Residentes en Pueblo Nuevo aprueban cierre mercado los jueves entre haitianos y dominicanos.
Abel Martinez
Por Marcelo Peralta
Santiago, R.D.-A los
residentes y comerciantes en el sector Pueblo Nuevo y sus entornos que
soportaron durante 31 años el desorden, caos, pleitos, suciedad, bloqueo de sus
casas, apartamentos, negocios, la tranquilidad y sosiego a retornado a la zona
y saludaron la medida del Alcalde licenciado Abel Martínez que intervino el
Mercado de Purga entre haitianos y dominicanos.
Los jueves venían a Santiago personas desde Santo Domingo, Higuey, La Vega, Villa Altagracia, Samaná, Puerto Plata, Dajabón, Haití y otros pueblos.
Las calles céntricas y transversales en Pueblo Nuevo eran ocupadas por los negociantes irregulares, entre ellas Federico de Jesús García, la Belisario Curiel, Benigno Filomeno de Rojas, Manuel Rodríguez Objío, Gregoria Reyes, Onofre de Lora, Abúa Rodríguez, Anacaona, Luís Bogaert, Juan Isidro Pérez, Francisco Villaespesa, Doctor Llenas y José Armando Bermúdez.
La semana pasada, el flamante Alcalde dispuso
suspender la venta de ropas usadas, calzados y otras mercancías que se
efectuaban los jueves en esta ciudad debido a que violaba los límites
establecidos y afectaba las viviendas y negocios de las periferias.
Esas actividades iniciaron
en el año 1985 como una intrascendente venta semanal de artículos
provenientes de las ayudas que envían países a favor de familias pobres en
Haití para calzar y vestir, sin embargo, eran vendidas en esta ciudad sin
control ni regulaciones.
Con el transcurrir de los años la
actividad se había salido de control y convertido en mercado informal, causando
problema de dimensiones inimaginables e inaguantables para quienes viven en los
alrededores del mercado ubicado en Pueblo Nuevo ya que llegaba hasta las calle
6 de septiembre, 27 de Febrero, 30 de marzo, Salvador Sucurullo, Independencia
y otras.
Al salirse del escenario establecido por las autoridades
municipales, la situación se había convertido en un caos creada en la zona que
cada jueves y resultaba casi imposible
transitar en vehículos por esas calles y la José Armando Bermúdez; mientras que
hacerlo a pie era un sacrilegio y una odisea.
Aunque miles de personas compraban y vendían las ofertas de ropa,
perfumes, calzados, detergentes, jabones, tenis, zapatos, pantalones, pero el
entorno se convirtió en incontrolable donde ni siquiera las autoridades y los policías
municipales lograron hacerlo.
Esa cruda realidad, algunas familias residentes allí y que en
principio se molestaban porque en los frentes de sus viviendas eran colocados
tarantines desde durante las primeras horas del día miércoles se vieron
obligados a abandonar sus casas y apartamentos debido al desorden
prevaleciente.
Las casas y apartamentos que tenían
letreros de “se vende” a pesar de las ofertas eran rechazadas, porque además del
caos, el ambiente era insoportable, debido que vendedores dominicanos y
haitianos se orinaban sin miramiento.
Las aceras y frentes de
negocios, casas y apartamentos eran “alquilados” por avivatos a los negociantes
haitianos y dominicanos para instalar los tarantines y casetas en donde colocar
las mercancías a haitianos y dominicanos.
Ya el informal mercado había desarrollado características geográficas desbordadas
ya que colocaban puestos de venta en sectores adyacentes a Pueblo Nuevo, El
Congo, la Funeraria Blandino, Junta Electoral, Cementerio de la calle 30 de
marzo, Mejoramiento Social, Avenida 27 de Febrero y se internaban en toda la
periferia, amenazando con expandirse hasta el centro de la ciudad.
