas en mi querido pueblo del municipio de San Ignacio de Sabaneta.

Cuando estudiaba en el nivel de medio, el maestro de historia hablaba del emperador de Francia, Napoleón Bonaparte, quien a pesar de que era de poca estatura, pero con un corazón y coraje de acero ya que llegó a dirigir un Ejército compuesto por 500 mil hombres.

Este fenómeno de Napoleón Bonaparte condicionaba a las personas que lo invitaban a reuniones de que asistía bajo la condición de que había elegir presidente hasta en las Juntas de Vecinos.

La noche del viernes en el Ayuntamiento del histórico poblado de San Ignacio de Sabaneta me hizo recordar a Napoleón Bonaparte.

Aunque no fui invitado personal ni formal, sin embargo, por necesidad debí asistir porque las manos que dan esperan, no regalos sino un saludo y apoyo moral.

Allí estaba quien fue director del Listín Diario en los años de 1990, persona quien me ayudó y agradezco su respaldo, porque de ahí dependió que hoy mi hija mayor cristalizara su anhelo de ser médico.

El doctor Rafael, Molina Morillo, ícono del periodismo nacional, siendo justo no me regaló dinero, pero me dio el apoyo moral, me elevó de categoría como redactor del Listin Diario lo que significó aumento de sueldo, me dio apoyo moral para hacer mi trabajo, que a la postre nunca me llamaron a la atención, porque yo era el primero en llegar y el último en salir todos los días.

Nadie, de mi categoría tuvo más apoyo del doctor Molina Morillo que quien suscribe.
Más de ahí se quiere pedir.

Hago este comentario, porque tratándose del doctor Molina Morillo un decano del periodismo, en el salón Ambrosio Echavarría no debió quedar una pulgada vacía de locutores y de los periodistas ESTRELLAS que los hay por pipá en este municipio.

Hay algunos que debían estar más de cerca con las personas de bien y que de una u otra manera se aprende para ser multiplicadores y no solo criticar y avasallar a los más débiles.
  
Molina Morillo y su esposa Doña Francia Espaillat, son descendientes directos del prócer general Santiago Rodríguez.

Las calles del municipio cabecera San Ignacio de Sabaneta están llenas de nombres de hombres y mujeres que son historia, porque muchas de ellas ofrendaron sus vidas y aportaron sangre en aras de la libertad del pueblo dominicano.

Todos y todas los habitantes de Santiago Rodríguez y los dominicanos en general tenemos deudas pendientes con quienes nos dieron el derecho a ser libres e independientes de toda potencia extranjero, especialmente librarnos del yugo haitiano.

Ahora permítanme, no me importa que me gane enemigos gratuitos.

Personal y moralmente no tengo compromiso con nadie.
Pagué con mis propios peculios mi estadía.

Cubrir y escribí partes de lo que dijo el doctor Molina Morillo que me sirvió para enriquecer lo poco que sabía de la historia de Santiago Rodríguez.
Fui a esa actividad ppor voluntad propia.

No le debo un centavo a nadie, no le he cogido fiao a nadie, por eso escribo sin tapujo.
Tampoco cené en el comedor de Mayra Hildado porque esa no es mi costumbre.
El que quiera ponerse guapo contra mí por lo que esribí que lo haga.
No me tiemblan las manos para escribir ni tengo que guardarle espacio a nadie.

Quiero a mi pueblo y arespaldo a quienes hacen el bien y rechazo a los que se divorcian de las cosas buenas para inclinarse por lo material.

Quien crea que me va a chantajear o presionar se equivocó.
Ha veces hay personas que se creen al estilo de Napoleón Bonaparte que si no son ellos los jefes no van a actividades.

Esos son los llamados de moral de los idealistas.
No obstante son tan moralistas que las luces se les apagan a mitad de camino.
Estos cuando ponen la proa visionaria hacia una estrella, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en si el resorte misterioso de un ideal.

Es ascua sagrada, capaz de templarle para grandes acciones, porque no soportan que otros avancen ya que se creen que les están haciendo sombras.
Estas personas son tan vulnerables que si dejan la llama que llevan se les apaga y no encenderá jamás.

Pena de esas personas de que si esa llama muere, de seguro que queda inerte, se convierte en fría bazofia humana.

Tienen que comprender que con esa actitud como dice una de las estrofa del libro escrito por José Ingenieros, sobre el hombre mediocre a Dante de que no podrá elevar a Gil Blas, a Sancho y mucho menos a Tartujo hasta el rincón de su paraíso donde moran Cyrano, Quijote y Stochmann porque son dos universos, dos razas, dos temperamentos, como son el hombre ya sombra.

Los seres desiguales no pueden pensar de igual manera.
Siempre será evidente el contraste entre el servilismo y la dignidad, la torpeza y el ingenio.

El hombre mediocre es capaz de alentar nobles pasiones.

Esquiva el amor como si fuera un abismo.

Ignora que él acrisola todas las virtudes y es el más eficaz de los moralistas  

Ese mismo hombre vive y muere sin haber aprendido a amar.

Prefiere la compra tranquila a la conquista comprometedora, evitando así que su corazón se enardezca en una osada aventurera sin el resentimiento de los demás.

Son de esas personas que ignoran las virtudes del amor, la entrega, aprender lo positivo y no hace otra cosa que virarse hacia las tentaciones menos correctas.

De seguir así, que permitan que los demás crezcan y se desarrollen.

Exhorto a quienes asistieron a esta actividad que no se arrepientan, porque todos son virtuosos.

Los que asistieron a esa actividad sacaron provecho personal y lograron conocimientos.

El honesto, en cambio es pasivo circunstancia  que le asigna un nivel de moral superior al del vicioso, aunque permanece por debajo de quien practica activamente alguna virtud y orienta su vida hacia algún ideal.




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