Caso de un Policía que parte el alma; le que rompe el corazón y teme morir por falta de medicinas y atención.
Villa Isabela, Puerto Plata, Zona Norte de la República
Dominicana.- Prestó servicio durante 23 años en la Policía con eficiencia,
honestidad, responsabilidad, pero hoy que está enfermo su
voz no se detiene en el canto del dolor y la nave que lo guía va sin rumbo fijo
como lo diría el poeta.
Es el caso del Primer Teniente
de la Policía, César Morales Acevedo, a quien hoy día, el dolor es una marea
constante, su cuerpo se oculta un alma deteriorada, devastado, ciego a causa de
los efectos de azúcar en la sangre, solo, sin familia, con un niño de 5 años de
edad, con deuda bancaria y los 9 mil pesos que gana se lo “secuestra un usurero”
a quien le debe 100 mil pesos y de los cuales se queda con 7 mil de ellos.
Ciego, con bastion, con pies hinchado y en una vestuta casa.
El prestamista es quien controla la tarjeta de Morales
Acevedo y es el que va al banco a retirar el dinero cuando la jefatura de la Policía
lo deposita todos los meses.
Solo, cabizbajo y deprimido el agente Morales Acevedo.
Además, de sufrir de azúcar, este humilde hombre está secuestrado
por la situación económica, perdió la visión, tiene el corazón grande, riñones
reteniendo líquido, pulmones dañados, un hijo de 5 años, no tiene compañera
sentimental y la familia al verlo en la condición actual lo abandonó.
Condiciones donde Morales Acevedo realiza sus necesidades fisiologicas.
El cuerpo de Morales
Acevedo va como una nave agitada por tormentas, vive en un mar
insomne en el que parece nadie navega, es como haberlo dejado en el baldío.
Los pies hinchado de Morales Acevedo y un swaper listo para limpiar el piso.
Carece de un ser que le ofrezca
palabras llenas de aliento, vive de llanto en llanto como un perro triste,
arropado por la desolación, el dolor de saber lo terrible que es el porvenir
que le depara el tiempo y el pensar que morir en las actuales condiciones, deja
huérfano a un ser inocente que no podrá mantenerse por sí sólo, al ignorar la
cantidad de horas que tiene el día.
Al desplomarse esta la casa de madera y zinc de Morales Acevedo.
Las hojas de servicio de
las que posee Morales Acevedo en las filas de la Policía donde hizo una labor a
especie de “sacerdocio” parece no importar al jefe de esa institución para ir
en auxilie de ese miembro, sin pensar que a él podría tocarle esa misma o peor
suerte quizás.
Los insectos corren la madera de la casa de este agente de la Policia.
Este miembro de Policía a
quien la noche esgrime con una mordiente sonrisa en medio de la soledad, como un
himno sin compositor, con la dignidad y las esperanzas de recibir ayudas de la institución
a la cual entregó 23 años se “mantiene caída”.
Hoy, postrado, desesperado, desolado, Morales Acevedo es un hombre que llora y se recrimina
en la crisis humanitaria en la que se hunde, mientras la institución y la
Patria a las que sirvió con desdén lo han abandonado a su suerte y como un
barco a la deriva.
Solo, con la compañía de Dios y de su hija
de 5 anos, Morales Acevedo relata la increíble y tétrica situación
que lo embarga y su crítica economía que ni tiene con qué comprar los
medicamentos que contribuyan a combatir el azúcar en su cuerpo.
El retrato
de este oficial es la verdad del dolor como miembro de esa institución que desempeñan
una labor con decoro y hoy que está enfermo y abatido, parece que nadie puede
ayudarlo.
A todos
los humanos a quienes les ha tocado alguna vez acudir a un hospital en medio de
una enfermedad y sin dinero sucumbe ante el dolor, decepción, desprecio, desigualdades
en un país donde predomina la exclusión social y la deshumanización.
El sistema
de Salud Pública dominicano deja mucho que desear y los desposeídos de la fortuna
al tocar una situación similar se dan cuenta de que las promesas del Gobierno
son “pura farsa” y mientras los políticos se dan el lujo de ir a clínicas, mientras
a los demás les toca padecer.
Morales Acevedo en su condición de primer teniente de la Policía que un miembro de esa institución a la que sirvió durante 23 años en servicio
viva en esta condiciones de abandono.
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