Su extensión hacia los alrededores de los multifamiliares de El
Congo fue tan rápido que bordeaba el cementerio y el contiguo local del Partido
Reformista Social Cristiano (PRSC), comenzando a ocupar espacios en la calle República
de España, las rutas A, F, la OMSA, los minibuses que transportan pasajeros
desde Santiago hacia Villa González, Navarrete, Mao, Puerto Plata, Santiago Rodríguez,
Nagua, Gaspar Hernández y otras.
Imposible resultaba incursionar
en vehículos los jueves por las calles 6 de Septiembre y 17 de Abril, las que
integran los laterales de las cuadras que cada jueves servían de escenario al mercado de pulgas que movía
cada semana millones de pesos, pero que el nuevo Alcalde ha decidido
suspenderlo por el desorden vial, comercial y habitacional que generaba de
manera ostensible, sin que la Alcaldía interviniera.
Al decir de los dueños de casas,
negocios y apartamentos dicen que a los inspectores del Ayuntamiento lo único interés
que los movía era cobrar los arbitrios por cada puesto instalado para negociar
los delimitados espacios sin medir que afecta a los residentes en la zona.
Ramona Pichardo
Andeliz colgando ropas para venderla en su casa en la esquina de las calles 17
de Abril y Federico de Jesús García, dijo que a la zona se presentaban alegados
“inspectores del Ayuntamiento a exigir dinero por los puestos alquilados”.
En caso de que los vendedores no tuvieran dinero, los supuestos
inspectores se llevaban las mejores mercancías.
“Y lo triste y penoso de
estos casos, dice Pichardo Andeliz es los inspectores autorizados decían que
estaban autorizados por la Alcaldía.
Para retirar y limpiar los desperdicios dejados por los vendedores
haitianos y dominicanos, los dueños de casas, apartamentos y negocios tenían
que pagarle a parroquianos.
Los años entre 1980 y 1990, llamados de la “década perdida”, por
la crisis económica sistémica que afectó a los países de América Latina y el
Caribe, por el desinterés de los Estados Unidos y Europa en la Región y su
concentración en el proceso de la Perestroika y Glasnot que comenzaron a
promover en la antigua Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS),
liderado por Mijail Gorbachov, la inversión de capitales se estancó y debido a
la dependencia de las naciones latinoamericanas, sus economías se estancaron,
los gobiernos cayeron en fuertes déficits y se vieron obligados a recurrir
al FMI, el BID y el Banco Mundial para financiar muchos proyectos.
Mientras el desempleo junto a las demandas sociales creaban crisis
y las clases medias empobrecían, teniendo los pobladores que buscar
alternativas para subsistir.
De ahí el origen de los mercados
informales, como amortiguadores de la situación.
Posición del Alcalde Abel Martínez.
El actual Alcalde licenciado Abel
Martínez ratifica que es innegociable la tranquilidad, la armonía, el libre
tránsito y organización de la ciudad, quien promete rescatarla del caos a que
era sometida y se muestra “abierto” a dialogar con representantes de sectores que
la medida lo haya afectado.
“Ya hemos medido los resultados
de la medida que se ha tomado y la población de Santiago, la aprueba en un 98% y
lo que quiere decir que la gente que habita en Santiago, quiere orden,
limpieza, higienización de la ciudad y que le garanticemos la libre convivencia”
dijo el flamante Alcalde oficialista.
Promete buscar alternativas
para instalar las ventas en otro lugar donde no se lesione la tranquilidad, el
libre tránsito de los munícipes de Santiago y que para eso se sentará a dialogar con
representantes de los vendedores informales.
“Estableceremos un lugar adecuado, donde impere el orden, la
higiene, donde vendedores, compradores se acojan a mantener y respetar las
normas vigentes, donde tengamos un registro y control de cada vendedor y que
pague los impuestos correspondientes” afirma Martínez.
Hizo un llamado a toda la población de Santiago, para que se unan
a las acciones que se llevan a cabo, las cuales van en beneficio de todos y
cuya prioridad es, limpiar a Santiago.
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