Coherente, libre de pensamiento y amigo.
I.- Una cosa es ser coherente, y otra, aparentarlo.
1.- La coherencia no resulta de un acto. Ella requiere un accionar en forma
sistemática, porque la constancia es la esencia de la invariable conducta de
quien hace de sus actuaciones una habitualidad; es tener mentalmente
estructurado el comportamiento en forma metódica.
2.- La persona demuestra consistencia al obrar siempre
atendiendo a una reglamentación. Actuar inmutable, permanente, prueba firmeza
de parte de quien así se comporta. No hay inestabilidad en aquel que es estable
al portarse siempre igual probando coherencia.
3.- La actitud asumida por un individuo ante situaciones concretas revela
la postura que lo identifica como consecuente, porque obra de acuerdo con sus
ideas o principios; demostrando perseverancia, obstinación en ser igual,
llegando a la terquedad, manejándose con tesón en sus convicciones. Al
mantenerse siguiendo la misma línea, siendo afanoso ante los hechos que ocurren
en el medio donde vive, es una clara evidencia de que su asiduidad lo
identifica como tesonero en la forma de vida, empeñado en no flaquear,
conservar la insistencia en sus actuaciones.
4.- Conducirse siempre con la misma actitud evidencia en el ser humano
estar educado para desenvolverse respondiendo a los hábitos que integran su
código de comportamiento, algo que solo hacen los que son coherentes en armonía
con todo lo que es su práctica.
5.- Actuar en forma enlazada, exhibiendo encadenamiento en sus actuaciones,
hace posible identificar a las personas que en el medio social poseen conducta
fuera de toda pose o artificialidad, porque lo falso no cuadra en los
auténticos que son los que se manejan con naturalidad, con espontaneísmo.
6.- La vida coherente es la de quienes proceden en forma habitual, normal y
corriente; sin actitudes que los hacen ver como extraños, incongruentes e inconsistentes.
De ahí que solo la actitud mantenida ante los diferentes fenómenos sociales
sirve para definir a los seres humanos.
7.- La continuidad, la fijeza, la secuencia haciéndole frente a los
acontecimientos marcan, califican por sus cualidades a un sujeto como
consecuente, de proceder acorde con su discurso racional, creíble.
8.- No basta una actuación aislada, inconexa y accidental para identificar
a un individuo como coherente, porque la coherencia es una conducta, un actuar
igual en forma permanente, constante. Accionar en forma continua,
sostenida, permite comprobar un proceder integrado, consecuente.
9.- Aquel que cree en la justicia y lucha por su vigencia, limpieza y
aplicación, obra con coherencia cuando procura que sea aplicada al que resulta
culpable de un acto delincuencial, sin importar quién sea. Pero es incoherente
el que solo quiere justicia por conveniencia o para satisfacer deseos de
venganza.
10.- Demuestra ser inconstante quien aspira a que la vara de la justicia
solo alcance a quienes odia por prejuicios, aunque predica que quiere que a
todas y a todos se les aplique por igual la ley. El proceder circunstancial
está muy lejos de la perseverancia.
11.- Aunque el proceso seguido a los autores de la acción criminal contra mi
hijo Jordi, ha sido aplazado en más de sesenta (60) ocasiones, siempre he
defendido que a ellos se les respete el debido proceso. Habría obrado en contra
de la defensa que he hecho toda la vida de la igualdad de todos y todas ante la
ley, si me opongo a que con ellos no se cumpla con la ley. Tampoco es coherente
aquel que predica que hay que respetar la presunción de inocencia, pero le
lanza el calificativo de ladrón a quien es acusado de robo sin haber sido
condenado.
12.- Enfrentar el fenómeno de la corrupción es manifestarse en su contra en
cualquier circunstancia, demostrando así un proceder perseverante, coherente.
Pero no hay persistencia cuando solo se censura a los corruptos de una sola
bandería política.
13.- Ser consecuente con la defensa de los derechos humanos es defenderlos
siempre, sin importar la persona víctima de la violación. Se desenvuelve no
regular aquel que solo censura el ataque a los derechos de quien es su aliado.
II.-
Sin temor a confrontar mis ideas.
14.- En mi cerebro tengo las ideas debidamente organizadas; las he educado
para exponerlas libremente; enfrentarlas con las de mis adversarios y
armonizarlas con mis aliados ideológicos. En ellas confío plenamente hasta el
punto que son dueñas de mi pensamiento y accionar.
15.- Por la devoción, el afecto, apego y confianza a mi estructura mental,
mis opiniones políticas se las he expuesto a Jorge Puello Soriano -El Men-, y
al Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez; a Fidel Castro,
Manuel Antonio Noriega y a Jean Bertrand Arístides; las he discutido con
Yasser Arafat, Kim II Sung y Muamar el Gadafi; con Juan Bosch y José Francisco
Peña Gómez; don Antonio GuzmánFernández y Salvador Jorge Blanco; Hipólito
Mejía y Narciso Isa Conde; así como con Luis Abinader y Rafael Chaljub Mejía.
Son las mismas ideas, aferrado a las cuales defendí ante los tribunales a
Onelio Espaillat y a Lorenzo Vargas, y con las mismas que reclamé la libertad,
en pleno invierno, en las calles de New York, de Marcelo Bermúdez.
16.- La concepción que tengo sobre la vida y el mundo, y el juicio que
anido en mi cabeza con relación a la realidad de mi país, lo he examinado con
Monseñor de la Rosa y Carpio, Agripino Núñez Collado, como también con
Luis Abinader, Leonel Fernández y Danilo Medina.
17.- Pensar con libertad, razonar sin prejuicios y meditar sin
condicionamiento, me han permitido entregarme por entero a ejercer el derecho
que tengo, sin consultar a mi almohada ni pedirle permiso a persona física u
organización política alguna, para reunirme en cualquier momento y lugar,
con quien sea, y sin importar que esté en la cima del poder del Estado, o
haciéndole oposición ciega al gobierno de turno.
18.- Sin darle mucha vuelta a mi cabeza, ni procurar
autorización de amigas, amigos o familiares, he puesto en peligro mi
vida defendiendo en mi país, y en otros lugares del mundo, el derecho que
tiene todo hombre o mujer a actuar conforme se lo dicta su conciencia.
19.- Poner las ideas frente a frente, carear los pensamientos, encarar,
confrontar los criterios ideológicos con altura y sin procurar imposiciones,
solo es posible entre personas que creen en lo que piensan y están
convencidas de las opiniones que sustentan.
20.-Todo aquel que se ha preocupado por creer solo en lo que ve;
entender lo que ha asimilado de la vida práctica; juzgar sin pasión;
confiar en lo que ha reflexionado fruto de su inteligencia, de la concentración
de conocimientos y de una cavilación sin cortapisas, no tiene nada que
temer en la polémica, el diálogo, en el debate franco, en la controversia
desarrollada en un plano civilizado.
21.- Siempre he estado dispuesto a sostener discusión política con el que
se identifica con mis ideas, así como con aquel que está en desacuerdo.
La disensión no me aísla; por el contrario, me motiva a mantenerme en
el escenario de la discrepancia. La desavenencia me impulsa a tener mis
opiniones a flor de labios y listas para el acuerdo o la discordancia.
22.- No me creo portador de la verdad absoluta, y de la misma forma
que puedo poner en duda la opinión de otro, estoy preparado para ponerme
de acuerdo o controvertirla. No es mi estilo convertirme en espíritu
de contradicción; creo en la argumentación sensata y estoy presto a
respaldar lo que equivocado he impugnado.
23.- En mi vida nunca aceptaré que se me quiera prohibir hacer, o no decir
lo que me manda mi pensamiento, y mucho menos aceptar que se ponga
en entredicho lo que ha sido el comportamiento, la limpieza como he
tratado de comportarme en la vida pública nacional e internacional.
24.- Todo aquel que procede ajustado a sus sanas convicciones no puede,
bajo ningún concepto, aceptar en silencio el chantaje ideológico cubierto de
perversidad, alimentado por cerebros letrinos, con el marcado objetivo de
ensuciar vidas dedicadas a actuar por lo que más conviene a lo que sirve
de la sociedad.
III.- Con los amigos y amigas siempre.
25.- Con mis amigas y amigos estoy preparado para compartir la alegría o la
tristeza; la felicidad o las penas; cuando permanecen recontentos o deprimidos.
Poco me importa que por cualquier razón estén en libertad o en
prisión; en una fiesta o en la funeraria. Donde quiera que mi presencia sea
conveniente a mi aliado en la amistad, ahí estaré presente.
26.- Soy amigo de la persona, no de sus actos, los cuales han de ser
tomados en cuenta por la sociedad; de su proceder antisocial no me convierto en
árbitro para condenarlo o liberarlo, porque de esto se encargan los tribunales.
27.- El amigo que se involucra en un acto de corrupción, no justifico
su actuación, ni me pongo la toga y el birrete para defenderlo ante los
tribunales; pero si es condenado voy a la cárcel a verlo sin entrar en
reproches por la acción que motivó la sanción penal de que se ha hecho
acreedor.
28.- Al igual que con el amigo, también cuenta con mi distinción la persona
que en un momento de dificultad para mi y mi familia me extiende la
mano solidaria. No estoy preparado para la ingratitud que tanto abunda en
el medio social dominicano de hoy, donde la gratitud ha
desaparecido y su lugar ocupado por el olvido y la deslealtad.
29.- Aunque no vivo dominado por las relaciones primarias, creo firmemente
en la solidaridad y la correspondencia. Pero lamentablemente, por el
agrietamiento de la sociedad, ya hoy no tiene ningún sentido ser apegado ala
fidelidad y a la rectitud en los vínculos de amistad.
30.- Lo que es un deber en las relaciones entre amigos, no hay que pensarlo
dos veces para cumplirlo. Particularmente yo, me siento liberado de
pedirle permiso a un familiar o camarada para demostrarle al amigo infortunado,
que ha caído en desgracia, que sigo siendo su amigo.
31.- Es muy fácil compartir con las amistades en ocasiones de dicha,
prosperidad y alegría, y luego sacarles los pies cuando están arruinadas,
fastidiadas, en situaciones calamitosas. Los que son mis amigos, pueden contar
conmigo en los momentos de suerte y en los de hecatombe, en los de triunfos y
en los de derrotas, porque no estoy hecho de la doblez, sino de una sola pieza.
Una reflexión final.
Por último, debo decir que por tratar de ser coherente, confiar en mis
ideas y honrar la amistad, he tenido que escuchar palabras salidas de las
gargantas de canallas, perversos, pura y simplemente, de toda la escoria social
que tanto abunda en este país, en alianza impúdica con personas que simulaban
ser mis amigas.
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